Por Marino J. González R.
El país vive días decisivos.
La arremetida totalitaria continúa de manera incesante, sin visos de
rectificación. Los plazos y procesos para la convocatoria de la Asamblea
Constituyente son seguidos sin chistar por la mayoría de rectores del CNE. Para
la importancia que debe tener una convocatoria de esta significación, todo luce
apresurado, atropellado.
Esta arremetida totalitaria es
la opción seleccionada por un gobierno prácticamente aborrecido por la gran
mayoría del país. Luego de la anulación de todas las consultas electorales, lo
que le ha quedado es construir una institucionalidad en la que puedan asumir la
totalidad del control de la sociedad. Esa es la estrategia, como ha quedado
bien expuesto.
El problema de fondo es que
esta propuesta totalitaria elimina la República. Es decir, acaba con más de dos
siglos de continuidad en un sistema de gobierno fundamentado en la concepción
de la igualdad de todos los ciudadanos. Es verdad que en estos dos siglos el
país vivió muchos gobiernos autoritarios, pero justamente la aspiración de la
mayor democracia fue el eje que permitió el desarrollo político del país. Lo
que se pretende es eliminar el principio de “un ciudadano, un voto”, es decir,
con la selección de los constituyentistas por sectores, no solo se establece un
modelo corporativo, típico de los regímenes fascistas, sino que se anula el
principio de que solo es posible un voto por cada ciudadano. En la práctica,
muchas personas podrían votar más de una vez, con la plena destrucción de las
bases republicanas.
De allí que sea de especial
importancia que la gran mayoría opuesta a esta arremetida totalitaria, esté
expresando sistemáticamente el rechazo a esta convocatoria, y a todas las
violaciones previas al Estado de Derecho. La conciencia de la gravedad de esta
situación es lo que probablemente impulsará una nueva fase del rechazo a esta
iniciativa. Ahora bien, también es clave que la fracción de la población que
todavía acompaña esta gran equivocación perciba con la mayor claridad lo que
está en juego. Las consecuencias serían funestas: eliminación de todos los
poderes públicos contrarios y represión de todas las opiniones contrarias. Es
bastante evidente que la imposición de esta visión solo se puede hacer a través
del predominio de la fuerza. Lo cual le da a la Fuerza Armada una tremenda
responsabilidad en esta hora.
Enfrentar esta situación
límite requiere mucha solidez, tanto en el ámbito internacional como nacional.
La conciencia de los riesgos que confronta Venezuela es una convicción bastante
extendida en la comunidad internacional. Los esfuerzos de las últimas semanas
son claras demostraciones. Esperemos que la conjunción de estas iniciativas
pueda concretarse. En el plano nacional es clave la acción coordinada de manera
agresiva en la medida que se avanza con el cronograma. Prácticamente en menos
de dos meses, de acuerdo con lo propuesto, estaría vigente el nuevo entramado
totalitario. La presencia en todos los espacios de la oposición a la arremetida
totalitaria es la consigna del día. El objetivo es impedir estas pretensiones.
El tiempo realmente apremia.
31-05-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico