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lunes, 17 de junio de 2013

La metralleta de JVR y los aviones de Capriles


Por Mario Villegas, 16/06/2013
Columna de Puño Y Letra

Confieso que en los 70’ sentía envidia por el candidato presidencial que presentó el Movimiento al Socialismo en sus apariciones iniciales. Se trataba de José Vicente Rangel, a quien admiraba como un político de elevados quilates intelectuales, acendrada vocación democrática e incuestionable trayectoria parlamentaria, comprometido con las causas populares y la defensa de los derechos humanos. Sus valientes denuncias sobre el asesinato de Alberto Lovera y otros crímenes de la represión policial militar en el decenio Betancourt-Leoni fueron determinantes en el reconocimiento que Rangel se ganó en amplios sectores del país.

Entonces me parecía inexplicable y lamentable la enorme dispersión de la izquierda venezolana. Y, aunque como militante en aquella época del Partido Comunista, trabajé disciplinadamente y voté por las candidaturas de Jesús Angel Paz Galarraga en 1973 y del colega Héctor Mujica en 1978, pensaba que José Vicente era la mejor carta electoral para disputarle el poder a adecos y copeyanos.

Así que para 1983, cuando el MAS cambió de candidato y lanzó a Tedoro Petkoff, lamenté nuevamente la división de la izquierda, pero tuve el consuelo de que el PCV y el MEP adoptaron a José Vicente como candidato independiente. Participé en aquella campaña con mucho entusiasmo, aunque finalmente la ganó Jaime Lusinchi y Teodoro conquistó muchos más votos que Rangel.

Aquel sufragio por José Vicente fue retribuido años más tarde por él, cuando en 1989 apoyó públicamente mi candidatura a la secretaría general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.

Siempre reproché el infame tratamiento que en las campañas electorales se le dio a Rangel desde los laboratorios sucios del bipartidismo. Pese a que él no había participado en la lucha armada de los años 60’ ni simpatizaba con los remanentes guerrilleros posteriores, la pérfida propaganda lo dibujaba como un militante de la violencia disfrazado de santurrón. Afiches y volantes anónimos lo presentaban en pose similar a la de José Gregorio Hernández, de cuerpo entero, trajeado de negro y aureola a la cabeza, pero con tremenda ametralladora asida en las manos a sus espaldas.

Por eso cuando lo veo ahora acusando a la oposición de haber comprado 18 aviones de guerra en un plan para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro, me pregunto si justamente por haber conocido en propia carne los nocivos efectos de la guerra sucia es que José Vicente ha pasado de víctima a victimario en tan malas artes.

Mientras él y otros dirigentes chavistas insisten en asociar a la Mesa de la Unidad Democrática y a su candidato Henrique Capriles Radonski con presuntos golpes de estado, magnicidios, conspiraciones, paramilitarismo, sicariato y pare de contar, la oposición viene experimentando un acelerado crecimiento político y electoral, justo por haberse concentrado y aferrado a las vías democráticas y pacíficas previstas en la constitución. Más aún, los únicos éxitos que puede exhibir la oposición en todos estos años, se han producido precisamente desde que ésta abandonó la tentación de los caminos verdes. No cabe en una cabeza verdaderamente racional la idea de despilfarrar cuando menos 7 millones 300 mil votos opositores en una aventura guerrerista.

Lo único que le falta a este nuevo José Vicente es imprimir un afiche de Capriles con su gorrita tricolor y, a las espaldas, sopotocientos aviones artillados apuntando a Miraflores.

BREVES
-El colega Edward Sarmiento plantea una situación que ocurre en las escuelas nacionales, específicamente en las del estado Miranda. “Resulta –me escribe- que la figura de Hugo Chávez es motivo de más trabajos de investigación que la de Simón Bolívar. En días recientes, en la escuela Araira (Guatire) le dieron para resolver a niños de 8 años un cuestionario sobre la vida y obra de Chávez, mientras en la escuela Eduardo Churión de Las Casitas (Guatire) le pidieron a mi sobrino de 10 años un trabajo con la biografía de Chávez, sus familiares, sus frases célebres, las misiones, y un análisis sobre la frase ‘Patria, Socialismo o Muerte’, lo cual me produjo profunda indignación porque él debiera estarse ocupando de la tabla de multiplicar, de aprender a escribir, en lugar de analizar consignas de contenido político”. Yo comparto cien por ciento su opinión.


Mario Villegas
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@mario_villegas

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