Diego Bautista Urbaneja el Jun 7th, 2013
dburbaneja@gmail.com
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El
modelo llegó hasta donde podía. Gran parte del país rechaza ser organizado de
forma colectivista
El gobierno está acogotado por
problemas económicos que no tiene como superar dentro de las líneas de lo que
llama su “modelo económico”. Tratando de enfrentarlos de algún modo ha dado en
los últimos días unos pasos que han merecido el calificativo genérico de
“pragmáticos”. Lo desacertado de las políticas económicas generales que se han
venido aplicando han creado tal cúmulo de problemas simultáneos, y con tan gran
potencial de descontento social, que el gobierno ha tenido que recurrir a la
empresa privada y hacer lo imposible para que ésta pueda funcionar con un
mínimo de viabilidad. Así es como se han multiplicado las conversaciones, los
“diálogos”, los compromisos de entrega de divisas, los cronogramas de pagos
retrasados.
Algunos opinan que no hay que exagerar
la importancia de estos hechos. Se afirma que esto ya lo hemos visto otras
veces y que en otras ocasiones el gobierno, cuando se ha visto en apuros, le ha
pasado la mano al empresariado privado, a “lo que queda de capitalismo”, para
que le saque las patas del barro, y poder volver luego de nuevo a las andadas
“socialistas”. Quienes hacen este planteamiento traen a colación otros
episodios en los cuales Chávez hizo algo parecido a lo que ahora estamos viendo
hacer al gabinete económico.
La tesis es interesante, pero en este
caso no la comparto. Es cierto que algo de eso ocurrió antes, cuando estaba
Chávez. Pero el que ahora no esté Chávez significa un enorme cambio de
contexto. Cuando el comandante estaba en funciones, las fronteras del
agotamiento del “modelo” siempre podían correrse un poco más. De alguna manera
se las arreglaba aquel gobernante para poder volver a las andadas, una vez
pasado el aprieto. Contaba con su poder de convencimiento, y con más recursos
financieros de los que ahora se disponen.
Por otra parte, el planteamiento que
discuto encierra una contradicción. Llegaría un momento en que, a punta de esos
reanudados “avances” del modelo socialista, lo que quedará de capitalismo sería
demasiado poco como para poderle sacar las patas del barro a nadie. En el
próximo aprieto, después de suficientes avances socialistas, los gobernantes no
tendrían a quien recurrir ni a quien pasarle la mano, y ello en un país cuya
cultura cotidiana, cuya cultura económica y de consumo ha seguido siendo la de
gente acostumbrada a comprar lo que le gusta sin pasar por un calvario.
Lo que creo que está pasando es que
“el modelo” socialista que se ha intentado implantar en todos estos años está
llegando a sus límites, que no puede más y tiene que entrar en el plano del
compromiso real o la revisión. En la otra hipótesis del volver a las andadas,
está presente la idea de que, una vez resuelto el apuro, el gobierno regresa a
poner en marcha su proyecto socialista, para seguir adelantando en él. Lo que
aquí sostengo es que el modelo económico no puede seguir avanzando. Creo
incluso que ya se había llegado a esos límites en el último año de vida de
Chávez, y que ni él mismo hubiera podido recurrir a su jugada habitual. Pero
eso nunca lo sabremos y lo que nos interesa es lo que está pasando ahora.
Las primeras manifestaciones de ese
agotamiento del “modelo” son esas medidas “pragmáticas” que comentamos al
comienzo. Es posible que la cosa no pase de allí, y se llegue a un modus
vivendi más o menos estable entre el sector privado y el sector estatal, con su
correspondiente modus operandi. En ese caso, lo que tendríamos sería la
coexistencia de un sector donde el “modelo” del gobierno estaría vigente, y un
sector capitalista al que el gobierno reconocería un terreno donde podría funcionar
con algo de menos hostigamiento que hasta ahora. Muy ineficiente el primer
sector, y el otro tan eficiente como se le permita serlo, que será lo necesario
para que la insatisfacción de la demanda de bienes y servicios de la gente no
alcance niveles críticos.
Ignoro si en el gobierno la
correlación de fuerzas políticas e ideológicas entre los pragmáticos y los
dogmáticos permite algo más que eso. Tampoco sé si hay allí, incluso en el
campo de los pragmáticos, fuerzas intelectuales y teóricas en capacidad de
plantear una revisión más a fondo del modelo socialista.
Pero el modelo llegó hasta donde podía
llegar. Una parte demasiado grande del país rechaza ser organizado de la forma
colectivista requerida por el esquema socialista, ni ver sus niveles de vida
disminuidos en la magnitud que este plantea y el gobierno no tiene la fuerza
política, ni ideológica ni social, ni económica para, doblegando aquella
resistencia, avanzar más.
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