Apostando al
futuro
Por Lic. María
Antonieta Angarita
Boletín 97,
AIPOP
El plan de
seguridad presentado por el ejecutivo el 20 de junio para reducir la violencia,
contempla en el texto prevención integral y convivencia, fortalecimiento de los
órganos de seguridad ciudadana, transformación del sistema judicial y penal,
modernización del sistema penitenciario, atención integral a las víctimas y
creación y socialización del conocimiento y la cultura como ejes vertebrales.
¿De qué sirve la intención de planificar en texto y verbo variables desde una
visión controladora, que omite el valor fundamental del respeto a la vida?
La violencia
debe abordarse desde la concepción del ciudadano como ser único e irrepetible
con derechos y deberes inalienables, desde el respeto y la educación y no solo
desde el control. Educar el valor de la vida desde la primera infancia hasta la
edad adulta se vuelve imprescindible como eje fundamental del sistema educativo
nacional. Apoyar la construcción de la identidad de cada venezolano, es la
medicina psicosocial pertinente que solo se puede ofrecer como bien común a
través de educación por y para la paz social. Las implicaciones prácticas se
traducen en acometer modificaciones curriculares en todos los niveles
educativos que aborden el tema de la construcción de la identidad partiendo del
valor por la vida traducido en la convivencia para la tolerancia, el respeto y
la paz.
Estudiar políticas
de mediación en contextos sociales conflictivos, analizar las necesidades
sociales para diagnosticar comportamientos agresivos y violentos se vislumbran
como temas más pertinentes para abordar el tema de la violencia desde el
paradigma del respeto a la individualidad dentro de un marco democrático de
convivencia social. Es esto lo que piden los ciudadanos sensatos, es esto lo
que esperan de sus gobernantes.
¿Hasta dónde
ha desdibujado su identidad y respeto a si mismo aquel ciudadano que mata,
secuestra, lesiona y roba? ¿Qué modelo social está emulando? ¿Qué significa
para él su propia vida? ¿Cómo rescatarlo de ese marasmo existencial en el que
ha caído, ya sea por hambre, carencia de afecto, carencia de familia, carencia
de educación, o simplemente por modelaje conductual?
¿Es un
comportamiento responsable actuar solamente desde la coacción y el control
agresivo? ¿Qué visión de país se necesita para acometer este impostergable
problema de violencia que nos ubica como uno de los países más violentos del
planeta? ¿El modelo castrador que se oferta es capaz de producir la paz social
necesaria o por el contrario, sus políticas pueden generar un peligrosísimo
efecto boomerang?
Los
venezolanos no necesitamos más coacción que produzca más violencia, necesitamos
que nos digan creo en tí, tu vida me importa, creo en tu potencial; en lo
que puedes responder y aportar desde tus fortalezas para tí mismo, para tu
familia y para tu comunidad. creo en lo que eres, reconozco tu trabajo y lo
dignifico, valoro tu vida y apuesto a tu futuro.
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