Por Ricardo Penfold
La senda explosiva del tipo
de cambio paralelo y la galopante inflación causan desesperación a los venezolanos
y al Gobierno, quienes culpan a los santandereanos de la aniquilación del
bolívar. En el Gráfico 1 se muestra la inflación desde el año 1998 cuando
Chávez fue electo Presidente hasta diciembre de 2015 cuando el Banco Central de
Venezuela (BCV) dejó de publicar datos de inflación. Podemos apreciar que
existen dos períodos inflacionarios durante el chavismo:
1. Hasta el 2012 la
inflación era elevada pero estable, un promedio de 22% al año.
2. A partir de 2013 la
inflación y el cambio paralelo pierden su ancla y crecen exponencialmente.
Históricamente, Venezuela se ha caracterizado por períodos puntuales de
aceleración inflacionaria: cuando caen los precios del petróleo y el Gobierno
se ve obligado a devaluar la moneda. Sin embargo, esta arremetida inflacionaria
comienza en el 2013 cuando los precios del petróleo estaban en su pico
histórico. Esto muestra que la política económica del chavismo era ya inviable
con el precio del petróleo a 100 dólares por barril. Las inconsistencias en la
política económica se exacerban en el 2014 con la caída en el precio del
petróleo y son reflejadas en la explosión inflacionaria y del cambio paralelo.
Lamentablemente no tenemos datos oficiales de inflación para saber dónde se
encuentra para 2016, pero estimaciones extraoficiales de economistas la
ubican sobre 500%.
¿Qué pasó en el 2013 que a
pesar de elevados precios del petróleo
la inflación comienza a acelerarse?
la inflación comienza a acelerarse?
La explicación es muy
sencilla: el BCV se convirtió en una fuente fundamental de financiamiento para
el Gobierno. Es importante notar que hasta el 2009 el financiamiento del BCV al
Gobierno fue cero y, a partir de ese año, comenzó la gran fiesta. El
financiamiento del BCV al Gobierno produce un aumento de la base monetaria y de
los demás agregados monetarios; si no hay un aumento proporcional de la demanda
de dinero o el BCV recoge liquidez, o el financiamiento monetario se
traduce en inflación y presión sobre el tipo de cambio. En el Gráfico 2
expresamos la base monetaria, el índice de precio al consumidor y el tipo de
cambio paralelo desde enero del 2005 con ese mes como base 1 y vemos cómo
dichos indicadores se comportan de manera muy parecida y exponencial. A partir
del 2013, con el desborde en el financiamiento monetario se pierde el ancla
monetaria y cambiaria; ambas variables se van a la deriva.
¿Qué tan importante ha sido
el financiamiento del Banco Central al Gobierno?
En la Tabla
1 podemos apreciar la importancia para el Gobierno del financiamiento
monetario. Este financiamiento llega a un pico de 11% del PIB en el 2013 y a un
estimado 9,6% del PIB en el 2016. Si lo medimos como porcentaje de las
exportaciones petroleras (medida al tipo de cambio reportado por PDVSA en
sus balances financieros hasta el 2015 y al cambio Dicom para el 2016) los
préstamos del BCV al Gobierno alcanzan el 46% en el 2013 y a un estimado de 21%
en el 2016. El financiamiento al Gobierno, como lo queramos medir, es
significativo y genera enormes presiones monetarias. Por tanto, para comenzar a
resolver este problema inflacionario, el Gobierno debe abordar el problema
fiscal y así eliminar el financiamiento monetario.
Como lo muestra
la Tabla 1, el nivel de ajuste fiscal sería significativo y una reforma
fiscal contemplaría una reducción del gasto público además de una reforma
impositiva. Es también clave para la reforma fiscal la política cambiaria ya
que el tipo de cambio es crítico para las finanzas públicas de Venezuela al
afectar la contribución fiscal de PDVSA. La magnitud de la reforma fiscal no
está clara dada la falta de datos sobre las cuentas fiscales del Gobierno
Central y consolidado. Un buen programa de ajuste que permita que Venezuela
tenga acceso a los mercados de capitales internacionales y que se refleje en un
aumento en la demanda de dinero, podría reducir el financiamiento monetario a
un nivel que baje la presión inflacionaria significativamente. Países que
han pasado por eventos hiperinflacionarios muestran que su origen es fiscal y
que son finalmente vencidos solo con un programa de reforma fiscal creíble.
El Gobierno no ha querido
asumir un programa de consolidación fiscal y ante la falta de financiamiento
internacional continúa recurriendo al financiamiento monetario. El BCV, para
restringir la liquidez y evitar así el espiral inflacionario, ha podido
restringir la liquidez aumentando la deuda del instituto emisor con títulos de
estabilización monetaria, pero ha optado por no hacerlo. Sin embargo, la
emisión de deuda del BCV para restringir la liquidez sería un esfuerzo de corto
aliento si no es acompañado por una consolidación fiscal. La dinámica de la
deuda del BCV se haría insostenible y se vería obligado eventualmente a
abandonar esta política monetaria restrictiva con un consecuente espiral
inflacionario.
¿Cambiaría la dinámica
económica actual
si el Gobierno elimina el efectivo en Venezuela?
Supongamos que toda la
población venezolana tiene cuentas bancarias con tarjetas de crédito y débito,
teléfonos inteligentes, que existiera bandas de Internet 4G y pudiéramos pagar
con el celular o tarjeta inteligente en las bodegas de los barrios y en los
minibuses. En este supuesto, el efectivo sería superfluo pero la inflación no
desaparecería ni la presión sobre el tipo de cambio. Lo que habría es una
recomposición de los agregados monetarios. La base monetaria la componen los
depósitos del sistema financiero en el BCV y los billetes y monedas en
circulación. En nuestro caso hipotético de que los billetes y monedas cayeran a
cero, los depósitos del sistema financiero en el BCV aumentarían al igual que
los depósitos del público en el sistema financiero y la liquidez no se vería
afectada. Lo que influye sobre la inflación es el crecimiento de los agregados
monetarios y no su composición. Si el BCV continúa financiando al Gobierno, la
política fiscal reflejada en la expansión de los agregados monetarios
continuaría inyectándole adrenalina a la inflación.
Niveles elevados de
inflación causan grandes distorsiones que afectan el día a día del venezolano.
La inflación devalúa el valor de los billetes y monedas al punto de que el
valor en uso de los mismos llega a ser más elevado que su valor en cambio.
Durante la crisis financiera del segundo gobierno de Caldera, las monedas
desaparecieron porque el valor del metálico con que estaban hechas era mayor
que lo que la moneda podía comprar. Las monedas se esfumaron del país; fueron
derretidas y vendidas como metal. Recuerdo, durante este período, pagar con un
billete un pasaje de autobús y recibir a cambio caramelos porque las monedas
habían desaparecido. Lo mismo está pasando ahora. Según el Gobierno, un billete
de 100 bolívares puede ser vendido por 1,3 dólares en Colombia cuando el mismo
cuesta dos centavos de dólares en Venezuela (al cambio paralelo); los billetes
de 100 están encontrando mejor uso como cuadernos o libros colombianos,
ucraniano y checos según esta tesis. Es el mismo problema que tenemos con la
gasolina y alimentos y medicinas que el Gobierno vende a precios muy por debajo
del precio internacional; es negocio contrabandear estos bienes a países donde
se pueden vender más caros. Si no se resuelve el problema inflacionario-fiscal
el nuevo cono monetario va a padecer la misma suerte que los billetes de 100.
Llegará un punto en el que la inflación hará que el valor del papel con
que están hechos los billetes sea mayor que lo que puedan comprar en Venezuela
y los billetes volverán a emigrar.
En este entorno de elevada y
creciente inflación entiendo por qué el Gobierno quiere emitir billetes de más
elevada denominación, ya que cargar un bulto de billetes de 100 para hacer
mercado es muy complicado. Lo que no entiendo es la implementación que han
optado. Sacar todos los billetes de circulación sin tener los nuevos billetes
le causa problemas muy serios a la población que no está bancarizada y depende
del efectivo para su día a día, sobre todo durante las fechas festivas cuando
la demanda por efectivo aumenta. Con esta medida el venezolano de menos
ingresos que no tiene cuenta bancaria es el más perjudicado.
El Gobierno o no entiende la
raíz del problema o no quiere asumir el costo político de reformar radicalmente
su política económica. Su reacción ha sido consistente: implementar mayores
controles, aislar al país del mundo y destruir la capacidad de generar empleo
con lo que exacerba los problemas económicos y sociales y aumenta el costo de
solucionarlos. Con esta política el Gobierno lleva al país hacia un colapso
cada vez más agudo. Un colapso de dimensiones difíciles de imaginar.
19-12-16
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