Andrés Cañizales Diciembre 26, 2013
El año 2013, tal como lo sostuvimos en
un texto publicado en este mismo espacio hace algunos días, fue un período duro
para la libertad de expresión y el derecho a la información en Venezuela. Nos
gustaría tener una visión optimista del año que está por comenzar, sin embargo
partiendo de lo sucedido en estos meses difícilmente puede pensarse en un
cambio drástico de las condiciones político-comunicacionales de la Venezuela
gobernada por Nicolás Maduro. Este tiempo navideño, propicio para los buenos
deseos, puede ser aprovechado para desearle a la sociedad venezolana –y a cada
uno de nosotros, como ciudadanos de este país- un clima político favorable a la
tolerancia, al respeto de las diversas opiniones y a favor del trabajo en
libertad de una prensa crítica. Básicamente se trata de desearle a Venezuela un
ejercicio democrático pleno, en el cual el derecho a expresarse e informarse
resulta crucial.
Sin embargo, al poner los pies sobre
la tierra todo parece apuntar a un período de tensiones, dificultades y
restricciones para 2014. No hay señales de que las cosas vayan a cambiar de
forma radical en relación al cómo se dieron en 2013. Desde mi punto de vista
continuará un control político, ejercido desde la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones (CONATEL), sobre el sistema radioeléctrico, eso implicará no
sólo sanciones directas contras las emisoras de radio y televisión sino la muy
perniciosa práctica de las llamadas telefónicas, una suerte de censura sutil,
que comenzó a ejercerse de forma rutinaria en el año que está concluyendo. Los
canales nacionales de televisión fueron doblegados para que modificaran su
línea editorial, en un proceso que venía en práctica desde tiempo atrás, pero
que bajo el gobierno de Maduro alcanzó una clara expresión con el blackout que
sufren hoy los líderes de la alternativa democrática. La invisibilización de
las voces opositoras en los medios radioeléctricos de alcance nacional seguirá
en 2014 y posiblemente se agudizará, especialmente en momentos delicados como
aquellos que vamos a vivir en materia económica.
En los meses finales de 2013 quedó en
evidencia la intención oficial de controlar la prensa escrita, que ha sido una
suerte de última frontera en la cual aún se ejerce, mayoritariamente, un
periodismo crítico en Venezuela. El chantaje con la asignación de divisas para las
importaciones de papel periódico, junto al uso recurrente de juicios –que en su
mayoría quedan estancados, pero aún así son una amenaza- y procedimientos
administrativos de diversa índole para castigar o sencillamente hacerle la vida
más complicada a los medios impresos, serán un asunto cotidiano en 2014. No
puede obviarse que el discurso público desde el poder ha convertido a los
medios impresos en “enemigos” del gobierno, con llamados directos del
presidente Maduro para que se le haga un boicot, por ejemplo a El Nacional. Una
línea de acción futura contra la prensa escrita podría incluir en 2014 una ley
de prensa, que en diversas ocasiones voceros oficiales han destacado como
necesaria.
Avizoro para este 2014 una acción
gubernamental para controlar la información económica, incluso desde sus
propias entidades tales como el Banco Central de Venezuela (BCV) o el Instituto
Nacional de Estadística (INE). El manejo que se presentó en relación con la
difusión del índice inflacionario del pasado mes de noviembre, constituye desde
mi punto de vista una señal de algo que puede convertirse en rutina. Es de
esperar un “maquillaje” gubernamental de las cifras oficiales junto a una
dinámica de generar “seudo-eventos”, con una eficacia política como lo demostró
con la “guerra” al comercio iniciada en las semanas finales de noviembre.
El presidente Maduro seguirá con su
política de apropiarse del espacio público de forma recurrente con el uso
abusivo de las cadenas de radio y televisión. Sobre esto ya habíamos alertado que
cualquier jefe de Estado posterior a Chávez difícilmente limitaría este
mecanismo que le permite proyectar una voz única sobre toda la nación, se trata
de un poder comunicacional sin par.
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