Por Golcar Rojas, 09/12/2013
¿Cómo no sentirme contento de haber votado para oponerme a este régimen oprobioso, tramposo y vergonzoso?
Llegué a mí centro de votación a eso de la una y media de la tarde. Revisé mi lista: “Mesa 3″. Me ubiqué de tercero en la fila y en menos de cinco minutos ya tenía el meñique manchado de tinta morada en señal de que había ejercido mi derecho y mi deber.
Menos de 5 minutos duró todo el proceso. No tuve que detenerme más de un minuto en cada estación.
Menos de 5 minutos que fueron suficientes para conocer una historia más de humillación y vejación a los ciudadanos venezolanos.
Digo: “Esta es la única cola que en el país hago con alegría”. Eso bastó para detonar el relato que a continuación se desarrolló entre la señora que estaba delante de mí y el el joven que venía detrás.
-¡Las malditas colas! -Exclamó la señora, y prosiguió:
-Anoche fui al supermercado a comprar varias cosas, una leche evaporada, una condensada y papel tualé. Después de hacer la cola, cuando llegué a la caja, me dice la cajera: “Señora, su cédula está bloqueda. No puede hacer esa compra porque lleva productos regulados”.
Le digo:
-Claro, gracias al régimen bolivariano y socialista, uno no puede comprar productos regulados más de una vez a la semana.
-¡Eso es lo peor! ¡Yo no he comprado esta semana nada! Cuando le dije a la cajera que yo no había hecho compras esta semana, me dice: “Pues alguien usó su número de cédula y por eso la bloquearon”.
La señora dice que no daba crédito a lo que le decía la dependienta:
-Ay, señora. Pasa mucho. Por eso no se puede decir el número en voz alta porque cualquiera lo oye y puede usarlo por usted.
-Pero si a mí me obligan a mostrar la cédula laminada, ¿cómo puede alguien comprar con solo decir mi número de cédula…?
-Ahora tiene que ir a que la desbloqueen.
-¿Donde?
-Eso sí no lo sé.
Cuando la mujer llega a esta altura del cuento, el joven que estaba detrás de mí en la cola, salta:
-Señora, le doy un consejo. No pierda su tiempo. Yo tengo tres meses en un solo peloteo por diferentes dependencias para tratar de desbloquear a mi tía de 75 años, y nada. De un lado me mandan para otro y en ninguna oficina resuelven. La última vez me dijo un tipo que me olvidara de eso, que si no pagaba un soborno, nunca desbloquearían a mi tía. ¡La pobre vieja! Su única diversión en la vida es salir todos los días a hacer su compra en el supermercado y ahora, gracias al racionamiento y a que le bloquearon su cédula, ni eso puede hacer.
Como dije al principio de este relato, toda esta historia fue contada en los menos de cinco minutos que duró el proceso de votación, mientras avanzábamos en la cola rumbo a la mesa en la que nos correspondía ejercer nuestro derecho.
Si bien es cierto que a mí no me emocionaba mucho votar por Evelyn, en efecto, no voté “por ella”, voté en contra de este régimen humillante y oprobioso.
Luego de escuchar a los dos compañeros de jornada en la cola, marqué feliz la tarjeta de la Mesa de la Unidad, para dejar constancia de mi absoluto rechazo a este régimen, consciente de que no estaba votando por una persona sino en contra de un régimen y a favor del país.
Salí de centro de votación con la satisfacción del deber cumplido y con la tranquilidad de que, pase lo que pase de aquí en adelante, nadie podrá nunca reprocharme o señalarme diciendo: “Porque como tú no votaste”.
http://golcarr.wordpress.com/2013/12/09/por-mi-no-sera-yo-si-vote/
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