Por Luis Manuel Aguana, 10/08/2017
Una cosa es un golpe de Estado frustrado por el gobierno y otra cosa
muy diferente es un ataque quirúrgico realizado por un grupo de comando
especializado externo a la Fuerza Armada, con colaboración interna de alguno de
sus integrantes, con el objetivo militar preciso de llevarse un parque de
armamentos.
De acuerdo a los comunicados emitidos por ese grupo a través de las
redes sociales, ese objetivo preciso se cumplió a cabalidad. Igualmente, ahora
solicitan el apoyo de la población civil con movilizaciones de calle. El
gobierno no ha desmentido nada y por el contrario ha intentado esconder sin
éxito lo que paso el domingo 6 de agosto en el Fuerte Paramacay (ver
información precisa enhttp://elestimulo.com/blog/asi-ocurrio-la-toma-del-fuerte-paramacay/).
A un régimen que invento 8,1M de votos el pasado 30J muy dificilmente le creerá
la población.
Sin entrar a considerar como válido o no el camino escogido para
plantearse otra forma de lucha -no transitada en Venezuela por mas de 100 años-
en contra del régimen de Nicolás Maduro, sería importante analizar el tema de
lo visto hasta ahora, para ver si estos son solo fuegos artificiales o el
comienzo real de algo lo suficientemente serio como para desplazar al régimen.
Lo primero que hay que considerar -profesionalmente hablando y sin ser
especialista en el tema militar- que si alguien se propone ejecutar técnicamente
algo tan arriesgado como meterse en una instalación militar, sustraer armamento
y salir con bien de ello, es porque sabe muy bien lo que esta haciendo. Esto
es, no son un atajo de improvisados como lo trata de hacer ver el gobierno,
porque sino cualquier banda de malandros de los que abundan en el país ya lo
hubiera intentado (al margen de que sepamos quienes son los verdaderos
malandros).
Pero si tomamos en cuenta que quienes conducen la Fuerza Armada no
llegaron a los puestos de dirección -en todos los niveles- precisamente por su
conocimiento del área militar sino por la sumisión a una corriente política, si
yo estuviera sentado al tope de esa pirámide, no me sentiría muy seguro de su
estabilidad. Es muy diferente tener un arma que saberla manejar. En cualquier
momento te la pueden quitar, y aunque dispongas de otras, si no sabes cómo se
maneja eso porque tu mejor conocimiento militar es decir "¡Chávez vive, la
lucha sigue!", no tienes entonces muchas probabilidades de salir con bien
de esa contienda, cuando alguien que si sabe te la disputa.
Creo que alli los oficiales desplazados por el régimen, en su mayoría
institucionalistas y más aventajados en su campo militar –muchos de ellos los
mejores de sus promociones- tienen una ventaja competitiva que puede marcar la
diferencia, si deciden, como al parecer lo han hecho, de hacerse con las armas
de la República. Entonces alli hay un punto importante que considerar en
este análisis.
Otro aspecto relevante reside en el apoyo brindado internamente al
grupo rebelde que sustrajo el armamento en Naguanagua que, de acuerdo a las
informaciones no confirmadas hechas públicas, lo continúan haciendo en otras
instalaciones militares.
Si consideramos al país como un todo incorporando a los militares, el
85% de la gente que se encuentra en esos cuarteles es un apoyo potencial
a cualquier incursión, de acuerdo a las cifras publicadas de rechazo al
régimen. Cualquier soldado u oficial, con jerarquía o no, que se encuentre en
ese porcentaje, lo menos que hará será mirar para otro lado para ayudar a
aquellos que hayan asumido una posición activa y contraria a la continuidad del
gobierno. Esto expone una debilidad poco explotada por la oposición pero que
era imposible de hacer efectiva sin que alguien que supiera del arte militar la
asumiera con las correspondientes consecuencias.
Por principio fundamental no concuerdo con las formas de lucha
violentas -armadas- porque entre otras razones se ha demostrado que su
efectividad es muy baja en relación con las formas de lucha no violenta, de
acuerdo a los estudios realizados (ver la reseña del estudio de Erica Chenoweth
en mi nota de 2014, Caída inevitable, en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/caida-inevitable.html).
Las formas de lucha que involucran un componente armado necesariamente tienen
que estar complementadas por los elementos políticos que las dirijan, porque de
otro modo resultarían en herramientas útiles para cualquier interesado en hacer
más daño que bien.
De alli que las primeras declaraciones de voceros de este grupo
puntualizando su desconfianza -por cierto bien ganada-- al sector político de
oposición, debe revisarse de una manera muy cuidadosa porque en el mejor de los
casos podrían caer en las manos peludas de expertos y antiguos personajes de la
política venezolana que han buscado infructuosamente esta salida sin éxito,
porque al final todo se resume en sobre quien recaerá el poder una vez que los
pilares que sostienen el actual régimen se derrumben. Recuerden el 4F y quienes
terminaron mandando…
Un movimiento de esta naturaleza que pretenda ser independiente, al
final siempre tendrá que enfrentarse con el hecho político del cual nace,
entregando el fruto de su labor a los factores políticos no contaminados que
sean capaces de conducir un proceso que lleve al país a la reconciliación y la
reconstrucción. Es por eso que reviste una importancia fundamental que estos
opositores que se han reunido intentando una lucha por medios diferentes a los
ensayados hasta ahora, complementen su accionar estableciendo zonas mínimas de
ejercicio político, para que una vez que se haya logrado desplazar al régimen,
surja un camino común en el que todos coincidamos. Y hasta que eso no ocurra
ese llamado de apoyo en las calles que hacen en sus comunicados difícilmente
ocurrirá.
Y esto viene a cuento porque el régimen no saldrá sin la presión de los
cuarteles, que desde ya están ejerciendo estos nuevos grupos que hacen un
trabajo que los civiles no podemos ni debemos hacer, pero tampoco sin la
correspondiente protesta cívica permanente de la sociedad, que solo puede
coordinarse y canalizarse a través de las organizaciones civiles y políticas
que no hagan causa común con el gobierno. Y de allí la necesidad de una Dirección
Política común, que en el actual estado de cosas no parece existir, pero que
ahora deberemos construir a la luz de una nueva realidad.
De alguna manera esta zona de acción común se dio en 1958 entre la
Junta Patriótica y los militares. Pero ahora luce claro que en aquel entonces
los militares no eran como los de ahora, altamente ideologizados, penetrados
por el narcotráfico y la extrema delincuencia internacional. Aquellos que crean
en un golpe militar simplón a la usanza de comienzos del siglo pasado o que los
delincuentes entreguen el gobierno por los votos salidos de una ruleta de
casino trucada, pueden esperar sentados los años que tienen los cubanos soñando
el regreso de la democracia.
La situación que se está presentando con la aparición de estos nuevos
grupos de resistencia y con el despertar de una sociedad ante la decisión de la
MUD -que no debía extrañarnos- de darle la espalda al mandato de la población,
es lo mejor que nos pudo pasar. Pone de nuevo la lucha desde el comienzo pero
en la dirección correcta. Si los politicos de la MUD creen que haciéndole el
juego electoral a Maduro, contentándose con las migajas de poder que les
regalen desde un CNE arreglado, que continúen por esa vía. Verán que poco a
poco se encontrarán solos. Los venezolanos sabremos que camino tomar y a
quienes apoyar en el futuro. Dice un viejo dicho que es preferible andar solo
que mal acompañado, aunque la palabra “solo” es un decir. A los venezolanos nos
acompañan siglos de experiencia libertadora...
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana
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