Marcelo Cantelmi 25 de diciembre de 2016
Jesús
Chuo Torrealba tiene un mérito destacado en el infierno político venezolano.
Desde que asumió en 2014 la Secretaría General de la alianza opositora, Mesa de
Unidad Democrática, ha logrado que esa coalición de una treintena de fuerzas se
mantenga unida en medio de situaciones cada vez más gravosas. Este periodista y
político, ex militante comunista, fue uno de los artífices de la victoria
opositora que conquistó en diciembre pasado el Congreso por primera vez en los
17 años de chavismo. Divertido, siempre jugó en aquellos días con su
pronunciada calvicie para anunciar que así sería el Congreso después del
comicio “sin cabello”, por Diosdado Cabello, el segundo o quizá el primer
dirigente más fuerte del país junto al acosado presidente Nicolás Maduro que
encabeza por entonces el legislativo. Pero Chúo ahora ve une escenario mucho
más complicado. Advierte que el régimen se ha endurecido, pateoóel diálogo que
mediaba el Vaticano y frente al abismo de la crisis de pobreza y creciente
rechazo popular, hay sectores dispuestos a intentar un golpe palaciego al
estilo del “fujimorazo” peruano, cerrar el Parlamento y reprimir a la oposición
cada vez más activa. “No se debe creer que eso pueda ser un absurdo en la
Venezuela actual”, sistiene en esta entrevista telefónica con Clarín desde
Caracas. La reciente crisis con el corralito de los billetes de 100 bolívares
que hizo arder al país fue, dice, un intento para provocar conmoción social y
justificar ese asalto.
-¿Quién
se equivocó con el diálogo mediado por el Vaticano? ¿La iglesia, que se confió
creyendo que podía cambiar la realidad, o ustedes que pensaron lo mismo?
-El
gran equivocado es el régimen que cree que puede sobrevivir a espaldas de lo
que es la democracia occidental y el siglo XXI. El régimen ha tenido varias
señales claras de su obsolescencia y de la inminencia de una transición, la
primera y clarísima fue el triunfo de la oposición en las legislativas de
diciembre (2015) dato concreto de cambio; una segunda oportunidad que tuvo el
gobierno para ubicar los pininos de una transición en paz lo tuvo con la alternativa
del referendo revocatorio, una solución pacífica y electoral a un drama
político que es el de tener un gobierno que no gobierna.
-¿El
diálogo es el tercer fracaso?
-El
diálogo era establecer un espacio para la interlocución política y resolver. El
gobierno no atendió ni al dictamen de la soberanía popular al referendo ni a la
interlocución política. Entonces el gran equívoco es del gobierno porque las
bayonetas sirven para cualquier cosa menos para estar sentado sobre ellas.
-¿El
régimen manipuló el diálogo para evitar el refrendo al menos hasta el 10 de
enero,cuando vencía la posibilidad de elecciones?
-La
verdad es que esa fecha se transforma en un arma precisamente para el gobierno.
A partir del 10 de enero la cabeza que queda más insegura en Venezuela es la de
Nicolás Maduro porque hasta el 10 de enero para el conjunto del régimen la
defensa de Maduro era la defensa de todos pero desde ese momento es factible
que salte Maduro y que el régimen pretenda sobrevivir de un modo aún mas duro.
-¿Eso
sería por la debilidad del presidente o porque el régimen se ha endurecido más?
-El
régimen lo ha utilizado a Maduro hasta ahora como mascarón de proa. Desde el 10
de enero su salida aun por revocatorio no genera la obligación de realizar
elecciones y el sucesor lo designan ellos. Ahí Maduro se torna prescindible
especialmente debido a la crisis económica pavorosa que se está viviendo. Con
esa salida el régimen intentaría mantenerse. Y también por eso no lo han hecho
antes.
-¿Es
monolítico el régimen?
– No
es una totalidad homogénea. Hay factores en el gobierno, minoritarios, que
quisieran una salida negociada, y obtener garantías en medio de una transición
controlada. Han hecho intentos y enviado mensajes. Pero la facción dura, la
facción acorralada por sus propias cuentas pendientes, ha terminado imponiendo
la ruptura de todo intento de negociación política y eso nos lleva al gran
peligro que hoy enfrenta Venezuela. Existe la posibilidad de que el régimen
aplique un fujmorazo, de que el gobierno desconozca el poder legislativo para
pasar definitivamente a una dictadura clásica. Esto que sería impensable a la
luz de la lógica política convencional es sin embargo un peligro cierto. Yo
creo que esa es la advertencia que hay que anunciar en este momento. De esto
hablamos contigo en diciembre hace un año cuando se votó en las legislativas
pero parecía improbable, ahora en cambio se ha reafirmado.
–Pero
una salida de ese tipo sería insostenible y aislaría más al país.
-Ciertamente,
es así. Puede durar dos días, dos semanas, dos meses, pero el tiempo que dure
tendrá un alto costo social. Hay que tener en cuenta que el gobierno tiene en
su adn el manejo del caos, lo ha hecho en diversos momentos y han podido
surfear las olas del caos y terminar relativamente bien parados. No nos
sorprende que haya quienes creen que ahora otra vez el caos les puede convenir.
-¿El
retiro del billete de cien bolívares tuvo ese propósito?
-Es
evidente que los niveles de torpeza exhibidos no pueden ser evaluados con
ligereza. No se puede creer, simplemente, que la aparente torpeza sea producto
de la casualidad. Sacar de circulación 6.101 millones de billetes en plena
temporada navideña para no sustituirlos con nada, eso es una agresión más que
una provocación política, ciertamente … Hay que tener en cuenta que aquí la
inflación está desbocada y hay hambre en amplias capas de la población. Ese es
el contexto. Lo del fujimorazo puede sonar absurdo, pero absurdo fue también lo
que hicieron con el billete, y absurdo fue antes secuestrar judicialmente el referendo
revocatorio. Aquí la realidad está cargada de absurdos, nada puede sorprender.
-¿Qué
reacción esperan de las FF.AA. especialmente de los mandos intermedios en un
escenario como este?
-A
diferencia de otros países de la región donde el estamento militar es de
características casi de casta, en Venezuela hay una relación con la sociedad
muy fluida. De modo que si aquí existe un 80% de descontento con el régimen, es
presumible que haya cifras similares en la corporación militar. Pero hay que
ser muy claros en esto. Nosotros no queremos una fuerza armada al servicio de
la oposición. Queremos una fuerza armada que sea respetada y querida por todo
el país y no por los seguidores de un sector político como sucede ahora.
-El
tema es que se trata de una situación de crisis institucional y todo puede
volverse imprevisible.
-Nuevamente,
nuestro discurso es de una visión republicana. No vamos a tratar a las fuerzas
armadas como ha hecho este régimen que las transformó en una guardia
pretoriana. Lo que queremos es un cambio para que las FF.AA. sean eso, una
fuerza nacional al servicio de todo el país. Quiero que se entienda esto muy
concretamente. Debe estar al servicio del país despojada de cualquier viso
conspirativo o aun de cualquier susurro oportunista.
-¿Que
valoración hacen de la decisión del Mercosur de suspender a Venezuela?
-Creo
que lo ocurrido en el Mercosur es un síntoma de los cambios profundos que van
ocurriendo en la región primero y en el conjunto del hemisferio luego. No tiene
cabida en el mundo este tipo de regímenes. Si hasta los hermanos Castro en Cuba
que mantenían esa isla como una especie de museo de cera tuvieron que abrirse a
los vientos de cambio… Nosotros lo que preveemos es que el endurecimiento del
discurso del Vaticano va a corresponderse con un conjunto de nuevas realidades
con gestos como el del portazo del Mercosur, con la activación de mecanismos
como la Carta Interamericana de la OEA y el protocolo de Ushuaia también del
Mercosur. Además, cuando dentro de 34 días se producirá la salida de Ernesto
Samper de la Secretaría General de la Unasur (de débil crítica al régimen) y se
deba elegir una conducción que refleje las nuevas realidades del continente,
será cada vez más evidente que un régimen como el de Venezuela, que está además
de espaldas a su propio pueblo, no tiene cabida en la realidad del hemisferio.
-Respecto
a Cuba, hay una paradoja. ¿Por qué el chavismo, tan apegado a la isla, opera al
revés que el castrismo y no impulsa también un deshielo para atraer
inversiones?
– En
eso hay una diversidad de intereses que como es presumible no son todos
políticos. Pero es cierto que el chavismo le plantea a la dirección cubana una
severa dificultad porque le complica su propio proceso de deshielo que además
sufrirá una dura prueba con la asunción de Donald Trump en Estados Unidos.
Fíjate que Cuba también está pagando los costos de la conducta errática de un
gobierno impresentable que no es útil para nadie, ni siquiera para el titiritero
cubano.
-¿Pero
qué justifica que vayan a la inversa de sus propios y casi único aliado,
encerrándose? No se comprende.
-La
realdifad también incluye otro aspecto, los niveles de ausencia de cultura
política de esta gente son insólitos. No solo ahora con Maduro que es más
evidente porque no tiene las dotes histriónicas de Hugo Chávez. Pero incluso
cuando Chávez era el hegemón del régimen, la falta de cultura política del
gobierno era asombrosa. Que ellos no comprendan, por ejemplo, que el régimen de
los Castro es el resultado de unas coordenadas geopolíticas que ya no existen
y, en cambio, imitar a ese modelo como era en sus tiempos de gloria es un
absurdo. Es como explicarle a Maduro que el mayo francés ya pasó y ocurrió en
1968 o que la minifalda ya la inventó Mary Quant.
-¿Por
qué es tan difícil para ustedes tomar la iniciativa y resolver esta crisis?
-No es
sencilla la lucha de la oposición venezolana. El gobierno de Nicolás Maduro es
un régimen que está derrotado políticamente y es un régimen minoritario, eso es
verdad. Pero también es verdad que este régimen minoritario y en derrota tiene
muchas fortalezas aun en un país con una economía destruida tiene la palanca de
los ingresos petroleros, que son los únicos de la balanza exportadora.
-Pero
se han reducido y especialmente respecto al gasto creciente del Estado…
– Son
chicos, es cierto, para atender las realidades del país pero cuando se ubica la
visual completa de la economía venezolana y se advierte cómo han destruido el
aparato productivo privado y el sueño de la Venezuela industrial pos petrolera
prácticamente demolieron todo. Lo único que queda en pie precariamente es el
ingreso petrolero que controla en forma discrecional el gobierno. Como también
la ventaja comparativa muy grande que es el hecho de que en Venezuela no exista
salvo la Asamblea Nacional (Parlamento) institucionalidad independiente. Maduro
no está expuesto a los rigores que tuvo que enfrentar Dilma Rousseff en Brasil
porque acá lo que queda de burocracia está en el puño del régimen. Suma,
además, el tema insólito de que en Venezuela el gobierno maneja tanto la
violencia legal de los cuerpos de seguridad del Estado como la de los grupos
irregulares armados. Unos y otros a l servicio del gobierno. Hay un conjunto de
cosas que hace que este gobierno derrotado y en minoría tengan palancas
importantes.
-¿Hay
además un resto de apoyo popular no también, no es así?
-Es
casi un 20 por ciento, con eso Maduro no es un indigente desde el punto de
vista del respaldo social. Casi 20 por ciento de apoyo es mucho para un
gobierno tan malo, tan dañino como este y se sostiene por el asistencialismo.
En consecuencia las tareas de la oposición venezolana son delicadas, en primer
lugar hay que derrotar al régimen que no es sencillo. En segundo lugar liderar
una transición pacífica a la democracia y en tercer lugar hay que motorizar el
proceso de reconstrucción nacional. Estas tres cosas implican que la unidad
democrática no solo solamente se mantenga sino que se expanda y fortalezca. Ese
es el reto.
-¿Las
internas en la alianza opositora hasta que punto se asocian con esas
dificultades?
-No,
no. En este momento no se puede especular. La mesa nació como alianza
electoral, pero ahora debe trasformarse en dirección política de la sociedad
democrática venezolana, En este momento no tenemos horizonte electoral a la
vista, así que seguir actuando de ese modo y estar compelidos por las
aspiraciones de posibles pre candidatos esta fuera de orden. Hoy la MUD se ve
obligada a convertirse en dirección política y eso pasa por entender que vamos
a enfrentar en el futuro inmediato una situación compleja, muy probablemente
vamos a atravesar un proceso de transición sin hegemonía que es uno de los
procesos mas exigente y que va a requerir entonces una gran capacidad de
diálogo interno. Lo que planteamos es que este relanzamiento de la unidad
democrática se produzca en los próximos días, antes de comenzar el año 2017.
-¿Volver
a la calle?
-En
todos los escenarios de lucha tanto las instituciones como en la calle. Nuestros
puntos de referencia ya no están cifrados en acuerdos para candidaturas, sino
en una unidad de propósitos. La unidad democrática tiene que plantearle al país
cuál será el proyecto de reconstrucción nacional, cuáles serán las
características de gobierno de unidad nacional que aspiramos y definir una ruta
clara para llegar a ese gobierno. Esto tiene que ser claro, expreso y
transparente. El futuro para los venezolanos no es un discurso, es un mapa, un
programa de país, un proyecto nacional.
Clarín.com
– Argentina
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