Henrique Capriles 06 de octubre de 2013
Quienes están en Miraflores no pueden
ocultarlo más: los venezolanos queremos un cambio y vamos a conseguirlo, por el
bien de cada uno de nosotros y por el bien del país. El país entero ha
demostrado que dejó de temerle al cambio, porque sabe que a lo que hay que
tenerle miedo es a la ineficacia y al retroceso que representan quienes han
decidido empeñar al país a cambio de mantenerse enchufados en el Poder. Pero
nadie puede gobernar sin pueblo. Nadie.
Nunca antes nuestro país había vivido
un desacierto de tanta magnitud como el que ahora comanda Nicolás y su
desgobierno. Están de espaldas al país y prefieren salir a pedir prestado que
admitir que se han equivocado y que todas las medidas económicas que han tomado
nos han empobrecido mucho más. Prefieren hipotecar el futuro de nuestros hijos
antes que rectificar. Prefieren caerse a coba en vez de asumir que han llevado
la economía a un precipicio y que no están en la capacidad de salir de esta
crisis. Primero porque no saben cómo hacerlo y, segundo, porque se
quedaron sin pueblo y la gente no es tonta.
Pero te advierto, Nicolás, que
nosotros no vamos a dejar que el país se vaya por un barranco por tu
incapacidad para gobernar ni por la corruptela de la cual te has convertido en
mampara y cómplice. Porque quien no tiene la confianza de su propia militancia,
menos va a tener la del país que pretende gobernar.
Y ahora no sólo tendrán que sumar a la
gente que decidió abandonar ese modelo agotado y fracasado para darnos su
confianza, sino que se darán cuenta de cuánto de su militancia está cada vez
más decepcionada de la incompetencia y las excusas de quienes ya no saben cuál
bomba de humo activar.
Ni ese invento de la guerra económica
ni las cortinas políticas que buscan en otros países a los culpables de su
desastre les ha resultado. Los venezolanos saben que se robaron los reales, que
no han podido levantar la producción nacional, que están más pendiente de los
otros países que de Venezuela y que el partido de gobierno ha demostrado que no
puede darle soluciones a los problemas reales del día a día de los venezolanos.
Al pueblo venezolano ya nada lo
detiene! Los cambios ya se empiezan a sentir en la manera de comprometerse con
el futuro que cada venezolano está poniendo de manifiesto. Ya no hay lugar para
el egoísmo, sino para sumar el talento y las capacidades de cada quien a la
construcción del futuro que un país como el nuestro merece. Cada familia de
cada comunidad venezolana está decidida a que las metas de la gente de bien se
puedan cumplir. ¡Y nadie nos sacará de ese camino!
Ni con el más grande de los trapos
rojos podrás tapar que quebraste a uno de los países con más riquezas de toda
la región y durante Capriles Radonskiuna bonanza petrolera. Ni importando humo
vas a poder esconder los contenedores de comida podrida que, una vez más, le
falta el respeto al hambre de las familias más necesitadas. No hay una olla tan
grande que puedas montar para esconder que las empresas básicas están quebradas
y que la inseguridad y el narcotráfico andan por nuestro país como por su casa.
Las elecciones municipales que tendrán
lugar el 8 de diciembre son la oportunidad para que los venezolanos te
demuestren una vez más que queremos un cambio y lo vamos a conseguir. Olvídate
de las guerras sucias y de los intentos de desmotivar el voto, porque ese
barranco para donde quieres que se lancen los que todavía te apoyan no es el
destino que tendrá Venezuela.
Y no podrás repetir el guiso del 14 de
abril. La trampa la vamos a derrotar con votos en cada municipio, porque en
ninguno de los rincones del país se puede dar alguna razón válida para que la
gente te crea uno más de tus embustes.
Se acabó, Nicolás: tu incompetencia es
algo de lo que ya tiene constancia cada sector del país. Pero ni tú ni tu
incapacidad no van a expropiarnos el futuro.
Por eso es que cada venezolano que
quiera que el progreso llegue a Venezuela debe movilizarse a favor de los
candidatos de la unidad, pero no por una persona sino por un futuro construido
para todos por igual. Y es el momento de ayudar a quienes todavía tienen
secuestrada su esperanza. Sólo entre todos podemos construir el futuro que
merecemos.
Este país ya cambió el miedo por la
esperanza. El deseo de cada uno de nosotros para tener el país que merecemos y
que podemos tener es una fuerza que, como el futuro, es indetenible.
¡Sigamos adelante sin miedo! Que Dios
bendiga a Venezuela.
Tomado de: http://blog.henriquecaprilesradonski.com/
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