Por Gregorio Salazar
El proyecto chavista sigue
su marcha en forma cada vez más devastadora, más amenazante, más irrespetuosa
de las leyes y de la convivencia democrática. En su dinámica perversa, cada
error o cada fracaso radicaliza más a sus cabecillas y es entonces cuando más
envalentonados y más desfachatados anuncian sus planes de acabar con las
libertades ciudadanas.
Venezuela se sigue
desmoronando. Su funcionamiento está dislocado, fuera de la racionalidad en los
aspectos más elementales. Su economía continúa en proceso de hundimiento y
pudiera tener otro punto de quiebre si como ya fanfarronean algunos e incluso
lo exigen algunos aliados del partido de gobierno, como el PCV y los Tupamaros,
se llegara a estatizar la banca.
Eso último ya no luce tan
impensable. Al menos han ocurrido algunos eventos que se asemejan a la
secuencia de artificiosos dispositivos mediante los cuales el gobierno ha
convalidado sus zarpazos. Primero la criminalización por faltas o delitos que
no necesitan ser verdaderos, como ocurrió con las elecciones de Amazonas o el
rodriguezco fraude en las firmas para la convocatoria al referéndum
revocatorio. Luego la lapidación declarativa por un desfile de voceros y las
campañas del aparato propagandístico del gobierno, que masacran al adversario.
Sigue la judicialización para que desde tribunales serviles emanan las
oprobiosas sentencias con las que pretenden darle fundamentos legales al desafuero.
La banca está en el proceso de criminalización. Por ahora.
Las marchas y contramarchas
de Nicolás Maduro en la decisión de sacar de circulación el billete de cien
bolívares ha tenido un fortísimo impacto en los sectores más desvalidos de la
población, los trabajadores del medio rural o esos que no tienen más opción que
vivir el día a día manejándose con pocas sumas de efectivo, como lo es esa
inmensa masa de ciudadanos buhonerizados. No entienden tanta torpeza ni porqué
tienen que pagar ellos los supuestos desafueros de mafias extranjeras. Y
a Maduro se lo están cobrando.
Diciembre ha resultado una
tortura para los venezolanos, a los que definitivamente les arrebataron los
momentos de regocijo y disfrute familiar que traen consigo las navidades
y el fin de año. Dejar a la población sin efectivo en plenas fiestas
decembrinas es un golpe que aún no supera la población, acogotada por los
plazos perentorios que sin ninguna necesidad impuso el gobierno, primero para
depositar los billetes de Bs. 100, después para volverlos a obtener y ahora
para repetir la primera operación el 2 de enero. Mientras inexplicablemente los
billetes de nueva denominación, que ya están en el país, no terminan de
aparecer.
Mientras en la calle se vive
esa drama, el gobierno mantiene su bombardeo propagandístico repitiendo a cada
instante los micros de artistas muy populares, como Francisco Pacheco, Iván
Pérez Rossi, Ismael Querales, Lilia Vera invitándonos a “prender la luz” de la
navidad. Nadie entiende esa burla tan despiadada.
Lo que se visualiza para
enero es una profundización de la crisis política, ahora que el gobierno no
oculta que busca dar el último mazazo que liquide de una vez por todas la AN.
Así lo vociferan con descaro. La economía continúa en caída libre y en materia
electoral seguimos marchando a ciegas.
En circunstancias tan
difíciles, ¿por dónde habrá de renacer la esperanza? ¿Cuál será la senda que
nos llevará a retomar la protesta organizada para recuperar tantos derechos
vulnerados y los que están en la perspectiva de ser conculcados? Nadie puede
saberlo con precisión, pero sí que el escenario es volátil y que no tardarán en
aparecer las ocasiones en que los venezolanos sepan demostrar, de la manera más
contundente, su compromiso con Venezuela y con un futuro de libertad y
progreso para todos. Esa es la llama que no debe dejar de brillar en el seno de
las familias venezolanas. Es con esa fe y ese convencimiento, que nos atrevemos
a desearle feliz navidad y feliz año 2017.
23-12-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico