Miguel Méndez Rodulfo 26 de mayo de 2017
La
Guardia Nacional Bolivariana, no tiene un ápice del propósito que inspiró al
General Eleazar López Contreras, cuando la creó por allá por 1937. Hoy en día
es el brazo armado legal de chavismo y cumple un rol represor y sanguinario contra
el pueblo que lucha por su libertad. En nada este cuerpo se parece a la Guardia
Civil española o a los carabinieri italianos. Más bien actúa de forma semejante
a la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez; así es el órgano que ha asumido el
rol protagónico en las muertes de más de 60 venezolanos y como consecuencia de
ello se ha ganado el odio de la sociedad venezolana. No siempre fue así.
Durante el golpe de Estado del año 1992, asonada militar liderada por el
sabanetero, la GN, con su limitado armamento, dio la cara por la democracia y
fue factor decisivo para preservar el orden constitucional.
Verdad
es que según la democracia venezolana fue infiltrada por el mal de la
corrupción, este componente militar lo fue en mayor medida que el resto de sus
pares, dado que sus funciones administrativas de resguardo (aduanas, licores,
etc.), las actividades de custodia fronteriza (drogas, inmigración, etc.) y sus
labores de control en alcabalas, estimularon que este órgano se descompusiera
éticamente mucho más que sus otros hermanos de fuerza, algo que ocurrió porque
se propició desde las más altas esferas de comando y que la democracia permitió
por omisión. Sin embargo, como vimos, conservó su talante democrático. Pero,
como se confirmaría después, cuando una institución pierde sus valores morales,
puede ser presa del oportunismo, cae en el facilismo y se desvía de su misión.
Al comienzo del gobierno chavista, en un intento de revancha para cobrarle su
papel democrático durante los sucesos del 92, se planteó seriamente eliminar a
la Guardia Nacional. Diríamos que se salvó por un tris, pero imaginamos que las
nuevas autoridades designadas se plantearon ser más papistas que el Papa, para
poder asegurar la sobrevivencia del cuerpo. Esta estrategia y una mucho mayor
permeabilidad frente a la corrupción (sobre todo a la penetración del
narcotráfico) ocurrida en estos 18 años del régimen, nos condujeron hasta aquí,
donde la GN defiende ferozmente la dictadura.
Algo
significativo es la saña con la que los guardias nacionales reprimen, golpean
salvajemente y matan, a los jóvenes que protestan y luchan por la libertad de
Venezuela. Esta conducta, que podríamos focalizar personalmente, responde a la
inoculación de la ideología chavista en el ADN particular de cada individuo que
conforma esta fuerza militar, y en su participación activa en el reparto de los
dineros y bienes provenientes de la corrupción, de manera que podemos concluir
que esta institución es insalvable para el gobierno democrático que se avecina.
Algo en lo que no repara la cúpula militar que dirige a la GNB, pero que debe
preocupar a los oficiales jóvenes que ven su futuro comprometido. El rechazo de
la sociedad venezolana contra la GNB, es semejante al que sintió en 1958 contra
la Seguridad Nacional, entonces muchos esbirros fueron linchados y este funesto
organismo desaparecido.
Ya
hemos visto en varias ciudades del país protestas frente a cuarteles militares,
toma de algunos e intentos de incendio en otros. Esta protesta no va ser
detenida debido a que la represión aumente, porque la GNB dispare metras contra
los manifestantes, tumbe portones y destroce fachadas, queme carros de
particulares, amedrente a los vecinos que protestan, incendie apartamentos,
golpee salvajemente a los jóvenes o llene las cárceles de detenidos. Como se ha
visto hasta ahora, tal actitud irracional del régimen no ha parado la protesta,
ni mucho menos el intento burdo de hacer una constituyente. Es hora de la
desobediencia civil y de la protesta. Este gobierno es ilegítimo y espurio sus
actos. Que la GNB se haya colocado al nivel de los colectivos, al servicio
irreflexivo del régimen para hacer el trabajo sucio, es muy lamentable, pero ha
sellado su destino.
Caracas 26 de mayo de 2017
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