Por Rafael Viloria
El Gobierno Nacional acaba de
tomar varias decisiones, entre ellas el Decreto Ley de Emergencia Nacional;
emergencia ante la que hace desesperados esfuerzos promoviendo toda la
cooperación posible para abordar la crisis. El propio presidente la ha
reconocido y aquí hay que recordar aquello de la “Cronica de una muerte
anunciada". Todos en el país lo sabían, decían, aseguraban por los medios
pero el Presidente y sus adláteres no lo querían aceptar o su conducta los
obligaba a comportarse como los urogallos ciegos y sordos cuando están en
situación de celo.
Lo cierto de todo es que la
situación pasó de ser una gripe pasajera, a una enfermedad aguda, que pudiera
traer consigo mismo, resultados de pronósticos reservados al análisis de altos
conocedores en materia social, económica y política. A tal grado, ha llegado el
afán de no querer oír y ver que ahora se ha decidido “decretar una emergencia
económica nacional”, en ese orden. No es lo mismo tratar síntomas de “Virosis
pasajera” que cualquier galeno puede recetar a tener que atender un asunto con
claros síntomas de flagelo”; hay que disponer de altos conocimientos que
impidan que la “Calamidad Pública, no termine por consumir la existencia integral
humana y material; es decir un colapso social, económico y político".
El solo hecho de declarar una
emergencia nacional, crispa los pelos, altera por completo el metabolismo. La
situación obliga a plantearse ¿qué hacer?, ¿rezar?, pero como todas las cosas,
además de la fe que nos acompaña, también depende del pueblo que conforma los
grandes universos sociales, también tenemos que hacer mucho esfuerzo para
contribuir con la salida a tan nefasto flagelo que nos obliga a poner de
manifiesto un conjunto de experiencias, que modestamente podrán encajar en el
mejoramiento de la crisis, que en estos momentos nos azota a todos por igual.
Desde 1960, allá en Tacuato de
la Península de Paraguaná del Estado Falcón, el entonces Padre José Elías
Thielen sembró una semilla que al de venir de los años se ha convertido a lo
largo y ancho de Venezuela en un Modelo Alternativo de Organización Social,
Económico y Político.
56 años tenemos los
cooperativistas venezolanos asumiendo la cooperación como forma de vida.
Millones hemos encontrado en las cooperativas, organismos de integración
regional y en su organismo nacional Ceconave, la forma de desarrollar una
verdadera economía social y solidaria. Nuestro cooperativismo bien pudiera
poner de manifiesto en el marco de la crisis existente las experiencias por él
desarrolladas.
No hay duda de que la crisis
sería superada si ante ella concurren voluntades, disposiciones de querer
construir el desarrollo de un proceso de organización social, económica en la
promoción de servicios cooperativos a lo largo de toda Venezuela: salud,
financieros, funerarios, transporte, agrícolas, ganaderas, piscícola, avícola,
etc.
Las experiencias desarrolladas
en el País, con resultados exitosos indican que bien pudiera contar con
espacios en el contexto de los planes que tienen como norte erradicar la
crisis; quien está en situación grave no es el gobierno es el País. En
consecuencia de lo que se trata no es distraerse en quien o quienes son o no
son culpables. Se trata de abordar con firmeza la aciaga situación existente,
adjudicar responsabilidad es un problema que habrá que resolver en paralelo a
la crisis alimentaria, de salud, medicinas, seguridad.
El cooperativismo venezolano
está signado por la providencia a ocupar espacios que deben conducir al país a
ocupar los sitiales que la historia le ha reservado.
Ex_Presidente CECONAVE
04-03-16
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