Entrevista a Colette
Capriles 10 de diciembre de 2013
1. ¿Cómo interpreta usted los
resultados de las elecciones del pasado 8-D?
Me parece que cierran un periodo que
se abrió con la muerte de Chávez: el de la tensión muda entre dos fuerzas que
no alcanzan a desequilibrarse mutuamente. Se puede hacer toda clase de lecturas
cuantitativas, pero la impresión general que arrojan es la de un empate, unos
bloques tectónicos de tamaño similar que se enfrentan sin dinamizarse. De modo
que lo interesante es la interpretación (o la intención en la lectura de los
números) y no los datos mismos. El gobierno, por intermedio primero de la
rectora del CNE, y luego a través de sus propios voceros, construyó rápidamente
un discurso destinado a “barajear” números (cuando aún faltaban 86 alcaldías
por escrutar) y procurar una impresión de fuerza que no se corresponde con los
datos. La Unidad por su parte mostró debilidad discursiva antes y después; y a
pesar de que los resultados se parecen mucho a las previsiones que arrojaban
las encuestas, y no fueron por lo tanto especialmente sorpresivos, queda de
nuevo a la vista el aislamiento comunicacional de la Unidad y su dificultad para
ofrecer un contexto de interpretación unitario, precisamente. Evalúo los
resultados para la Unidad como muy favorables, sin embargo, puesto que las
condiciones generales de la campaña (censura mediática, sequía financiera para
las campañas de la oposición, discursos de odio, complicidad del CNE para
acentuar el ventajismo grotesco del gobierno, etc.) han sido las peores
conocidas hasta ahora. Dos comentarios más entre muchos otros posibles: 1) las
acciones autoritario-populistas que el gobierno llevó a cabo en el plano
económico lograron su objetivo, que fue movilizar y compactar a su base
electoral (evitando la debacle que le auguraban las encuestas hace un mes), lo
cual dice algo (bastante preocupante) acerca de la cultura política del
chavismo, y 2) El chavismo y sus satélites opináticos parecen afirmar que
Henrique Capriles adelantó una campaña plebiscitaria, lo que no es cierto, para
poder afirmar que se trata del “gran derrotado” de estas elecciones. Supongo
que se tratará de esconder con ello el fracaso vergonzoso del “Día de la
Lealtad” a Chávez, que terminó con la pérdida de la alcaldía más significativa
para el chavismo: la de Barinas. Si hubo alguna estrategia plebiscitaria, y
fracasada, fue entonces la del gobierno. En el mensaje de campaña de Henrique
Capriles Radonski había indudablemente elementos destinados a mantener la
identidad del votante que lo favoreció el 14-A, y mensajes asociados al hecho
de que, obviamente, el indicador del voto agregado puede leerse como un
veredicto general sobre la tendencia de la mayoría, y de haber favorecido
notablemente ésta a la Unidad, el clima político general podría haberse visto
afectado, llevando a otros desafíos políticos en el corto plazo. Sería muy
grave, de paso, que el gobierno interpretara los números como una victoria de
su proyecto; al contrario, tal vez es su proyecto de Estado comunal y economía
dirigida, aparte de lo lamentable de su liderazgo, lo que le ha venido
succionando simpatías, apenas recobradas por la efervescencia de las “medidas” hiperpopulistas
de las últimas semanas.
2. ¿Cuáles son los desafíos y
oportunidades que estos resultados electorales le ofrecen al gobierno y a la
oposición?
Como dije, se cierra un ciclo.
Formalmente es así en virtud de que pasaremos, en principio, por un largo
periodo sin elecciones. Pero sustantivamente también: el gobierno de Maduro ha
hecho saber ya de qué material leninista está hecho y de su carencia absoluta
de escrúpulos y de cualquier espíritu conciliatorio, lo que augura un periodo
de agudización de contradicciones, para decirlo con ese lenguaje. Por otra
parte, el no-chavismo, la oposición, debería entrar, de inmediato, en un
necesario proceso de reestructuración en el plano de su liderazgo y estrategias
políticas, dirigida justamente a afianzarse en los espacios ganados para
resistir el envión autoritario y represivo que viene, y para ofrecer un
horizonte alternativo al grisáceo y lamentable paisaje chavista. Ambos tienen
el mismo objetivo: desequilibrar esa paridad en los bloques tectónicos.
El desafío central para los demócratas
es algo que toca lo que antes comenté sobre la cultura política del chavismo:
precisamente, ofrecer una cultura política alternativa. Creo que la medición
electoral ya no indica realmente la condición política del país, en el sentido
de que su eficacia es cada vez menor por la misma dinámica del “poder fáctico”
chavista, nada comprometido con la voluntad popular. El cambio debe venir desde
algo más existencial que una preferencia electoral; desde una consolidación de
una cultura pública moderna que se diferencie de la chavista, con su machismo,
su ruralismo artificial, su simulación del lenguaje popular, su impostación, su
corrupción, su divisionismo, su mediocridad, su “viveza criolla”.
3. Luego de estos resultados, ¿qué
espera, desde el punto de vista político, del 2014?
En otro plano más cotidiano, el
gobierno parece pensar que la crisis del modelo económico del socialismo rentista
es una oportunidad para hacerse de mayor control de la economía y la sociedad,
de modo que puede anticiparse más penuria económica y más perdedores en el
corto y mediano plazo; la oposición debe construir tácticas que preserven los
espacios ganados, contrarresten la desmovilización y ofrezcan un marco
discursivo para el cambio de cultura política. El mayor riesgo inmediato es
constituir una especie de status quo en el que pequeños avances de uno sean
neutralizados por el otro, permaneciendo en ese equilibrio estático. Creo que
va a ser más bien un año de grandes cambios, sin embargo. El gobierno tratará
de aprovechar el silencio electoral para fortalecer su control; la oposición va
por su parte sin duda hacia un proceso de renovación radical. Veremos cuál de
los dos tiene éxito.
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