Humor en serio
Por Laureano Marquez,
13/07/2012
Publicado en la Edición Impresa de Tal Cual
No se puede negar que somos un país divertido, folclórico, donde suceden
cosas insólitas
Estamos acostumbrados a que ser rico no solo es buenísimo, sino también
facilísimo, a que la riqueza no es producto del trabajo, sino de la viveza, las
conexiones, los sobreprecios, las truculencias y naturalmente del ejercicio
de la función pública, fuente primera de enriquecimiento.
Aquí la competencia es entre quienes tienen la mejor conexión, el amigo
mejor "enchufado". Por eso es gracioso cuando se habla de los terribles
efectos del "capitalismo" nacional, cuando Venezuela ni siquiera ha
llegado al capitalismo, estamos en un estadio previo de rapacería, eso que Marx
en Das Kapital denominaba con la singular expresión: "laat me nien
geben, zet me waar haigënn", es decir, "no me den, pónganme donde
haiga".
Obviamente, el precio de la gasolina en nuestro país es altamente
competitivo para la "exportación" paralela. Pensarán los
contrabandistas: "si el gobierno la regala y nosotros la vendemos, somos
más patriotas todavía".
Hace
algunos años incluso se llegó al descaro de lanzar una manguera por un río
hacia Colombia. En los estados fronterizos es vox pópuli cómo sale la gasolina,
quién lo hace, cómo se reparte la ganancia, lo que cuesta un cargo de
vigilancia en la frontera, cuántos carros y quintas tiene el que comanda el
"operativo" y pare usted de contar.
Debe ser una tentación irresistible un negocio con tanta plusvalía, para
seguir con la terminología marxista. Lo divertido es la solución criolla que le
hemos hallado al problema: como la gasolina está barata y se la están robando,
vamos a crear un chip que la controle. Es ocurrente, como si el chip fuese a
controlar al malandro, como si en Venezuela no se le buscara la vuelta hasta a
la "ley de gravedad". Uno supone que lo que viene es que, adicional a
la estafa con el combustible, nace un nuevo negocio: el del chip, porque,
además, quien lo suministra es el mismo sector al que el chip pretende vigilar,
así son nuestras contralorías donde contralor y controlado "sono la stessa
cosa", como diría Don Corleone.
Dicen que
los "bachaqueros" están contentos, porque con esto del chip y la
escasez que va a generar en el país, ya no habrá necesidad de llevar el
combustible a Colombia, sino que podrían "bachaquear" en el propio
Maracaibo. Casi que uno puede imaginarse a los buhoneros en la frontera:
"¡er chip socialista, tengo er chip completamente liberado!". Algún
nuevo negocio saldrá del chip, denlo por hecho. En Venezuela toda situación
caótica genera un negocio que se nutre del caos, esta es quizá la primera ley
de nuestra economía: la riqueza no proviene de la productividad, sino de saber
sacarle provecho a este desorden. Porque si en verdad quisiera solucionarse el
problema de raíz, ¿no sería más sencillo y económico colocarle un chip a cada
funcionario de la frontera, un chip que muestre sus movimientos de dinero, sus
vehículos y casas, un GPS que nos indique por dónde se desplazan sus
intereses?, porque los que pretenden vigilarlo a uno son casualmente los que
tendrían que estar bajo vigilancia.
Lo peor es que al final, todos vamos a instalar el chip socialista,
porque quién se va a perder esta manguangua de la gasolina regalada. No importa
si el país se hunde: a nosotros nos va bien. Es más, nos va bien gracias a que
el país se hunde.
Creo que
el próximo 7 de octubre tendremos que colocarle un chip a la conciencia
nacional
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