Trino Márquez 25 de mayo de 2017
@trinomarquezc
Las
bases comiciales de la Constituyente Comunal presentadas por Nicolás Madura,
aprobadas por las rectoras del CNE con la diligencia del subalterno servil,
representan un salto en garrocha hacia
un socialismo arcaísta con rasgos de comunismo cubano y, más atrasado aún, del
modelo camboyano.
Con la iniciativa adoptada por Maduro
el régimen pasó a una fase todavía más agresiva en este largo proceso hacia la
destrucción de la democracia. La camarilla gobernante le declaró la guerra al
país. En contra de la voluntad de todos los sectores importantes –Iglesia católica, academias,
trabajadores organizados y gremios, universidades autónomas, empresarios e
intelectuales- el gobierno, aliado con la Sala Constitucional y el CNE, decidió
desconocer la Constitución.
Los abogados constitucionales más importantes
del país además de los magistrados del TSJ que han cuestionado la legalidad de
ese llamado, han señalado suficientes argumentos en contra del llamado
constituyente. En un apretado resumen de esos argumentos, podemos decir que las
bases comiciales violan el principio según el cual “el pueblo de Venezuela es
el depositario del poder constituyente originario… (y) en ejercicio de dicho
poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente” (Art. 347). Esta competencia se la arrebató
Nicolás Maduro, quien pasó a ser el convocante, cuando lo único que le está
permitido es tomar la “iniciativa” (Art. 348) para que el proceso se
active en su fase inicial. Esas bases,
además, le garantizan al oficialismo el control de la mayoría de la ANC, cuando
en realidad conforma una minoría que no
alcanza ni siquiera la quinta parte de los venezolanos. Con esa mayoría
forjada, el gobierno podría aprobar todos los caprichos que se le antojen,
desde acabar con la República democrática, federal y descentralizada, hasta
declarar abiertamente que los colectivos son el brazo civil de las Fuerzas Armadas, y estas a su vez, el
rostro armado del Psuv. Cualquier insensatez o abuso podría ser adoptado en ese
aquelarre que surgiría de la reunión de
más de quinientas personas, la mayoría de las cuales serían cuadros formados
por el partido de gobierno en cualquiera de los numerosos centros de
capacitación comunista que dispone. La desaparición de la Asamblea Nacional
anunciada en las bases comiciales representa un pequeño adelanto de lo que le
espera a la democracia.
Las bases son tan disparatadas como la idea
misma de la Constituyente. El país se encuentra arruinado, no porque la
Constitución del 99 sea defectuosa y haya que sustituirla por otra más moderna
mediante un llamado al poder constituyente. Todo lo contrario: la nación se
halla en la miseria, anarquizada y en tránsito hacia la dictadura, porque los
principios y normas constitucionales fueron violados por todos lados. Se acabó
con la propiedad privada y la autonomía del Banco Central. Se politizó a las
FAN. Se desconoció el principio de la autonomía, equilibrio y colaboración
entre los poderes públicos, razón por la que se ignoró la autoridad de la Asamblea Nacional, de los
gobiernos estatales y municipales. Se acabó con el concepto de servidor
público, que fue sustituido por el de militante del oficialismo. Se pulverizó
el principio de la alternabilidad, esencial para que la democracia se renueve y
los gobiernos cambien de manera pacífica.
Junto a todos estos atropellos encontramos la
violación del cronograma electoral constitucional. Para 2016 estaban previstas
las elecciones de gobernadores. El CNE no las convocó. Para 2017, están
contemplados los comicios para alcaldes. El CNE se olvidó de ellos. Para 2018
está anunciada la elección del Presidente de la Republica. El régimen se
anticipó a esa cita proponiendo una ANC bufa, avalada por el CNE. El objetivo
es evidente: quieren mantenerse al frente del Poder Ejecutivo a pesar de ser
una escuálida minoría.
Ha sido el desconocimiento del marco
constitucional establecido en la Carta del 99 lo que nos ha sumergido en esta
crisis sin precedentes. La Constituyente
madurista sólo contribuirá a agravar la crisis y volver al país todavía más
caótico y miserable de lo que ya es.
Las bases comiciales y el proyecto de
Constituyente conforman tal adefesio, que la MUD debería evaluar muy bien si
tiene sentido organizar un referendo consultivo para preguntarles a los
venezolanos si están de acuerdo con convocar una constituyente, sea la de
Maduro o cualquier otra. Movilizar la gente para tal fin será darle demasiada
importancia a una iniciativa delirante, orientada a perpetuar en el poder a esa
casta, a pesar de su impopularidad y de su aislamiento creciente en el plano
internacional. Reconocemos que la imaginación política hay que aguzarla, pero
sin darle bomba a los disparates que se le ocurren a los dictadores desesperados. Pensemos en otras jugadas.
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