Por Oscar Hernández Bernalette, 18/12/2013
Lo más
importante para la oposición es seguir el camino que se han trazado de
conquistar espacios y voluntades. Tiene que seguir oponiéndose democráticamente
a las políticas perjudiciales para el país que adelanta este gobierno
El resultado de
las elecciones municipales es clarísimo y más o menos reflejó lo que los
análisis previos asomaban lo que sería el mapa electoral de esa jornada. Sin
pasiones de por medio y con la objetividad posible hay que concluir que esta
jornada fue buena para la oposición venezolana. No tanto para el PSUV y el
Gobierno. Sus objetivos y a su deseo de tener un país apabullado con su visón
de mundo no lo lograron. No es cualquier cosa poder afirmar que el país está
dividido en dos partes y que con una mayoría mínima se impuso el electorado que
no votó por las opciones del Gobierno con 51%. Una abstención sobre el 40% no
es halagadora para ninguna de las dos partes y sobre todo para el gobierno que
decretó el día de las elecciones en una fecha patria para reconocer al
Presidente Chávez y demostrar la lealtad y amor a su figura.
Por el contrario,
los resultados demostraron el poco apego al llamado cuando solo menos del 30%
del patrón electoral se sumó a ese reconocimiento. Ya lo dijimos en una nota
anterior que era un error tamaña aventura.
Por otra parte, la
convocatoria de la oposición en el sentido de querer convertir estas elecciones
en un plebiscito fue una buena estrategia aunque no resultó. Sin embargo, allí
están los números y si algún sector debe estar complacido es el opositor. Fue
una buena cruzada y los resultados son en mi opinión alentadores. Que pudieron
ser mejores, seguramente, que podríamos haber alcanzado más alcaldías, es
posible pero desde una perspectiva electoral el rango de los resultados se
había evaluado dentro de las opciones. En esta contienda la oposición creció y
además en calidad. El sector oficial obtuvo menos alcaldías y menos votos. Ello
es significativo, sin duda son una fuerza electoral apabullante aunque no ética
toda vez que sus métodos abusivos preelectorales y su poco apego a respetar los
resultados cuando se lanzan en esa política de designaciones de procónsules en
las entidades más importantes que perdieron.
Ahora bien, lo más
importante para la oposición es seguir el camino que se han trazado de
conquistar espacios y voluntades. Tiene que seguir oponiéndose democráticamente
a las políticas perjudiciales para el país que adelanta este gobierno.
Sin duda que hay
espacio para reflexionar, evaluarse, criticar y también oxigenarse. Pero
siempre dentro de la Unidad. Si hay algo que está demostrado es que la lucha es
desigual y llena de tropiezos y abusos. La única manera de irlos superando es
con la constancia, trabajo, honestidad, y sobre todo con apostolado para
demostrarle a los sectores que más dependen de las dádivas y las políticas del
gobierno, sobre todo en los sectores más pobres y rurales del país, que ellos
también serán debidamente atendidos en sus necesidades pero con diferencia y es
demostrando que para repartir y dar no es necesario robar las arcas del Estado.
Los factores
democráticos del país seguirán marcando la pauta siempre y cuando estén unidos.
Aquellos partidos o personalidades que crean que les llegó su tiempo solos, se
equivocan y arriesgan su capital político. La Venezuela civilista no lucha
contra Maduro, Cabello o el PSUV, lucha es contra una visión de mundo que ellos
encarnan y que no va a llevar al país a un mejor sendero. No superaremos la
crisis moral, económica y social dentro de un esquema totalitario que quiere
imponer su visión dejando de reconocer que existe una mitad del país que
también es sujeto de nuestra única Constitución que representa el pacto social
que nos dimos los venezolanos.
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