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martes, 8 de marzo de 2016

Galería de Villanos por @goyosalazar


Por Gregorio Salazar


Vamos mutando hacia el increíble mundo del cómic, la historieta, el cuadernillo de aventuras con su desfile de viejos y nuevos villanos.

Cuando creíamos que habíamos traspuesto la línea de lo más insólito, la máxima tribu nos saca de nuestra equivocación: todavía queda espacio para nuevas viñetas dedicadas a provocar el asombro, la estupefacción, la repugnancia llevadas al infinito y más allá. 


Después de la truculencia de los últimos capítulos, hojear cualquiera de las cinco decisiones que en tres meses ha disparado "el supremo" contra la Asamblea Nacional, es como sumergirse en las páginas de las aventuras de Batman con su galería de antihéroes, la más variada y singular del género, empeñados a tiempo completo en subvertir, como sea, el orden en la ciudad.

Tantos despropósitos vertidos sobre el papel, evoca la malignidad de los azotes de Ciudad Gótica. Sentencias folletinescas que traen a la memoria a la funesta Amígdala, hablando y hablando, buscando siempre engañar y atemorizar. Y qué me dicen de Máscara Negra, dirigiendo la Sociedad del Rostro Falso. Las locuras del Doctor Phosphorus, el escatológico Guasón, con la vulgaridad y la sorna a flor de labios. El terrible Bane, aquel que le rompió la columna vertebral a Batman, como se la rompen aquí a mazazos a la Justicia los émulos de la Corte de los Búhos, la que controla desde la clandestinidad el destino de los góticos ciudadanos.

Con sus maldades y espectaculares atrocidades, esas aventuras divierten y entretienen porque se sabe que siempre nos espera un final feliz prefigurado y asegurado, si no en este capítulo en el otro.

Horrible es percatarnos de que formamos parte de un siniestro guión de verdad-verdad, donde el riesgo, la tensión y las tinieblas parecieran que nunca van a terminar de disiparse por más esfuerzos que hagamos.

¡Sácanos de ésta Stan Lee!, provocaría gritar.

Lamentablemente, después de muchos años es cuando la gran mayoría de los venezolanos están tomando conciencia de que no tenemos instituciones, sino un aparataje premeditadamente envilecido para sojuzgar al ciudadano.

Todas aquellas promesas de instituciones transparentes, imparciales y con respeto por el ciudadano del que hablaron los golpistas del 4F y el 27 fueron engañifas de ocasión.

Todas esas banderas anti-impunidad y anticorrupción yacen en el fango.

Y justamente hacia allá apuntan las proezas del "supremo": a evitar que la AN pueda profundizar en las investigaciones de las delicadas acusaciones que pesan contra buena parte del caricaturesco elenco revolucionario. Un mes de debate parlamentario sobre esos temas, haría estallar al tinglado que hoy pretende desconocer la voluntad popular en forma más dramática y catastrófica que la Estrella de la Muerte.

Entre el referéndum constitucional frustrado y el que aprobó la reelección indefinida se perpetró el vaciamiento de poder de la Alcaldía Metropolitana.

Y no importó. Ahora es cuando muchos ven que Conatel amordaza, el TSJ maniata, la Fiscal y el Defensor enredan con rituales de una formalidad postiza.

Pero faltan capítulos.

Y si de algo estamos seguros es que son millones los venezolanos dispuestos a que la Constitución Nacional no sea reducida al papel de comiquita. Es un pueblo a la expectativa, dispuesto a rescatar la democracia y el futuro.

Y además el final también acá es previsible: el cerco infame que se le quiere tender a la representación popular en la Asamblea Nacional será roto por la misma ciudadanía que le entregó el poder a los diputados de la Unidad Democrática.

Y para ello no hay ni se necesitan superhéroes, pero sí ciudadanos que actúen, dentro y fuera de la Asamblea, con la inteligencia, el coraje y la tenacidad de aquellos personajes inventados.

Venezuela resurgirá.

06-03-16




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