Por Miguel Velarde, 17/06/2013
La semana pasada estuvo marcada por el
conflicto universitario. Comenzó con el anuncio de 13 universidades de ir a
paro indefinido, entre las que se encuentran las autónomas más importantes a
nivel nacional además de algunas otras experimentales. Este problema
cobra una especial relevancia porque no es solamente el sector estudiantil el
que se moviliza, sino también el de los profesores.
Uno de los
principales aspectos que se debe comprender de esta demanda es que no se trata
solamente de un mejor salario, sino de mayor presupuesto. Lo que está en juego
es el funcionamiento de las universidades. Como nos dijo el rector de una de
las universidades más importantes en el país, con el que conversábamos hace
pocos días, “ésta no es una lucha por la mensualidad, es una lucha por el jabón
y papel higiénico de los baños”. Ni qué decir de los elementos necesarios para
el funcionamiento de los laboratorios y la investigación en estas
instituciones.
El problema
universitario no es nuevo, pero en los últimos años se ha agudizado. No
necesariamente porque las variables de la crisis de hoy sean más graves de lo
que lo fueron en algún otro momento –el sector universitario ya pasó
anteriormente por etapas muy complicadas-, sino porque cada vez es más evidente
que el problema no es coyuntural, sino estructural.
Mucho tiempo tuvo
que pasar para que quede claro que el modelo, tal y como está planteado, no es
viable y que, para que una universidad sea realmente autónoma, debe poder obtener
sus propios recursos y cubrir su presupuesto. El origen del problema no son las
aspiraciones de un determinado sector, sino la posibilidad o no de la
Universidad de existir como debe hacerlo: con autonomía, libertad y capacidad
de ejercer el pensamiento crítico.
Es justamente por
esto último que la actitud del gobierno ante esta situación no es casual, todo
lo contrario. Para que el modelo que ellos proponen funcione, es indispensable
que los espacios de libertad de expresión y de pensamiento crítico no existan,
porque es allí donde ven más amenazado su proyecto.
Las universidades
en Venezuela –especialmente las que cumplen con los requisitos históricos y
globales como para llevar ese título- han dado una lucha heroica estos últimos
años, no solamente defendiendo sus derechos como casas de estudio, sino también
los derechos básicos de la democracia y la república.
Es por eso que
duele ver como el “¡Viva la U!” ha pasado de ser una proclama a ser una
plegaria. Ese sector no ha dejado sola a Venezuela en sus luchas democráticas,
por eso no sería justo que los diferentes sectores del país, incluida la
sociedad civil, dejen solo al sector universitario en su lucha por su
subsistencia.
La democracia, el
desarrollo y el progreso no son posibles sin universidades libres e
independientes, donde el objetivo más importante sea dar las herramientas a
quienes pasan por ellas para que formen su propio criterio, para que cada quien
piense como quiera.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
mvelarde@guayoyoenletras.com
http://www.guayoyoenletras.net/index.php/2012-08-06-05-07-46/editorial/763-viva-la-u
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