Por Mariano de Alba
El
miércoles 31 de mayo, la crisis venezolana será examinada en
una reunión de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de los países
miembros de la OEA. Los cancilleres y jefes de delegación intercambiarán
impresiones y buscarán aprobar una resolución. Los proyectos publicados indican
que podría haber suficiente apoyo para que se condene la violencia, se solicite
el ingreso de ayuda humanitaria, se instaure un nuevo proceso de diálogo y se exhorte
al Gobierno a cancelar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
Antecedentes relevantes de la
reunión
Luego de la fundación de
la Unión Panamericana en 1910 (predecesora de
la OEA) ésta será apenas la vigésima novena oportunidad que los cancilleres de
la región hagan uso de esta instancia. Esto demuestra la gravedad de la crisis
venezolana y la importancia que le han otorgado al menos una mayoría simple de
los países de la región.
La aprobación
de la convocatoria de la reunión el 26 de abril por parte
de 19 países provocó que el régimen de Nicolás Maduro concretara su
intención de retirarse de la OEA. Aunque legalmente esta decisión se hará
efectiva el 28 de abril de 2019, en la práctica ha significado que desde el
pasado 26 de abril el Estado venezolano no está participando en la
organización.
Durante las últimas semanas,
los embajadores permanentes en la OEA se han reunido en múltiples oportunidades
para definir los detalles de la reunión. Estas reuniones formales e informales
han dejado ver que en líneas generales existen tres grandes bloques: uno mayoritario
que busca ejercer presión activamente, uno minoritario que sigue apoyando en
alguna medida los intereses del gobierno venezolano y un tercer grupo que no
muestra gran interés, pero sería el que podría terminar definiendo si se logra
adoptar una resolución el próximo 31 de mayo.
Al menos 14 cancilleres de la
región ya han confirmado su asistencia a la
reunión [1].
La mayoría de los países del Caribe enviaría delegaciones de segundo nivel.
Brasil, Chile, Estados Unidos y Uruguay no han confirmado aún que su canciller
(o Secretario de Estado en el caso estadounidense) acudirán a la sesión.
El reglamento que fue aprobado en
una de estas sesiones preparatorias especifica que, salvo cuestiones de
procedimiento, las decisiones deben ser tomadas por una mayoría de dos tercios
de los países presentes en la reunión. Por esto, el miércoles habrá que ver el
número exacto de países que acudan para poder determinar cuántos países
constituirán la mayoría con el poder de tomar decisiones. Por ejemplo, si
acuden todos los países que actualmente hacen vida en la OEA estaríamos
hablando de 33 países presentes (este número excluye a Venezuela) y en
consecuencia sería necesarios el voto de, al menos, 22 países para poder
adoptar una decisión.
Ya se conocen dos proyectos de
resolución que podrían ser propuestos durante la sesión. El primero, promovido por Antigua y Barbuda –un
aliado recurrente de los intereses del régimen en la OEA–. El segundo,
propuesto por Perú, Canadá, Estados Unidos, México y Panamá.
Aunque parezca sorprendente, existen más semejanzas que diferencias entre ambos
textos y su análisis da ciertas luces sobre la resolución que finalmente podría
ser aprobada.
Puntos de encuentro entre los
proyectos de resolución publicados
Ambos proyectos contienen un
rechazo a la violencia y un reconocimiento a la existencia de una crisis
humanitaria en Venezuela. En consecuencia, los dos documentos manifiestan
profunda preocupación por la situación, solicitan que cese la violencia y que
se facilite la entrada de ayuda humanitaria bajo la coordinación de organismos
internacionales.
Asimismo, tanto la propuesta
de Antigua y Barbuda como la de Perú y otros hace un llamado al gobierno
venezolano para que se cancele la convocatoria a realizar una constituyente.
Solicitan respeto al Estado de derecho, el funcionamiento normal tanto del
gobierno como de la Asamblea Nacional, la liberación de los presos políticos y
la definición de un calendario electoral. Finalmente, ambos textos manifiestan
la disposición de establecer un grupo de países o personalidades que
puedan facilitar y mediar en un nuevo proceso de diálogo.
Si efectivamente la propuesta
de Antigua y Barbuda es confirmada y secundada por el grupo de países (que como
esta nación caribeña han apoyado tradicionalmente los intereses del
gobierno en la OEA), estaríamos hablando de un transcendental rechazo
al gobierno de Nicolás Maduro. Recordemos que éste no reconoce la existencia de
una crisis humanitaria y sigue insistiendo en la convocatoria de una
constituyente, lo que agravaría más la crisis. Igualmente, el régimen niega la
existencia de presos políticos y se ha negado a aceptar que se defina un
calendario electoral que incluya fechas y plazos concretos de elecciones
regionales, municipales y presidenciales, bajo reglas aceptables para todos los
actores políticos.
Puntos de disenso entre los
proyectos de resolución publicados
La diferencia más relevante
entre ambas propuestas es que la de Antigua y Barbuda declara que se han
realizado declaraciones sobre Venezuela “sin la autorización del Consejo
Permanente” de la OEA. El texto prevé que sólo ese Consejo está autorizado a
hacer declaraciones. Esto es una clara condena a la gestión del Secretario General
Luis Almagro y coincide con las declaraciones de los últimos días por parte de presidentes
o cancilleres de países como Jamaica y Santa Lucía, quienes han criticado
el tono utilizado por Almagro.
Por otro lado, a diferencia
del texto de Antigua y Barbuda, el proyecto de Perú y otros hace énfasis en
temas como la protección de la democracia y los derechos humanos; solicita al
gobierno venezolano que reconsidere su decisión de retirarse de la OEA;
menciona que ha habido una ruptura del orden democrático en el país y pide el
cese de las detenciones arbitrarias y el uso de la jurisdicción militar para
juzgar a civiles. Asimismo, exhorta al cumplimiento de los acuerdos alcanzados
durante el proceso de diálogo de 2016, pide que cualquier
proceso electoral cuente con la presencia de observadores electorales
independientes y que se constituya un grupo de países que busquen coordinar el
apoyo humanitario a Venezuela. Por último, ese proyecto declara la intención de
los cancilleres de “seguir ocupándose de la situación”, una manera de expresar
que podrían volver a reunirse para continuar haciendo seguimiento a la crisis.
Los escenarios
En el caso de que
efectivamente acudan 33 países a la reunión, cualquier proyecto de resolución
deberá ser aprobado por al menos 22 Estados. Teniendo en cuenta eso, en
principio ningún grupo pareciera contar con ese número de países para aprobar
su proyecto de resolución.
La resolución de Antigua y
Barbuda es muy poco probable que sea aprobada porque el grupo de países que se
ha mantenido cercano a los intereses del régimen cuenta –en el cálculo más
generoso– con el apoyo de 12 Estados [2].
Y eso es suponiendo que países muy cercanos al gobierno venezolano, como
Bolivia, Dominica y Nicaragua apoyen una resolución que llama a cancelar la
convocatoria constituyente y reconoce la existencia de presos políticos.
Por su parte, el grupo cercano
a la propuesta de Perú, Canadá, Estados Unidos, México y Canadá, cuenta –en el
cálculo más generoso– con el apoyo de 21 Estados [3].
Es decir, le faltaría captar el voto de un país más para lograr adoptar la
resolución. Y eso es suponiendo que países como Jamaica, Santa Lucía y Trinidad
y Tobago apoyen de entrada la propuesta. En consecuencia, además de estos
últimos países mencionados, que al final podrían decidir si se logra aprobar
esta propuesta, serían países como Surinam, Granada, El Salvador o Ecuador.
Ante estas posibilidades,
surge una tercera vía más probable en donde la propuesta de Perú y otros países
sufre algunas modificaciones para atraer el voto de países como Surinam y
Trinidad y Tobago asegurando la mayoría requerida. De hecho, el proyecto de resolución
presentado por Perú hace referencia a que el texto se está consultando con el
gobierno trinitario. Asimismo, no se puede descartar que, con base en las dos
propuestas presentadas, una mayoría definitiva de países logre redactar y
aprobar un texto que cuente con los apoyos necesarios.
El último escenario es que
ninguna propuesta logre los 22 votos necesarios para aprobar una propuesta de
resolución. En consecuencia, el grupo reducido de países que estén de acuerdo
con la propuesta mayoritaria firmen aparte una declaración suscribiendo el
texto, lo que naturalmente no tendría el mismo valor. Si al final acuden menos
de 33 Estados a la reunión, el número de votos para adoptar una decisión
disminuye y si los ausentes son países que históricamente han apoyado al
régimen, se hace más probable que la propuesta de Perú y otros sea adoptada.
Reflexión final
Aunque la mera aprobación de
una resolución en las circunstancias actuales de la crisis pudiese parecer
ridículo, la región no tiene forma de imponer una solución. Como lo dice el
texto propuesto Perú y otros: corresponde a los venezolanos. La preferencia
internacional es una salida negociada, aunque parezca poco probable si se
observa lo que está sucediendo. La región está dispuesta a ayudar con esto,
pero necesita la voluntad innegable de ambas partes. En cualquier caso, si una
mayoría de los países aprueba un texto solicitando la cancelación de la
constituyente, el gobierno podría tener cuesta arriba el poder argumentar que
esa propuesta es legítima.
***
[1] Argentina,
Canadá, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Panamá,
Paraguay, Perú, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas y Santa
Lucía.
[2] Antigua
y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Haití, Nicaragua,
República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y
Surinam.
[3] Argentina,
Bahamas, Barbados, Belice, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados
Unidos, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú,
Santa Lucía, Trinidad y Tobago y Uruguay.
29-05-17
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