Por Eddie Ramírez, 25/06/2013
Los venezolanos estamos de acuerdo en lo que
aspiramos. El qué está claro, las divergencias radican en el cómo. Todos
deseamos un gobierno respetuoso de la Constitución, descentralizado y
eficiente. Que garantice el acceso a una buena educación, a un excelente
sistema de salud, a servicios públicos idóneos, a un empleo bien remunerado, a
una vivienda adecuada y a un sistema de justicia que no discrimine.
Lamentablemente no coincidimos en cómo lograrlo.
El régimen parte de la premisa de que somos
un país rico, pero que esa riqueza está mal distribuida. Para corregir las
desigualdades postula que el Estado debe ejercer el mayor control posible sobre
la economía regulando precios, restringiendo las divisas y creando empresas
públicas que manejen no solo lo tradicionalmente considerado “estratégico”,
sino también la producción y comercialización de rubros agrícolas, la
construcción de viviendas y los medios de comunicación social. Su tesis es que
el sector privado es explotador y especulador. Además, los rojos quieren
eliminar la autonomía universitaria e imponer un pensamiento único.
Los pésimos resultados están a la vista.
Servicios públicos deteriorados, empresas del Estado quebradas; baja
productividad, cierre de empresas, desabastecimiento, inflación y subempleo.
Además, persecución política. En lugar de aplicar aquello de “tanto mercado
como sea posible y tanto Estado como sea necesario”, seleccionaron “tanto
Estado como sea posible y tanto mercado como sea imprescindible”, que ha
resultado un fracaso en todas partes donde se ha aplicado. El que hayan
convencido a muchos se explica parcialmente por fallas del sector privado que a
veces no entiende el alcance de la responsabilidad social, debilidades de
nuestro sistema educativo y errores políticos del pasado.
Las diferencias son irreconciliables porque
no podemos ceder en los valores fundamentales. Los demócratas tenemos tres
opciones obvias: Convocar a una Constituyente, revocar el mandato a los
diputados rojos o esperar un revocatorio presidencial. La Constituyente es la
más atractiva, pero siempre tendremos el escollo de un CNE parcializado. Otra
opción es la resistencia activa no violenta, pero Gandhi tuvo éxito porque casi
toda la población rechazaba a los ingleses. Cualquiera de las opciones
mencionadas requiere contar con una mayoría superior a la actual, sea para
impedir las marramucias del CNE o para imponer el triunfo de la resistencia no
violenta. Por otra parte, no puede descartarse que si se profundiza la crisis
se desate una ingobernabilidad que obligue pactar una transición que conlleve a
la renuncia de Maduro. Tampoco es imposible una intervención militar que
nuestra sociedad no toleraría por más de un año sin que llame a elecciones. En
todo caso requerimos incrementar apreciablemente la actual mayoría opositora.
Como en botica: Falleció uno de los Caballeros del Agro, el
doctor Héctor Hernández Carabaño, quien ocupó tres carteras ministeriales en
tiempos en que los ministros tenían peso específico. Mucho estudio le dedicó a
la seguridad alimentaria. Defendamos la autonomía universitaria
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico