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domingo, 22 de diciembre de 2013

Navidad buenos deseos

RAFAEL BELLO sábado 21 de diciembre de 2013

Fortalece al venezolano su identidad con la tradición de sus valores espirituales


Añoranza es una palabra mágica. Se anhela en Venezuela convivencia, moralidad, honradez y eficiencia en la función pública. Son más que deseos, sentidas aspiraciones de la sociedad venezolana que en estos días navideños se renuevan con optimismo y fe. En familia se evocan otros tiempos, aunque la tradición de una noche de encuentros donde la fraternidad es la carta de presentación, los buenos deseos de seguridad, unión y paz le dan una significación actual a la tradición hermosa, donde el pesebre, ocupa espacio preferente en una noche donde la brisa se cuela por las hendijas y trae presente los buenos deseos de la Navidad.

Pero la realidad venezolana nos levanta temprano y el panorama no es el mejor escenario de los tiempos que se viven con dolencias profundas. Tristeza en la familia por diversas razones donde la violencia y la escasez de alimentos constituyen el rosario de calamidades en un país otrora autosuficiente en lo esencial para la vida. Naturalmente, los habitantes de este gran país, porque lo es, pese a la desgracia que vive, no renunciamos a la paz que la unión y la navidad se solidifican con la afirmación de los valores democráticos. No renunciamos al derecho existencial de ser libres en la patria de la libertad de América.

Los buenos deseos en el venezolano se identifican con la actitud soberana que se funde con el optimismo que crece en la fortaleza espiritual y en las convicciones del ideal democrático. Y en estos días la Navidad es motivo también donde la familia se fortalece en la unión, el amor y el compromiso fraterno. Se vive la tradición navideña en la constancia de valores y principios que le dan sentido y valor a la razón de ser. 

Fortalece al venezolano su identidad con la tradición de sus valores espirituales. En ello está presente el espíritu de la Navidad que propicia identidad con el amor a la libertad y la paz.

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