Por José Sierra, 21/06/2013
No soy economista, pero
llevó sufriendo los embates de la economía prácticamente toda mi vida
productiva a partir del famoso y fatídico viernes negro del 18 de febrero de
1983.
Si, ha pasado mucho
tiempo desde entonces, demasiado tal vez, pues en ese año comenzó mi vida
profesional como ingeniero, primero como empleado, después como asociado a una
empresa y por ultimo cuando me canse de tener socios con mi propia pequeña empresa.
Me costó aprender, pues
entender cómo funciona la economía no es tarea fácil, descubrir cómo te puedes
insertar en el mercado realizando una actividad económica es por decir lo
menos, menos fácil aún, pero poco a poco, observando y estudiando lo que pasaba
en Venezuela y en otros países, las cosas se fueron aclarando.
Aprendí que riqueza sin
trabajo productivo es una falacia, que fácil llega y más fácil se va. Aprendí
que las empresas productivas necesitan tener dolientes, es decir personas que
se preocupan por ellas, que buscan su propio beneficio y el de sus empleados y
trabajadores. Aprendí que si la empresa no es rentable, al final no puede
cumplir con sus Clientes, ni con sus trabajadores.
Aprendí la gran
diferencia entre Empresas Públicas y Privadas, en las primeras en un alto
porcentaje no tienen dolientes, tienen al frente funcionarios públicos que de
lo menos que se ocupan es de su rentabilidad, saben que al final cuando estalla
la crisis el “Papa Estado” viene al rescate y le inyecta dinero y logra la
supervivencia un tiempo mas, e inyectando dinero de tanto en tanto sobrevive.
En las segundas simplemente te vas a la quiebra y desapareces.
Aprendí lo importante
de contar con un gobierno con políticas económicas asertivas, que premien el
emprendimiento, la creatividad, la producción, la generación de empleo estable
y el crecimiento económico sostenido para mejorar la calidad de vida de su
pueblo.
Aprendí que hay reglas
económicas que permiten el saludable balance de la economía, el mas importante
es que no puedes gastar más de lo que ingresas, que no puedes adquirir mas
compromisos de los que puedes honrar con tu trabajo productivo, ni siquiera el “Papa
Estado” lo puede hacer.
Aprendí que en vez de
destruir empresas, vía controles exagerados, nuevos impuestos, expropiaciones,
reivindicaciones exageradas en el plano laboral, debes garantizar la
sobrevivencia de las empresas. Aprendí que las empresas privadas son mucho mas
importantes a mediano y largo plazo que las públicas, que sin ellas NO es
posible un crecimiento sostenido.
Aprendí que El Estado
debe dedicarse a gobernar, a cobrar impuestos, a garantizar seguridad jurídica
para los inversionistas y emprendedores, a dar servicios a la población en salud,
educación, infraestructura y seguridad, tareas que la empresa privada jamás podrá
asumir, debe dedicarse a cubrir las necesidades de los mas desposeídos y
garantizar su inserción en una economía productiva. Aprendí que el “Papa Estado”
no puede confiscar el futuro de sus ciudadanos.
Todas estas cosas las aprendí
en los 15 años de la mal llamada cuarta república, hasta 1998, y en los 15 años
de la desastrosa quinta república hasta el 2013. Ahora irremediablemente para
los que gobiernan y afortunadamente para los que quieren gobernar, se avecinan
tiempos de cambios, espero que nuestros nuevos dirigentes que gobernarán a
nuestro hermoso país, también hayan aprendido estas simples pero muy
importantes lecciones.
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