Luis Ugalde 27-06-2013
No nos sorprende, pero sí duele e
indigna, el cerco del gobierno a la Universidad Autónoma para someterla e
imponer el estatismo “socialista”. Parece incomprensible a primera vista que un
profesor cualificado gane tres o cuatro veces menos en Venezuela que en
Colombia. Esto antes no era así, pero lo ha impuesto el gobierno en la
década de la mayor bonanza en los precios petroleros. En consecuencia, con
salarios iniciales cercanos al mínimo, la universidad autónoma venezolana no
puede retener y menos conseguir nuevos académicos docentes e investigadores
bien preparados. Este empobrecimiento de la Universidad no se resuelve con el
actual aumento, que sólo parcialmente repone el deterioro salarial de los
últimos cinco años: todavía se le debe a toda la comunidad y se
mantiene el cerco en espera de su rendición total.
El objetivo del asedio es la
sustitución de la actual universidad autónoma por otra sometida a la imposición
“socialista” del Gobierno-Estado-Partido. Algún ingenuo podrá pensar que esto
no es así, pues la autonomía está garantizada por la Constitución vigente en su
artículo 109 que luego de reconocerla precisa: “Las universidades
autónomas se darán normas de gobierno, funcionamiento y la administración
eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos
establezca la ley”. Este párrafo de la autonomía universitaria es
válido, o debe serlo, para todo tipo de universidad, también para las
experimentales y las privadas. Pero desde hace unos años el Régimen para
controlar a las universidades no aplica la vigente Constitución, sino la
“revolucionaria” y “socialista” derrotada en el Referéndum de 2007. Es absurdo
creer que en Cuba pueda haber universidades que piensen y enseñen algo distinto
de lo que dice Castro. Esto no es una calumnia nuestra, sino un orgullo y sello
de identidad del régimen comunista y también del “socialismo del siglo XXI”.
Desde esa perspectiva los “revolucionarios” de un plumazo convierten las
universidades autónomas en agentes del imperialismo y formadores de la “derecha
fascista”, que bien merecen unas bombas y hogueras. Absurdo sería utilizar el
dinero del pueblo para formar universitarios golpistas o respetar su autonomía
y pluralismo de pensamiento, pues “cría cuervos y te sacarán los ojos”.
La Constitución cubanoide derrotada es
la que efectivamente guía al gobierno actual. Por eso se hizo una Ley de
Universidades escandalosamente anticonstitucional y anti autonómica, hasta que
el presidente Chávez vislumbró las protestas y no se atrevió a firmarla. Si el castillo
no se puede tomar por asalto se le pone asedio, y se cerca con paciencia para
que caiga por hambre. La estrategia tiene principalmente dos piezas, el cerco
presupuestario y el bloqueo al procedimiento de elecciones democráticas
autónomas de las autoridades y representantes. La propuesta “revolucionaria”
del voto universal igualitario para la elección de autoridades académicas es
tan absurda que los egresados de la UCV tendrían cinco veces más votos que los
profesores actuales, los estudiantes diez veces más y los empleados y obreros
también los superarían. Fórmula tan genial no se usa en Cuba, ni en las
universidades venezolanas controladas por el gobierno, pues donde hay dedo
presidencial revolucionario se elimina el voto. Como por vía electoral no
pueden tomar las universidades autónomas (los resultados les desfavorecen al
menos 3 a 1), se impiden las elecciones, se bloquea la renovación de las
autoridades y se siembra violencia.
Pero la soga principal para ahorcar a
la universidad es el presupuesto: les quitamos el pan y el agua y tendrán que
rendirse. Con inflaciones anuales por arriba de 20 puntos bastan cuatro o cinco
años para que el sueldo se reduzca a menos de la mitad. Ahora, por miedo a que
la presión de calle de los universitarios prenda la mecha nacional ceden parte
del dinero debido, pero sin reconocer a las autoridades ni a los gremios
legítimamente elegidos, ni negocian con ellos.
Lamentablemente la guerra sigue. La
miopía gobiernera y el fanatismo les impide ver que por este camino “revolucionario”
de estatizar y quebrar empresas, importar alimentos, despreciar la
productividad, envilecer la educación reduciéndola a control e indoctrinación y
eliminar la autonomía universitaria… al final su ceguera se volverá contra
ellos, pues el malestar invade a la sociedad y ésta le pasa factura al
gobierno que colapsa. ¿Patria o muerte? Más automuerte que patria.
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