EDITORIAL de la MUD
Los venezolanos tenemos problemas enormes. Una economía que se ha vuelto
disfuncional y no estamos de acuerdo entre nosotros acerca de las causas de esa
disfuncionalidad. Pero lo que el pueblo siente es que los bienes escasean y los
precios suben. Una violencia que crece y crece de un modo que parece
incontenible, sin que las respuestas ofrecidas tengan la integralidad que las
haga eficaces. Servicios públicos decadentes. Una política que no provee cauces
razonables para la convivencia y la resolución de los conflictos.
Para atender esa realidad hacemos
falta todos. Sin exclusiones, sin divisiones, sin discriminaciones. Sentarse a
dialogar cara a cara, con reconocimiento y respeto mutuo. Para explorar zonas
de encuentro y convenir soluciones. Ese diálogo, siempre necesario, es ya
imperativo. Venezuela establece, en su Constitución, el marco para el diálogo.
Valora el derecho y la justicia, la libertad y la igualdad, y reconoce
preeminencia a los derechos humanos, la ética y el pluralismo. Separa y
distribuye las ramas y niveles del Poder Público, y les impone colaborar entre
sí, en el ámbito de sus competencias respectivas. Nada de eso puede ser letra
muerta, carente de significado práctico.
El diálogo necesario, para ser útil,
no puede ser condicionado. Un “diálogo” con peajes humillantes para los
dialogantes sería una burla. Las únicas condiciones posibles y aceptables están
dadas: es necesario y constitucional. Lo demás es cuestión de decencia y
responsabilidad. La elección de alcaldes y concejales puede ser, como ha sido
dicho, una gran oportunidad. Dios quiera y no la perdamos. Que no vaya a
extraviarse por los caminos del sectarismo y la arrogancia. Porque la
imposición, por definición, es irrespetuosa. El Ejecutivo nacional, los
gobiernos regionales y los municipales tienen mucho en qué entenderse, porque
su deber es trabajar por la gente. Con independencia de la opinión política de
sus titulares.
Los alcaldes de la Unidad han
manifestado su disposición con dignidad y responsabilidad. Puede y debe el
Ejecutivo nacional, que se ha ofrecido como anfitrión de una reunión, abrir un
paréntesis que permita el diálogo. Porque lograr una agenda común venezolana no
pasa por exigir la rendición de quienes han ganado sus elecciones locales y se
han comprometido con programas de gobierno compatibles con la Constitución.
La próxima vez que nos veamos será ya
2014. Felicidades a todos en Navidad y Año Nuevo.
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