Por Juan Andres Mejía, 03/09/2013
La Venezuela de Antier es ese memorable
parque temático que muestra la evolución de nuestro país hasta el siglo XX. Qué
triste es darnos cuenta que al parecer, mientras la mayoría de las ciudades del
continente han avanzado, nosotros hemos retrocedido. Vamos por puntos.
Basura. Basura es el término que utilizamos para
todo aquello que queremos botar, pero en realidad muchas de esas cosas son
reusables o reciclables. De esta manera reduciríamos la cantidad de residuos
que estamos generando. La alta densidad poblacional, la falta de unidades de
transporte y la anarquía en cuanto a la disposición de los mismos hace que la
acumulación de residuos en la calle sea permanente. La disposición final de los
residuos se realiza de forma improvisada e insostenible causando inclusive
daños importantes al ecosistema.
Vivienda. Este es quizás el problema que más afecta a
la población joven en Venezuela. Si existiera planificación en nuestras
ciudades aún existirá una capacidad de crecimiento poblacional, pero como todo,
las cosas se hicieron al revés, primero se pobló y luego se intento urbanizar.
La falta de oferta y la alta demanda, hacen que el metro cuadrado de una
vivienda nueva en la ciudad (en especial Caracas) sea impagable para la mayoría
de los jóvenes.
Movilidad. El primer problema en este sentido es que
cada quien juzga por su condición. El que tiene vehículo ve el mal estado de
las vías, el que usa transporte público se fija en el costo y la calidad del
mismo, el que decide ir en bicicleta se da cuenta que no tiene por donde
hacerlo y el que va a pie se queja de la contaminación. En realidad todos los
problemas son parte de un mismo término, movilidad. Salvo muy pocas
excepciones, desde hace 50 años en nuestras ciudades no se construyen medios de
transporte masivos, nuevas vías de comunicación o mejores aceras.
Seguridad. Es sin duda alguna es el problema que más
perciben los ciudadanos. La inseguridad no sólo afecta al individuo sino que
afecta a la sociedad toda vez que el encuentro ciudadano se da en la calle, en
las plazas y en los parques. Al no salir a la calle por miedo a ser víctimas de
la inseguridad, nos separamos cada vez más de nuestros vecinos y nos alejamos
del sentido de comunidad. Además, lamentablemente no se puede confiar ni en el
policía, ni en el sistema de justicia.
La lista de problemas pudiera continuar, pero
la idea acá no es señalar lo que está mal sino lo que pudiera estar bien. Ciudades
con problemas similares han podido solucionarlos en el corto plazo. Curitiba es
un ejemplo de planificación, Bogotá un modelo a seguir en movilidad, Medellín
redujo sus altísimos niveles de violencia, Quito y Lima se han convertido en
referentes turísticos y Ciudad de México ha innovado en soluciones
habitacionales.
Lo importante es no perder el norte. La lucha
por la democracia no tiene sentido si se convierte en un fin en sí mismo. El objetivo debe ser fortalecer la
democracia, empoderar al ciudadano y permitirle mejorar sus condiciones de
vida. En ese sentido y aunque no debe ser el único camino, votar el 8 de
diciembre no solo es importante, es indispensable.
Juan Andres Mejía
@JuanAndresMejia
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