Zoé Valdés 2013-06-26
Mi apreciado Fernando Mires comenta en
su
blog el tema que yo quería abordar hoy en esta columna, pero como suele
ocurrir muy a menudo, ni siquiera se acuerda de Cuba. Más de 54 años de
dictadura y ya ni siquiera los que debieran tomarnos en cuenta lo hacen, no,
por el contrario nos ignoran.
Siento disentir de la opinión de Mires
en relación a Venezuela. Porque en Venezuela se han manifestado cientos de
miles de personas en las calles, desde aquel mes de abril del 2002 hasta el
abril más reciente del 2013, los venezolanos han sabido unirse para hacer
estallar su justa ira en las calles, en contra del chavismo y del madurismo
pajarito. Ha habido muertos y heridos, como decimos los cubanos. El problema es
que eso no cuenta para la prensa extranjera, ni para la ONU, ni para los
turistas ideológicos. Ya Venezuela entró en un mecanismo idéntico que el de
Cuba: la única revolución que se pudo dar en esos países, la única tolerada y reconocida
es la que a ellos les conviene, es la que todos plebiscitan debido a los
intereses de cada cual, menos los de los pueblos que deben ser oídos y
representados.
Si Cuba se perdió, Venezuela va en
camino. No olviden que el primer error del cubano es abrir la boca para que le
dieran la cucharada de la desmemoria. Espero que los venezolanos aprieten la
boca.
En Cuba además, tras más de medio
siglo de dictadura, vista y analizada siempre como "revolución",
incluso todavía en la actualidad por los bichidisidentes de papier maché
creados por Raúl Castro, quienes todavía nombran "gobierno" y
"revolución" a la tiranía, la sinvergüencería es tal que a la gente
desde hace rato le basta con ser mantenidos desde el extranjero, y constituye
su exigencia primordial. Y es que esa es una de las especificaciones del
castrismo, poner a sus enemigos a comer en la mano, cual gorriones hambrientos,
cuya hambre ha sido hasta deformada.
La prueba es que los cubanos, después
de ser liberados de aquella isla, de llegar a Estados Unidos como pudieron y
cuando lo lograron, en lo único que piensan es en esperar a que se cumpla el
año y un día de la Ley de Ajuste Cubano para obtener documentación en regla,
bonos de comida, Medicare, y comprarse el boleto para regresar a la isla que
los maldijo. No, ni siquiera piensan que el mundo es amplio, que podrían
viajar, conocer otras culturas, aprender de ellas. Ya lo dije en una ocasión,
el cubano es gregario, o sectario, necesita del amo, de las órdenes de la
secta, de la tribu. Y volver como cabeza de león de donde salió como cola de
ratón. A especular y a alardear. El Bambollero en Jefe (modelo a imitar) lo
esperará pacientemente apoltronado en su tribuna; no aguarda por él, no,
aguarda con los colmillos afilados por los dólares que el Idiota Tributario le
pondrá a sus pies en pago de tantos abusos recibidos. El trauma del cubano es
muy grande, es el de la víctima que no se liberará jamás de su verdugo porque
no concibe la vida de otra manera.
Los venezolanos andan en el mismo
trámite, gestionando el billete para el infierno psicológico de la dependencia ad
vitam aeternam
¿Por qué no ocurre en Cuba y en
Venezuela lo que hemos visto en Estambul y en varias ciudades de Brasil,
principalmente en Río de Janeiro? Porque los mismos, o una gran mayoría, que
convocan a esas manifestaciones y las provocan vía Twitter son los que piensan
que Venezuela y Cuba son unas perfectas democracias, y se guían por ellas y
mantienen como patrones de conducta al castrismo, al chavismo y al madurismo
pajarito ahora.
En el caso de Cuba la maniobra ha sido
sumamente sofisticada, colosalmente bordada. El exilio ha sido penetrado por
esa "chusma
diligente", que tú y yo amigo lector, "mon semblable, mon
frère", conocemos, sin contar las ayudas a chorro a esa misma
gentuza que van y las ingresan directo en las arcas del castrismo, los robos
millonarios a la sociedad norteamericana por los numerosos espías sembrados que
entran y salen de Cuba y Estados Unidos como les da la gana, incluyendo a los
hijos de los dos viejos dictadores, el daño ideológico que le han hecho a esa
sociedad, y el apoyo inmedible de Barack Obama, son posición aperturista, y su
colaboración con el horror cubano.
Nunca antes en la historia de la
humanidad un nieto de esclavo ha sido tan desproporcionadamente inhumano e
insolidario con los inocentes con los que –según su biografía– debió identificarse.
Pero ya saben, nunca un esclavo ha sido más esclavo cuando una vez liberado y
ejerciendo el poder y sus derechos los coloca con las manos encadenadas en las
garras de quienes hicieron de él su bibelot, la monería de una causa.
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