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lunes, 23 de julio de 2012

Educar el valor de la vida


Apostando al futuro

Por Lic. María Antonieta Angarita
Boletín 97, AIPOP

El plan de seguridad presentado por el ejecutivo el 20 de junio para reducir la violencia, contempla en el texto prevención integral y convivencia, fortalecimiento de los órganos de seguridad ciudadana, transformación del sistema judicial y penal, modernización del sistema penitenciario, atención integral a las víctimas y creación y socialización del conocimiento y la cultura como ejes vertebrales. ¿De qué sirve la intención de planificar en texto y verbo variables desde una visión controladora, que omite el valor fundamental del respeto a la vida?

La violencia debe abordarse desde la concepción del ciudadano como ser único e irrepetible con derechos y deberes inalienables, desde el respeto y la educación y no solo desde el control. Educar el valor de la vida desde la primera infancia hasta la edad adulta se vuelve imprescindible como eje fundamental del sistema educativo nacional. Apoyar la construcción de la identidad de cada venezolano, es la medicina psicosocial pertinente que solo se puede ofrecer como bien común a través de educación por y para la paz social. Las implicaciones prácticas se traducen en acometer modificaciones curriculares en todos los niveles educativos que aborden el tema de la construcción de la identidad partiendo del valor por la vida traducido en la convivencia para la tolerancia, el respeto y la paz.

Estudiar políticas de mediación en contextos sociales conflictivos, analizar las necesidades sociales para diagnosticar comportamientos agresivos y violentos se vislumbran como temas más pertinentes para abordar el tema de la violencia desde el paradigma del respeto a la individualidad dentro de un marco democrático de convivencia social. Es esto lo que piden los ciudadanos sensatos, es esto lo que esperan de sus gobernantes.

¿Hasta dónde ha desdibujado su identidad y respeto a si mismo aquel ciudadano que mata, secuestra, lesiona y roba? ¿Qué modelo social está emulando? ¿Qué significa para él su propia vida? ¿Cómo rescatarlo de ese marasmo existencial en el que ha caído, ya sea por hambre, carencia de afecto, carencia de familia, carencia de educación, o simplemente por modelaje conductual?

¿Es un comportamiento responsable actuar solamente desde la coacción y el control agresivo? ¿Qué visión de país se necesita para acometer este impostergable problema de violencia que nos ubica como uno de los países más violentos del planeta? ¿El modelo castrador que se oferta es capaz de producir la paz social necesaria o por el contrario, sus políticas pueden generar un peligrosísimo efecto boomerang?

Los venezolanos no necesitamos más coacción que produzca más violencia, necesitamos que nos digan creo en tí, tu vida me importa, creo en tu potencial; en lo que puedes responder y aportar desde tus fortalezas para tí mismo, para tu familia y para tu comunidad. creo en lo que eres, reconozco tu trabajo y lo dignifico, valoro tu vida y apuesto a tu futuro.

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