Por JOSÉ ANTONIO LLORENTE Madrid, 17 septiembre 2013
Elecciones en Latinoamérica:
el fortalecimiento de las instituciones como garantía de democracia
La celebración de elecciones en
diecisiete países latinoamericanos entre 2013 y 2016 resultará clave para
estudiar la deriva política en Latinoamérica.
En 2013, Ecuador, Paraguay, Venezuela,
Honduras y Chile celebran sus elecciones presidenciales. Un año después, las
presidenciales tendrán lugar en Brasil, Colombia, Bolivia, Uruguay, El
Salvador, Panamá y Costa Rica. 2015 será el año de Argentina, Guatemala y
Nicaragua. Por último, Perú y República Dominicana cerrarán el ciclo en 2016.
México es el país que queda fuera de este periodo de tiempo, ya que los comicios
se celebrarán en 2018.
En este último lustro la mejora de la
coyuntura económica ha llevado a un incremento de las clases medias y a una
inclinación por las tendencias moderadas y de centro. Ejemplos de este “giro al
centro” han sido la victoria de Sebastián Piñera en Chile y la de Juan Manuel
Santos en Colombia en 2010, o el triunfo del PRI de Enrique Peña Nieto en
México, en 2012. La continuidad en la bonanza económica ha llevado también a un
continuismo político. En este periodo, además, ha tenido lugar una ola
reeleccionista, con ejemplos como la reelección de Cristina Fernández de
Kirchner en octubre de 2011 y de Hugo Chávez en octubre de 2012.
Considerando el panorama reciente, la
pregunta clave es si se mantendrá la tendencia continuista y reeleccionista en
estos próximos tres años.
Por ahora, la reelección de Rafael
Correa en Ecuador confirma, inicialmente esta tesis, habiendo comenzado su
tercer mandato presidencial, tras las elecciones presidenciales de febrero de
2013.
En 2014, los resultados de las
presidenciales en Bolivia, por otra parte, demostrarán si se mantiene esta
tendencia, teniendo en cuenta que Evo Morales aspira a la reelección. Lo cierto
es que, según apuntan las últimas encuestas, a día de hoy Evo Morales lidera la
intención de voto.
Además, la popularidad de Dilma
Rousseff en Brasil lleva a pensar que aspirará a la reelección en 2014 y, en
el caso de Juan Manuel Santos, que fue electo Presidente de Colombia en 2010,
muy probablemente vuelva a ser el candidato del oficialismo en 2014.
Por otro lado, casos como el de
Xiomara Castro en Honduras y Sandra Torres en Guatemala confirman la tendencia
de una especie de “reeleccionismo conyugal”, esposas que aspiran a suceder a
sus maridos en el poder. Ejemplo paradigmático de esta tendencia es el de
Cristina Fernández, esposa de Néstor Kirchner, que fue elegida en 2007 en
Argentina.
Ante estas perspectivas, cabe
plantearse si esta efervescencia reeleccionista es señal de que los ciudadanos
están satisfechos con los gobiernos en el poder y confían verdaderamente en sus
líderes, o si por el contrario la reelección se perfila como un remedio frente
a la escasa credibilidad de los partidos y la desconfianza en las
instituciones.
La tendencia reeleccionista conlleva
el riesgo de caer en el “hiperpresidencialismo”, potenciando la política
personalista al tiempo que merma la institucionalidad. Las democracias con
débil institucionalización son más propensas a la corrupción y a la permanencia
de los partidos en el poder durante un largo periodo de tiempo.
Por lo tanto, los países
latinoamericanos han de enfrentarse a un reto a corto plazo: preservar la
democracia en la región fortaleciendo las instituciones políticas.
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