Andrés Oppenheimer 19 de diciembre de 2013
AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM
Lo más preocupante para Latinoamérica
de las recientes pruebas internacionales PISA de estudiantes de 15 años no es
que los resultados de los países de la región hayan sido pésimos, sino que
algunos países ni siquiera admiten que tienen un problema serio.
Desde que se dieron a conocer los
resultados del test PISA a principios de mes, se ha escrito mucho sobre el
hecho de que los países latinoamericanos que participaron en la prueba —Chile,
México, Uruguay, Costa Rica, Brasil, Argentina, Colombia y Perú— salieron en
los últimos puestos de la lista de los 65 países participantes.
Pero muy poco se ha hablado sobre los
países que se retiraron de la prueba a último minuto, como Panamá, o los que
directamente no participaron en la prueba —quizás temiendo sus resultados— como
Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Guatemala,
Honduras y República Dominicana.
El test PISA, o Programa Internacional
para la Evaluación Estudiantil, es tomado cada tres años, y mide el
conocimiento de los jóvenes en matemáticas, ciencia y comprensión de la
lectura. Se trata sin duda de la prueba estudiantil más respetada, dicen los
expertos en educación.
Este año, como en años anteriores, los
estudiantes de China y otros países asiáticos sacaron el mejor puntaje en las
tres categorías.
En matemáticas, la ciudad china de
Shangai salió en primer lugar, seguida por Singapur, Hong Kong, Taipei, Corea
del Sur y Japón.
Más abajo en la lista de puntajes
están Suiza (9), Finlandia (12), Alemania (16), Francia (25), España (33),
Rusia (34), Estados Unidos (36), Suecia (38), Chile (51), México (53), Uruguay
(55), Costa Rica (56), Brasil (58), Argentina (59), Colombia (62) y Perú (65).
Los resultados en ciencias y comprensión de lectura fueron similares.
En casi todos los países europeos y en
Estados Unidos, los gobiernos asumieron la responsabilidad por sus puntajes
relativamente malos, y los interpretaron como un llamado de atención para
mejorar la calidad educativa. Afortunadamente, algunos gobiernos
latinoamericanos, como los de México, Brasil, Colombia y Perú, hicieron lo
mismo.
Pero otros gobiernos latinoamericanos
siguieron la política del avestruz, y trataron de minimizar el problema, o
negarlo por completo.
El ministro de educación de Argentina,
Alberto Sileoni, quien en años anteriores culpó a la metodología del PISA por
los malos resultados de su país, esta vez admitió que los resultados fueron
malos, y que hay que tratar de mejorarlos.
Sin embargo, en lugar de utilizar el
test PISA para movilizar el país y tratar de revertir la debacle educativa de
Argentina, Sileoni relativizó los resultados de la prueba. Dijo que a todos los
países latinoamericanos les fue mal, y acto seguido pasó a ponderar las
políticas educativas de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner.
La reacción más payasa, sin embargo,
fue la de Bolivia, cuyo ministro de educación Roberto Aguilar fue citado en los
medios diciendo que su país no participó en la prueba PISA porque se trata de
una “imposición neoliberal”.
Según un artículo anterior publicado
en el portal del Ministerio de Educación de Bolivia, Aguilar dijo que “el
gobierno de Bolivia no permitirá el test PISA como condicionamiento del
desarrollo educativo”, y que el país construirá “sus propios modelos” de
evaluación educativa.
Cuba, que afirma tener un sistema
educativo de alto nivel, no explicó por qué no participó en la prueba. Tampoco
lo hizo Venezuela. Los críticos señalan que ambos países no participan por
temor a que los resultados contradigan la imagen de éxito que proyectan sus propagandas
oficiales.
Otros países que se autoproclaman
socialistas, como China y Vietnam, no solo participan en la prueba PISA sino
que la usan como un medidor clave de sus programas educativos.
Además de las pruebas, el PISA también
incluyó este año una encuesta a los estudiantes sobre cuán felices están con
sus escuelas. Curiosamente, o no tanto, los estudiantes peruanos —que salieron
últimos en las pruebas académicas— salieron terceros en el mundo en el ranking
de felicidad con sus escuelas, seguidos de cerca por los colombianos (5),
mexicanos (7), costarricenses (8) y uruguayos (13).
Mi opinión: Aunque los países
latinoamericanos que participaron en la prueba PISA están siendo criticados en
los medios por sus malos resultados, son los más valientes.
Están haciendo lo debido: cuando uno
tiene un problema, lo mejor que puede hacer es identificarlo, cuantificarlo,
asumirlo, y hacer algo al respecto.
Por suerte, algunos países que no
participaron, como Ecuador, Guatemala y Panamá, están reconsiderando su posición,
y podrían participar en el 2015.
Pero aquellos que se niegan a
participar en la prueba, como Bolivia, Cuba y Venezuela, están escondiéndose
detrás de eslogans ideológicos y otras excusas banales para negar su deterioro
educacional. Son los que merecen las mayores críticas.
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