Por Jesús
González Briceño, 08/10/2013
La compra
de la alimentación básica del venezolano está resultando un verdadero vía
crucis, debido a varios factores agudizados en el último bimestre del 2012, desde
cuando se han venido resquebrajado los patrones consumistas tradicionales de su
dieta, compuesta por 11 grupos de productos que supuestamente están protegidos
mediante el esquema de la regulación de la cesta normativa alimentaria (CAN),
debido a la escasez o falta en los anaqueles de mercados, abastos y bodegas
públicos (del gobierno) y privados, cuyo índice oficialmente es estimado
oficialmente en torno a un 20%; hecho complementado por elevadas y permanentes alzas
indiscriminadas de los precios de los productos regulados, por efectos de la
reducción de la oferta debido al fracaso total de nuestra producción
agropecuaria, la devaluación de la moneda en un 46.51% en febrero próximo
pasado, y la restricción de los sistemas de suministro de dólares para procurar
la importación de los renglones básicos de consumo por parte de los privados lo
que ha impulsado al dólar paralelo o ilegal a un valor jamás alcanzado desde
1999 hasta ahora. Oficialmente INE- BCV), el incremento de la CAN pasó de BS. 1741,22
en 2011, a 2085,22 en 2012 (meses de diciembre) y en agosto de 2013 fue de BS
2915,28, porcentualmente de un 19,75% interanual y para agosto de 2013 fue de 39.80% en apenas 8 meses.
Indiscutiblemente
el incremento de precios de la CAN durante 2013 es mucho más alto debido a que el
INE toma en cuenta los precios debidamente aumentados (actualizados) cuyo
volumen en los anaqueles no es constante y esporádico por lo que los usuarios
se ven obligados a comprar productos similares o sustitutivos no regulados. Por
otra parte los productos regulados-incrementados no se corresponden con la
realidad de los costos o por
especulación.
Hay
productos cuya escasez es casi permanente como la harina pan, el arroz 3%
granos partidos, la carne regulada, el leche en polvo, leche pasteurizada, las
sardinas, el queso blanco duro, aceites de mezcla vegetal, algunas raíces y
tubérculos; y las semillas, oleaginosas y leguminosas (apio, arvejas, frijoles,
lentejas) que además de escasear han duplicado y más sus precios durante el
pasado mes de septiembre. En el caso de pan en canillas es alarmante el alza de
su precio que regulado con precio actualizado a 3,50 bs /kg a principio de
marzo de 2013, se elevó a 5,52 bs. /kg. El 22 de agosto el precio del pan salado
se elevó a 6,90/kg equivalente al 97,14% de incremento con respecto a su precio
original y al 25% de la anterior regulación, lo que la Asociación Nacional de
panaderías, FEVIPAN, consideró insuficiente ante su demanda de incremento a 16 Bs/kg,
no obstante el producto se vende actualmente entre 5 y 7 por unidad no pesada,
que es aproximadamente de 200 gramos/unidad, lo que significa que el precio
promedio del pan canilla salado es de 30 Bs/kg, (se cumplió la tarea de pesarla
proveniente de varias panaderías del área
metropolitano, dando este peso promedio).
El gasto
mensual del pan de 100,32 BS/MES, para un promedio de 5,2 mensual estimado por
la CAN (en julio de 2013), sería aproximadamente de 520 BS/M calculando 3 panes
diarios 6 Bs/unidad y el resto cubierto por harina pan que sería 6 paquetes
semanales (25 kgxbs7=175 mensual) lo que sumaría un gasto mensual de bs 695,pero
resulta que debido a la escasez de la harina de maíz las familias deben
incrementar el gasto `por compra de pan salado, lo que eleva ese monto mensual
considerablemente. Actualmente la CAN estima el gasto mensual de la de harina
de maíz precocida en 84 bs/mes (CAN, julio 2013), una quimera y falsedad. La
oferta actual de harina de maíz no cubre la demanda total, de la cual la empresa
Polar cubre el 45% y por otra parte su escasez en el mercado obliga a la compra
adicional de pan salado elevando considerablemente sus gastos mensuales para
este renglón base de la alimentación diaria del venezolano. Los otros alimentos
básicos como el arroz 3%, granos partidos, carne, margarina, café, leche en
polvo, quesos, mortadela, atún, azúcar, pollo, etc. han incrementado
fuertemente su precios y son escasos, obligando a los estratos más pobres de
las población a consumir otros alimentos similares no regulados aumentando considerablemente el gasto de las
familias en alimentación que alcanzaría al menos un 50% de sus ingresos.
No existe
dudas sobre el déficit alimentario- nutricional que están padeciendo los
estratos más pobres como son el E compuesto por el 44,15% y el D con el 35,85%
de la población, con un total de 80% de consumidores con más bajos ingresos (Datanálisis,
julio de 2011) en comparación con los datos del INE que señala en un 28,0% de
hogares pobres y pobres extremos, (datos del 2011) lo que pone en peligro la
salud de un grupo considerable de
familias con el consumo preferentemente de carbohidratos con marcada
deficiencia de proteínas animales y sus derivados, destinando gran parte de sus
ingresos mensuales que, aun cuando se han aumentado con la elevación de un 30%
del salario mínimo y del bono alimentario mensual, y de un incremento del 10%
en noviembre próximo, no se compadece con los índices inflacionarios del país
estimado, según cifras no oficiales (econométrica, septiembre 2013) en un 47%
en comparación con la oficial de 42,6%
para el 2013, lo que no se corresponde tampoco con la realidad en que los
bienes y servicios no sujetos a regulación gubernamental han experimentado un
alza superior al 100% y más.
La totalidad
de productos importados y no importados como confitería y dulces, muebles y
artefactos del hogar, enlatados, cerámicas, venta y alquiler de inmuebles y
vehículos y accesorios, maquinarias y equipos del hogar, materiales de
construcción, elevación del valor de la unidad tributaria, medicinas y equipos
médicos, clínicas y honorarios médicos, papelería y artículos electrónicos,
servicios personales (electricidad, albañilería, cerrajería, reparación de
vehículos y artefactos, plomeros, servicio doméstico, transporte superficial, sujeto
a la aprobación de las alcaldías) y en general todo lo que es objetos de compras
y prestación de servicios ha sufrido un proceso hiperinflacionario que no se
corresponde con el ingreso de la mayoría de la población nacional creando un
peligroso desequilibrio presupuestario microeconómico que atenta gravemente
contra su bienestar y crea una considerable conflictividad social en un país
que ha obtenido un altísimo ingreso por la explotación de sus hidrocarburos con
un promedio superior a $100 de b/d, que ha sido derrochado por la corrupción,
ineficiencia, el clientelismo político y las dádivas y beneficios a países
amigos para contar con su beneplácito internacional.
La harina
de maíz precocida se ha convertido en el pan diario barato que brinda la
confección de la arepa tradicional, base de la alimentación de la mitad de
nuestra población pero con los problemas de escasez y el reciente incremento de
precio de 5,31 A 7,11 BS/kg (33,89%) que actualmente confronta, se está
cercenando el acceso a la alimentación básica del venezolano, añadiendo también
el incremento y escasez de los insumos para rellenarla como la carne molida, la
mortadela, caraotas negras, atún, el queso blanco y pollo y otros con un
suministro deficitario al mercado o con precios muy elevados. Como se ha planteado
con mucha insistencia con anterioridad, podría haberse pensado en un sustituto
o complemento con la maximización de la producción de harina de yuca para la
producción de otro tipo de pan y el casabe pero ambos productos resultan
demasiados caros y no son de la aceptación del gusto de la totalidad de la
población venezolana y menos de origen europeo.
Gran
parte de la producción de ambos productos son elaborados en forma artesanal y
hasta en condiciones de insalubridad y hoy en día un kg de torta de cazabe cuesta aproximadamente 120
BS.( una torta de 225 gramos cuesta aproximadamente entre 25 y 40 bolívares por
unidad (investigación propia). En fin el dilema del gobierno revolucionario es
complejo y muy difícil de resolver y el del consumidor es aún más grave cuando
se dispone a realizar las compras para su sustento diario confrontando una
escasez que el mes de septiembre ha llegado a límites extremos de carestía y de
alza de sus precios tanto de los renglones de la canasta alimentaria como de
los exentos de regulación. La única solución que el gobierno ha encontrado ante
esta aguda problemática es la
importación masiva de casi todo el espectro alimenticio del país de 3.571.335
TNS (gran parte y variedad de de los alimentos consumidos en el país) en el
lapso no mayor de diez meses, con un gasto superior de 29.300 millones de
bolívares, además de los productos de consumo navideño, maquinarias y equipos,
vehículos, productos informáticos, seguridad industrial, conjuntamente con la
rehabilitación de la Corporación CASA, con sus recursos presupuestarios de
2013, divisas por un monto de 294 millones de dólares y otros recursos que apruebe el gobierno en 2013-2014.
La solución
que da maduro ante esta grave y explosiva situación de nuestro sector
agropecuario y del parque industrial agroalimentario nacional no requiere
ningún comentario que no sea el total fracaso del PROGRAMA DE SOBERANÍA
ALIMENTARIA iniciado por el fallecido Chávez y la multimillonaria inversión de recursos,
programas, industrias nacionalizadas, infraestructura y servicios creados,
burocracia gubernamental y corrupción bajo la óptica de la ineficiencia y la
improvisación, y del actual mandatario cuya única solución es la importación del
80% del consumo alimentario y de maquinaria técnico-industrial ante la
avalancha descomunal del déficit que no puede cubrir la producción nacional que
se profundizará a medida que se vayan consumiendo los productos e insumos
importados, por cuanto es imposible enmendar la plana de doce años de una
política y gestión erráticas dentro de un esquema en que el estado ha asumido
un papel preponderante de importador, productor, distribuidor y vendedor de los
productos básicos de la alimentación, mientras que el sector y la propiedad
privados han sido relegados a una función secundaria.
No será
fácil revertir a corto y mediano plazo este modelo económico estatizado y
centralizado tipo marxista-cubano que después de medio siglo se ha convencido
de la necesidad de liberalizar las relaciones productivas en base al
empobrecimiento de sus habitantes ante el enorme fracaso admitido públicamente
por el liderazgo de los Castro. Tampoco nuestro actual mandatario está en
capacidad de desmontar este aparataje económico-ideológico y lo más seguro es
que seguiremos sufriendo los embates de la inflación, la escasez y la baja
producción agropecuaria y económica en general, al menos que cambien las
estrategias y los conductores de un nuevo proceso bajo otras reglas del juego
político y económico. Estas observaciones sobre los acontecimientos que pesan
sobre nuestra población nos hacen pensar en aquel antaño aforismo popular
consagrado en la boca de un gran trovador popular, el Carrao de Palmarito, LA AREPA SE ESTÁ PONIENDO CUADRADA.
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