Texto Y Fotos: Jorge Benezra
Venezuela, el país de la
abundancia petrolera, se enfrenta desde hace años alargas colas para conseguir
leche, aceite, harina o medicamentos, sufrecortes
diarios de electricidad y agua y sus habitantes se lo
piensan mucho antes de visitar ciertas zonas por la inseguridad y la escalada
del crimen. «El país se enfrenta al empobrecimiento
creciente de su población por laaceleración de la
inflación, el desabastecimiento, el deterioro de los servicios públicos y
la caída sostenida de la actividad productiva», señala un reciente informe de
la Academia de Ciencias Económicas venezolana. Pero, más allá de informes y
cifras, es el testimonio de los venezolanos el que nos describe la imagen más
descarnada de la crisis sufrida por el este país.
Carolina Velásquez es un
ama de casa de cuarenta años, vive con su esposo, vendedor de verduras, y sus
dos hijos en los alrededores del popular mercado Guaicaipuro. La conocimos en
una larga cola donde llevaba más de cinco horas para comprar toallas
sanitarias, harina de maíz y jabón para fregar. «Somos gente trabajadora, no
somos ricos, pero en toda mi vida solo había hecho cola para pagar y ahora
tengo que hacer cola para ver si logro comprar», señala indignada mientras a
nuestro lado se oye un grito de indignación: «¡Se acabó la comida!».
Limitación de raciones
Velasquez nos invita a su casa
para mostrarnos que lo que se cuenta en la cola no es un invento. En su familia
han tenido que reducir sus raciones diarias: «Hoy almorzamos pasta con salsa de
tomate y esta noche los niños cenaran pasta otra vez y mi esposo y yo no
cenaremos, así hacemos todos los días. Tenemos que estirar la comida». En
su nevera apenas hay unas jarras de agua, algunos recipientes vacíos y frutas
metidas en bolsas en el congelador. :«No creas que eso es carne», nos advierte.
El estudio Condiciones de Vida en
Venezuela (Encovi), publicado en el mes de marzo y elaborado
por las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y la Católica Andrés
Bello, revela que un 12% de los encuestados hace dos o menos comidas al
día.
«Siempre le dije a mis esposo
que no me marcharía de esta tierra y mira: no tenemos nada ahora ni para
comer»Dolores Goris Aller
Las penosas condiciones de
vida no solo son para los nativos venezolanos. Dolores Goris Aller es
una española de origen que llegó hace 50 años al país. Está a la espera de que
llegue uno de sus hijos de vuelta del supermercado, a ver qué ha podido traer.
No tiene pensión venezolana porque la kafkiana burocracia del país extraviaron
sus documentos y tampoco cuenta con pensión española porque abandonó
el país siendo muy niña. Vive de lo poco que puede traerle su hijo, licenciado
en ciencias políticas que hace trabajos eventuales. «Acá teníamos de
todo, nunca imagine que llegaríamos a esta situación de miseria. Siempre le
dije a mis esposo que no me marcharía de esta tierra y mira: no tenemos nada
ahora ni para comer», comenta Dolores
Maduro niega la
realidad: «En Venezuela no hay hambre, pasamos un momento difícil pero el
pueblo tiene acceso a sus bienes», aseguró. Y es cierto que el proceso
bolivariano todavía tiene seguidores, incluso entre quienes soportan infernales
colas para casi nada. Roberto Reyes, prejubilado de 52 años, nos asegura que
existe una guerra económica de la ultraderecha y justifica el desastre del
país:«Están tumbando a Maduro con el hambre».
Los venezolanos están tan
afectados por la situación que muchos funcionarios como José Montilla, que
trabaja en un ministerio, aprovecha los cinco días de libranza a la semana
decretados por el Gobierno para ahorrar energía para vender productos en el
mercado negro:«Es la única manera de poder llegar al fin de mes y hacer la
compra, este es el socialismo que tenemos y que nos dejó el difunto», nos
explica.
En nuestro recorrido nos
topamos también con la jefa de una notaria que prefiere no revelar su nombre y
que teme que el fatalismo se haya apoderado de parte del pueblo venezolano: «La
gente no protesta, no se queja, porque poco a poco le han programado su
vida para que no piense más de lo que tiene que pensar».
8.250 cortes de luz
No solo falta comida, falta de
todo. María Machado nos cuenta que lleva semanas buscando un repuesto
para arreglar su nevera que se averió por los constantes cortes de luz que
impuso el gobierno. El Comité de Afectados por los Apagones informa de que en
los últimos noventa días ha habido 8.250 cortes de luz en todo el
territorio nacional.
En las calles la frase
que más se escucha es «Acá tiene que pasar algo, no entendemos por qué el
pueblo no reacciona». Y en efecto, aún no ha llegado la gran manifestación
masiva que espera la oposición. Pero, aunque a menor escala, las protestas
son diarias y extendidas a todo el territorio nacional.
22-05-16
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