Por Jean Maninat
Los tres ex presidentes
escogidos por Unasur como facilitadores: José Luis Rodríguez Zapatero de
España, Leonel Fernández de República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá,
nunca fueron aceptados con total confianza por una parte importante de la
oposición. De allí que fuera la propia MUD quien sugiriese la presencia
adicional de la Santa Sede como facilitadora.
Hubo señalamientos serios,
reticencias bien fundamentadas, para dudar de los beneficios que aportaría
sentarse en una mesa a dialogar con un gobierno que ha demostrado una gran
capacidad para mentir y muy poca disposición para honrar sus compromisos. Se
criticó con fuerza que se retuviera la presión de la calle mientras se
conversaba.
Sin embargo, no hay que
olvidar que luego de las exitosas concentraciones de octubre y noviembre ya se
anunciaba una marcha a Miraflores (Palacio de Gobierno), un plantón indefinido,
el ahora o nunca empeñoso, el hervidero de un posible choque frontal que a
nadie podía interesar.
Cualquier manual barato
sobre facilitación en conflictos indica que, a medida que aumente la tensión
política en la calle, la comunidad internacional recurrirá al diálogo ‘by
default’ como antídoto para que la situación no se desborde. Y, en este caso,
uno de los valedores de ese método es nada menos que la Iglesia Católica. Se
aceptó la recomendación (¿cómo negarse?). Pero algunos la asumieron con el
entusiasmo de a quien mandan a rezar doscientas avemarías para exculpar un
pecado venial.
Los primeros resultados del
diálogo recibieron fuertes críticas, lo cual es natural en un proceso político
tan difícil y tenso como el que se vive. Alimentaron la suspicacia de mucha
gente de oposición sensata acerca de una supuesta cesión de la iniciativa
política, de una entrega de los kilómetros de calle acumulados en
manifestaciones, a cambio de bagatelas con poca incidencia. No convencieron a
las bases opositoras, extenuadas e impacientes por la terrible situación que
vive el país.
Aun así, la oposición
insistió en permanecer en la mesa de conversaciones, pero ante la falta de
compromiso del gobierno para cumplir con lo acordado, decidió suspender su
participación.
Todavía no está claro si el
diálogo ha sido internado en una cámara de oxígeno hasta nuevo aviso. Se
suponía que el 13 de enero las partes se volverían a reunir, pero visto el
curso que han tomado los acontecimientos (de nuevo el choque frontal entre los
órganos de poder en manos del gobierno y la Asamblea Nacional), es dudoso que
la reunión se lleve a cabo.
¿Valió la pena participar en
la mesa de diálogo? Hay una enérgica misiva privada del cardenal Pietro
Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, en la que se le exige al
gobierno que cumpla con lo que se comprometió a hacer. Su contenido seguirá
flotando en el ambiente a la espera de que se convierta en una carta abierta al
gobierno y a la comunidad internacional. Entonces el régimen quedará una vez
más a la intemperie. Ya eso es ganancia.
Mientras tanto, la situación
en el país se degrada minuto a minuto y cada acción gubernamental acelera la
marcha hacia el precipicio. A cien bolívares por hora.
22-12-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico