Fernando Mires 10 de octubre de 2013
El tema de Octubre en Venezuela ha
sido la petición del mandatario Nicolás Maduro a la Asamblea Nacional para que
se le conceda una Ley Habilitante a fin -dice él- de luchar en contra de la
corrupción y practicar la guerra económica declarada ya no se sabe a quien.
Tanto desea la Habilitante Maduro, que no trepidaría en aceptar la compra de
algún parlamentario suplente, expediente de por sí tan corrupto que en
cualquier país normal inhabilitaría moralmente a cualquier habilitado.
¿Para qué una Habilitante? Es la
pregunta que nos hacemos desde fuera quienes estamos preocupados por el
acontecer venezolano. ¿No es el de Venezuela el gobierno que cuenta con más
poder fáctico en todo el continente latinoamericano?
Todos los poderes públicos en
Venezuela han llegado a ser habilitantes; toda la prensa televisiva es
habilitante; todo el aparato represivo es habilitante. Todo el Estado
venezolano está habilitado para satisfacer los deseos del gobernante, quien,
por si fuera poco, ha terminado por militarizar hasta los supermercados ¿Para qué una Habilitante entonces?
Creo que la respuesta más acertada ha
sido dada por Simón Bocanegra en un artículo publicado en Tal Cual. La
Habilitante no concede poder de facto porque de hecho el ejecutivo lo tiene
todo, pero sí concedería -supuestamente- poder simbólico.
¿Qué es el poder simbólico en
política?
A diferencia del poder de facto, que
es el que se tiene, el poder simbólico es el que se representa, aunque no se
tenga. Eso quiere decir que el inmenso poder fáctico de Maduro carece de
consagración simbólica. Pues bien, en política el poder simbólico tiene una
enorme importancia.
De tal manera, lo que Maduro quiere
conseguir no es tener poder por sobre la Asamblea, lo que de hecho tiene, sino
que la Asamblea le conceda "legalmente" el poder que esa misma
Asamblea no tiene. Así Maduro emergería bajo la luz pública ostentando el
certificado de un poder situado por sobre el poder, por sobre la Asamblea, por
sobre Diosdado Cabello (este parece ser un objetivo muy importante), por sobre
la Constitución, por sobre la Ley, por sobre todo. En otras palabras, Maduro
aparecería representando definitivamente el poder que una vez tuvo Chávez. Un
presidente hecho monarca por desgracia de Dios.
Si esa es la lógica del gobierno, y
parece que esa es, hay que consignar una diferencia notable con las
habilitaciones que recibía periódicamente Chávez de esa Asamblea sobre la cual
ejercía absoluta dominación. La diferencia es que el poder simbólico de Chávez
no venía de una Habilitante, sino de una inmensa mayoría popular que lo
respaldaba. Las Habilitantes obtenidas por Chávez eran, en ese sentido, solo la
certificación institucional de su habilitación popular. Y bien, Maduro –un
populista sin pueblo- recorre el mismo camino, pero al revés: En lugar de
conquistar el poder popular para luego habilitarlo constitucionalmente, intenta
conseguir la Habilitante para desde ahí, a fuerza de golpes, obtener el poder
popular. Y todo eso a menos de dos meses de las decisivas elecciones de
Diciembre.
De tal modo, con la petición de una
Habilitante, Maduro intenta sustituir pro-forma un poder que Chávez obtenía
directamente del pueblo. O dicho en estilo más fino: Mientras las Habilitantes de
Chávez formalizaban un poder popular que se tenía, la Habilitante de Maduro
formalizaría un poder popular que no se tiene. La Habilitante entonces, solo
sería un símbolo vacío, pero un símbolo al fin. ¿O será la Habilitante que
exige Maduro un instrumento destinado a aplicarse en contra de sus enemigos
endógenos? Hay cosas que solo sabe el diablo.
Sin embargo, hay algo en Venezuela que
todos saben. La única Habilitante que tendrá vigencia será la que surja del
mandato popular expresado el 8.12.
La oposición organizada desde la MUD y
liderada por Capriles ya ha trazado su camino. Las condiciones históricas para
la habilitación política de una nueva mayoría ya están dadas. La crisis
económica producida por las locuras ideológicas del régimen ha alcanzado sus
más altos niveles. Lo mismo ocurre con la corrupción generalizada en los
estamentos estatales, tan grande debe ser que el mismo Maduro la dio a conocer
en su discurso en la Asamblea, atacando uno de los bastiones de la economía
chavista, el CADIVI (para los no venezólogos, "comisión de administración
de divisas").
La unidad en torno a la MUD en cambio,
es casi perfecta. Y si el descontrolado presidente continúa insultando a más de
la mitad del país, esa mayoría que según toda encuesta clama por una reconciliación
nacional, le va a pasar la cuenta. De tal modo, si es que no hay una
desgraciada interrupción anticonstitucional –bajo el post-chavismo todo es
posible- se cumplirán en Diciembre las palabras escritas en una pared de un
barrio de Caracas: "Con Habilitante o sin Habilitante, seguiremos
adelante". Pudo haberlas escrito un chavista. Da lo mismo.
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