Por Mariel Lozada
Mortalidad materna,
infantil, enfermedades -incluso reaparición de algunas erradicadas-
y niños desnutridos y mal alimentados marcaron el campo de salud
venezolano en 2016.
La afectación
por zika produjo varios casos de microcefalia en el
territorio nacional: para septiembre en la Maternidad Concepción Palacios habían nacido
ocho bebés con esa condición, cuatro en el Hospital Central de San Cristóbal,
y 15 en la maternidad carupanense Candelaria García. En
el J. M. de los Ríos de Caracas, donde se registraron 10 casos, ni siquiera había medicamentos para atenderlos.
Todos estos datos fueron
obtenidos de manera extraoficial, puesto que el Ministerio de Salud no había dado las cifras. De
hecho, todavía no lo hace. Ni siquiera se encuentra una mención en su página web.
La difteria, que había
sido erradicada del territorio nacional hace 24 años, regresó por
la frontera con Bolívar y nada más en seis meses se registraron 41 casos.
Para finales de noviembre se registraban, al menos, 200 casos en seis estados del país.
La malaria también ganó
terreno: la Red Defendamos la Epidemiología calculaba que,
para finales de julio, se habían registrado 73.806 casos. Junto
con el chikunguya, zika y la alerta de tos ferina, estas enfermedades
constituyeron “las plagas” que azotaron al país este año.
De mortalidad
materna se registraron varios casos, como el de las cinco mujeres
fallecidas por una bacteria en el Hospital del Seguro Social de La
Ovallera, en Palo Negro, Aragua. Por situaciones como
esta, la tasa de mortalidad materna incrementó 63,5% solo
durante el Gobierno de Nicolás Maduro.
Lo peor es que, a medida que
la crisis del país se agudiza, los entes hospitalarios se están quedando
sin médicos. Una investigación realizada en
la Universidad Simón Bolívar demuestra que para 2015, al menos 15.000 galenos han empacado su bata en una
maleta para vivir fuera del país. En el 2009, apenas
seis años atrás, la cifra era de 2.000.
Una noticia que consternó al
país fue la muerte de Oliver Sánchez, de ocho años de edad, quien se
despidió tras una larga lucha contra el linfoma de Hodgkin, un
cáncer en el sistema linfático en el que sus células sanas cambian y
crecen sin control. Su despedida terrenal fue en los Jardines del Cercado, en Guarenas,
donde su cuerpo entró al horno crematorio acompañado por sus metras, un
personaje de Cars y un rosario.
Aunque su caso fue el más
sonado, no fue el único: al menos menos seis niños han fallecido mientras
luchaban contra la crisis de salud. Francisco José Rojas
Gómez sufría de hemofilia tipo A severa y murió a los cinco años en
junio. Ese mismo mes también en el J. M de los Ríos, ocurrió el deceso de Pedro Lizandro Ortega Álvarez, quien tenía
un LOE retroperitoneal.
Maikel Mancilla, de 14 años
de edad, epiléptico y autista, murió el 26 de febrero luego
de convulsionar durante cinco días por no tener Lamotrigina. A
principios de marzo una niña oriunda de Maracaibo, en Zulia, murió mientras esperaba un trasplante de médula ósea, en
el Hospital de Especialidades Pediátricas (HEP) y el 13 de diciembre
pasado, Adriana Medina compartió en su cuenta de Twitter que su sobrino, de tres añitos, había fallecido por no tener
Cardioxane, que sirve para proteger al corazón
de los efectos de la quimioterapia.
El viernes 25 de noviembre
dos niñas fallecieron en el Hospital Materno Infantil Ana Teresa de Jesús
Ponce, mejor conocida como la Maternidad de Macuto, en el estado Vargas.
Aaron González falleció este 17 de noviembre, apenas dos días después de
cumplir dos años de vida.
Estos casos sirvieron para
denunciar la grave situación de desnutrición infantil en el país:
la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición, mediante sus
proyectos de investigación, determinó que entre 30% y 32% de los niños venezolanos
presentan algún grado de desnutrición. “Es decir, 30 de cada
100 niños están desnutridos.” Y si sumamos a los que están en
riesgo de desnutrirse, la cifra puede subir hasta 40%.
21-12-16
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