Por Golcar,
14/06/2013
Esta foto que circulaba por twitter me
produjo cierta suspicacia. En la imagen se ve la pantalla de un computador en
la que se lee:
“El cliente ya ha comprado el límite diario establecido para productos regulados.
Comuníquese con el Supervisor de Caja para realizar la anulación del producto”.
Y en letras rojas, mayúsculas sostenidas, especifica:
“LECHE SABANA SOBRE 900GR”
Al preguntar sobre la fotografía, me dijeron que correspondía a un supermercado de una red de Maracaibo cuyos propietarios son chinos.
“Nicolás
se va a tener que hacer un collar con las bolas que le está parando Arias
Cárdenas a su orden de suspender el racionamiento”, fue lo primero que pensé al
observar la imagen e, intrigado, le pasé un mensaje de texto a mi amiga
supervisora de supermercado, cuyos buenos oficios, durante bastante tiempo me
han evitado tener que hacer las infernales colas para adquirir los productos
que escasean desde hace ya más de 3 o 4 años en Maracaibo.
YO:
“Hola. Cuéntame algo ¿Es cierto que empezó a funcionar la vaina del
racionamiento y que aparece en pantalla que ya el cliente compró ese producto y
que el cajero se dirija al supervisor para anular la venta?
ELLA
en una seguidilla de mensajes: “¡Hola, Golcar! ¡Eso del racionamiento por
sistema lo tenemos desde hace mucho tiempo! Piden cédula, pasan una cantidad,
dependiendo del producto, y si pasas otra vez, el sistema avisa que ya
compraste. ¡Por eso tus primos goajiros tienen varias cedulas!”
“No te
he llamado para que vayas a buscar productos porque se está formando mucho
mollejero y ¡no me dejan guardar mercancía! Hoy tuvimos que esperar a la
Guardia Nacional para abrir porque querían meterse y ¡hasta ofrecieron
quemar la tienda! ¿Qué tal? Mañana llega harina y aceite, por si quieres
comprar y conocer “la patria nueva”.
YO:
“Gracias a ti todavía tengo aceite y harina, así que puedo retrasar un poco el
placer de conocer “la patria nueva”.
Pero,
dime, entonces, no es que está la red de supermercados conectada como decía Arias
que harían. Es solo bloqueo para comprar en el mismo supermercado. ¿Todavía
podrían ir a comprar en otro lado?“
ELLA:
“Solo si compras en el supermercado, ¡por ahora! Y puedes comprar todos los
días. Pero, en “Bicentenario”, ¡solo puedes comprar 2 veces a la semana!
Efectivamente,
lo de los abastos Bicentenarios, los antiguos Supermercados Éxitos expropiados
por el difunto Chávez, ya lo sabía porque un amigo que trabaja allí me lo había
contado, cuando, con mucha ira, me contó también que si alguna persona quería
comprar un electrodoméstico allí, tenía que pagarlo y luego pasar por el Core 4
(Comando Regional número 4 de la Guardia Nacional) con la factura para
retirarlo.
-Se
armaba tal verguero y se robaban tantos aparatos que fue la única forma de medio
controlar la situación. Dijo rojo de la rabia.
En conclusión, la imagen que corre por la red no es nada nuevo. Es
continuación de lo que venimos padeciendo desde enero de 2011, cuando lo
denuncié en indignado en mi artículo “Metamorfosis de una Cédula de Identidad”.
Fue a
partir de esa fecha, cuando se oficializó el racionamiento de productos
alimenticios por medio de la cédula de identidad. Anteriormente, quedaba a
juicio del supervisor del supermercado, del cajero y, en algunos casos, hasta
del portero, la cantidad de productos que un cliente podía comprar por
vez.
Al
principio, el usuario iba y le permitían comprar, por ejemplo, 4 kilos de
azúcar, entonces, volvía a hacer su cola y podía adquirir 4 kilos más y así
hasta que obtuviera lo que necesitase. Pero a medida que el estado expropiaba
empresas productoras, haciéndolas fracasar, y la producción en el país
iba decayendo, el abastecimiento de los productos básicos iba en descenso, los
controles se iban haciendo más rígidos, en lugar de 4 por persona se bajó a dos,
y a partir del 2011, se empezó a utilizar el número de cédula como libreta de
racionamiento para bloquear a los usuarios que ya habían adquirido algún
producto.
Lo demás es historia patria y conocida. La escasez, el desabastecimiento
y el racionamiento se empezó a sentir también en el centro del país. Ya no era
solamente en los estados fronterizos y del interior, sino que la situación
cobró forma de problema nacional y empezó a ser noticia lo que hasta entonces
no era más que murmullo en las redes sociales. El escándalo del papel tualé
hizo que el mundo entero se enterara de la grave crisis venezolana y, no sin
cierta sorna, los medios internacionales daban cuenta de un pobre país
petrolero rico en el que la gente no conseguía en los supermercados ni papel
higiénico, jabón o pasta dental.
A
todas estas, el régimen nunca tomó en cuenta las denuncias de la escasez que
estaba atravesando el interior del país. Las empresas en sus manos cada vez
producían menos y en varias oportunidades fueron muchas las toneladas de
alimentos importados por el gobierno que se pudrieron, sin que nadie diera una
explicación creíble y mucho menos que se determinaran responsables.
El Socialismo
del Siglo XXI se hizo oídos sordos a toda la problemática y en ningún momento
se molestó en buscar una solución mientras que el ritmo de desaparición de los
productos en los anaqueles se aceleraba a diario.
Para
quienes trabajan en los supermercados, lo que en un tiempo fue un trabajo
tranquilo y placentero se les fue convirtiendo en un infierno. Cajeros,
supervisores, miembros de seguridad y hasta los gerentes de los
establecimientos vieron como sus trabajos dieron un vuelco y hasta riesgoso llegó
a ser su empleo.
Pero
no solo ha sido un suplicio para los trabajadores de supermercados, los dueños
restaurantes y comiderías y quienes viven de producir comidas caseras se ven
cada vez más impedidos para obtener la materia prima con la que trabajan y el
racionamiento no les allana para nada el camino. Sin mencionar el acoso del que
han sido objeto los propietarios de los supermercados tanto por parte de los
organismos del Estado que los multan y cierran cada vez que se les antoja, como
por la industria del secuestro para la cual han pasado a ser apetitosos
objetivos. Hasta presos por supuesto acaparamiento han ido a parar algunos,
quienes tienen prohibición de salida del país y mantienen régimen de
presentación.
Todo
esto va haciendo que la olla de presión del desabastecimiento de alimentos
básicos y de productos de higiene personal cada día se “sobrecaliente” más, por
utilizar un término recientemente usado por Nicolás para referirse al tema.
Esto
no pinta nada bien. Lo que se ha recalentado no es precisamente el consumo,
como mal dijo Maduro. La que cada día parece estar más recalentada es la
paciencia de la gente que ya empieza a dar muestras de desespero. Es que cuando
se juega con el hambre de un pueblo, no se sabe cómo puedan terminar las cosas.
En todo caso pueden terminar, si no muy mal, peor.
Ya ha
habido heridos en las marabuntas que en diversas zonas del país se han formado
cuando llegan productos. En las largas y exasperantes colas para la compra de
productos, vigiladas por Guardias Nacionales armados de fusiles, los ánimos
están cada vez más caldeados y mi día, que comenzó con la aparición de la foto
de marras, termina con este video de un barrio de Maracaibo, un sector de
escasos recursos de la ciudad, donde una poblada desesperada, rompió el candado
de un camión que iba a descargar alimentos en el supermercado y saqueó la
mercancía.
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