Por Andrés Pastrana Y Jorge
Quiroga
Hace dos siglos un venezolano subió a su caballo, atravesó los Andes y liberó
cinco países. Hoy la tierra de Bolívar está bajo el yugo de una dictadura
narco-criminal, incompetente, corrupta y cruel. Hoy el espíritu del Libertador
vive en los venezolanos que suben
a Facebook o Periscope las crónicas diarias de su épica
gesta, que está recuperando la democracia para su Patria.
Maduro ha reducido su país a
escombros y una distopía surrealista. Gente en mercados hace colas
interminables, marcados como ganado mientras la inflación más alta del mundo
devora sus bolsillos, encuentran anaqueles casi vacíos y viven expuestos a una
criminalidad escalofriante. Azorados, los venezolanos ven niños enterrados en
féretros de cartón por causa de malaria o difteria, mientras multimillonarios
jerarcas gubernamentales demuestran que los socialistas del siglo
XXI son una hipócrita caterva de socios listos.
La democracia también se cae a
pedazos, la oposición política está criminalizada, la prensa amordazada y el
régimen desató un golpe continuado después de sufrir una aplastante derrota en
las elecciones
parlamentarias del 6 de diciembre de 2015.
Estuvimos ese día en Caracas
invitados por la oposición, allá vimos al tenebroso Diosdado Cabello anunciar
que mantendría recintos electorales abiertos hasta «la hora que sea», para
robarse las elecciones. ¿Cómo? El voto es electrónico, el régimen cuenta con
resultados en línea y sabe el tamaño de la brecha que necesita cerrar, las
marionetas del órgano electoral (CNE) extienden varias horas la votación, llega
la oscuridad y los «colectivos» (pandillas oficialistas) se apoderan
violentamente de mesas electorales, para cambiar resultados a favor del
régimen.
La Asamblea era un florero
castrado, por eso la fuerza opositora se canalizó exigiendo el referéndum
revocatorio de Maduro. Aquí llegó el segundo paso del golpe continuado,
cancelar elecciones mediante jueces y el CNE
La dirigencia opositora
denunció esta fraudulenta intención, invitándonos a respaldarlos.
El CNE nos revocó credenciales; bramando y amenazante Cabello pidió
que nos expulsaran; el invitado del gobierno, el expresidente Rodríguez
Zapatero, trató de apaciguarnos o intimidarnos y se fue con las cajas
destempladas. La discusión pública se centró en la demanda opositora: acatar la
ley, cerrar votación, anunciar y respetar resultados. Cuando estaba claro que
el CNE era cómplice del fraude, las FF.AA. (encargadas de la logística
electoral) aparecieron en TV, anunciaron que la votación había concluido y
garantizaron seguridad en las calles. El régimen tuvo que reconocer el
resultado: la oposición logró dos tercios de la nueva Asamblea Legislativa,
acabando con 17 años de control oficialista.
Maduro necesitaba esterilizar
al nuevo Parlamento opositor, por lo que su Congreso saliente, presidido por el
derrotado Cabello, inconstitucional e ilegalmente se llevó de regalo navideño
en 2015 el poder judicial. Forzó renuncias y rellenó con sus alfiles
las 35 acefalías generadas.
Así empezó el golpe
continuado. El Ejecutivo se auto-otorgó facultades legislativas con visto bueno
judicial; los presupuestos se manejaban por decreto; las leyes de amnistía,
vivienda o la de gravedad se derogaban en la justicia; ninguna prerrogativa
legislativa se podía ejercer, porque 50 fallos judiciales lo
impidieron.
La Asamblea era un florero
castrado, por eso la fuerza opositora se canalizó exigiendo el referéndum
revocatorio de Maduro. Aquí llegó el segundo paso del golpe
continuado, cancelar elecciones mediante jueces y el CNE para imponer un
«diálogo» que resultó en: diferir el revocatorio y elecciones regionales;
desinflar la protesta callejera; detener más opositores; y desactivar la
aplicación de la Carta Democrática en la OEA. Esta maniobra dilatoria fue
dirigida por Rodríguez Zapatero, el operador externo de Maduro.
Ante el rechazo del Congreso a
préstamos usureros y concesiones lesivas, a fines de marzo los jueces
desconocieron al Parlamento. Esto desató masivas protestas que han dejado
decenas de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos, incluyendo
civiles procesados bajo justicia militar.
En una escena macabra, Maduro
hizo su propuesta ataviado de liqui-liqui, loco, bailando sobre el dolor del
pueblo
En mayo el histérico dictador
anunció que abandonaba la OEA y la estocada final de su golpe continuado,
convocando una «Constituyente» tramposa, con reglas que le permiten con escasa
votación popular obtener la mayoría de este soviet moderno. ¿Cómo? Casi un
tercio de los 540 delegados vendrán de sectores controlados por el
gobierno que designará 176 miembros; los restantes 364 se elegirán por
municipios, donde una pequeña comuna rural oficialista tendrá la misma
representación que un centro urbano opositor muy poblado. Así, ganando sólo 95
de los delegados territoriales (una mera cuarta parte de los municipios) el
régimen podría, voilà, tener control de esta narco-para-Constituyente. Además
anulan los referéndums previo y posterior, porque le tienen pánico al voto.
Esto pulveriza el voto popular
directo, proporcional, universal y secreto. El agonizante régimen busca que su
soviet cancele elecciones venideras, cierre el Congreso, destituya Gobernadores
opositores, defenestre la Fiscal y convierta a Venezuela en una Cuba del
siglo XXI. En una escena macabra, Maduro hizo su propuesta ataviado de
liqui-liqui, loco, bailando sobre el dolor del pueblo. Después, en una feria
ganadera ofreció escaños a vacas, porque cree que la democracia es arrear
rebaños sumisos. Los paramilitares del régimen asesinan a ciudadanos que
protestan pacíficamente, mientras su para-constituyente cubana busca enterrar la
república.
Estamos ante el principio del
fin de la narco-dictadura, o ante el principio de la Venezuela norcoreana.
Maduro dice que escojan: su constituyente o violencia, su golpe o represión, su
dictadura o más asesinatos, cárcel y persecución. En una cosa tiene razón.
Debemos escoger. Todos. El Vaticano también. Libertad o tiranía.
Democracia o narco-dictadura. Luis Almagro -secretario general de la OEA- o
Rodríguez Zapatero. Elecciones generales anticipadas o para-Constituyente
golpista.
Los militares venezolanos y
nuestra región también deben escoger. Las Fuerzas Armadas porque deben rechazar
manejar la operación logística de esta aberración fraudulenta, para evitar ser
cómplices del CNE que ya convalidó este esperpento. Además, todos los
uniformados deben bajar sus armas y detener la represión que sostiene
una dictadura narco-criminal, que mancilla la tricolor venezolana con su
corrupción y la tiñe con sangre de su pueblo. La comunidad hemisférica porque
se debe pronunciar sin ambages en la venidera reunión de Cancilleres de la OEA,
así como en su posterior Asamblea en México del 19-21 junio.
El pueblo en las calles de
Venezuela ya escogió un camino sin retorno, porque perdió el miedo a la
dictadura, traga gases y aguanta torturas. Muchachos valerosos enfrentan
armas con violines, marchan ante francotiradores, ofrendan vidas, entierran sus
héroes y le gritan al mundo que la dictadura se acabó y quieren democracia.
* Andrés Pastrana
Arango fue presidente de Colombia y Jorge Quiroga fue presidente
de Bolivia
28-05-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico