Por Marcelino Bisbal
I
El shopping mall del
libro
Comencemos afirmando que una
feria del libro es, ante todo y muy especialmente, un hecho cultural, un parque
temático para la expresión de la cultura en sus más diversas manifestaciones.
Porque el libro es un objeto cultural que hace que la cultura renazca para que
ella impregne todas las esferas de la vida y muy especialmente la esfera
pública.
El libro se ha convertido,
desde su primera aparición, en el receptáculo más importante de la cultura y
del conocimiento. Nos lo dice muy acertadamente Juergen Boss –director de la
Feria del Libro de Fráncfort– cuando nos expresa: “Los libros son contenedores
de conocimiento cultural y de patrimonio. En este sentido, en cierta medida son
como museos y archivos (…) para las editoriales, esto significa que sus fondos
editoriales se convierten en un valioso tesoro; y para los museos, que sus
colecciones no tienen que permanecer entre sus paredes, sino que pueden viajar
libremente por el mundo”.
Si el libro es conocimiento,
una feria para los libros es la manera en que los humanos nos hemos
inventado para recrear en un espacio público ese conocimiento. En una feria del
libro, el conocimiento, en cuanto acto cultural, está comprimido en un único
espacio. Una feria del libro es una especie de eso que los americanos
llaman shopping mall, pero de libros y actos en torno a él. Si
los shopping mall urbanos se han venido convirtiendo gradualmente en
una ciudad en la ciudad, las ferias de libros vendrían a ser una gran y variada
librería ocupando un espacio público determinado. Se me ocurre pensar que las
ferias de libros son un espacio reimaginado de lo que es una librería, podrían
ser un condensado de las múltiples librerías y editoriales. Como dicen los
urbanistas y teóricos de los shopping mall al afirmar que
los malls contemporáneos son “los espacios protegidos para el
encuentro y la socialización, un ámbito de variedad y de novedad”. Eso y no otra
cosa es una feria del libro en donde convergen el acto de consumo de un libro,
la tertulia sobre ellos, la expresión, el cine y el teatro, el taller
literario, las conversaciones y la crítica, el paseo, los deseos, la aventura,
la socialización, las imágenes, las exposiciones, el bombardeo sensorial… “Pero
hoy no es solo eso. Hoy es un regocijo alrededor de lo que el libro significa,
no solo como soporte para la formación intelectual, sino también como
diversión, como simple pasatiempo accesible a todos, como la posibilidad de
salir de los agobios cotidianos o de inventar las mañas para superarlos”, nos
lo expresaba Elías Pino Iturrieta como pregón de la I Feria del Libro del Oeste
de Caracas por allá en noviembre de 2016.
II
La razón de una feria
Porque
el oeste también existe. La Universidad Católica Andrés Bello está
enclavada en el oeste de la ciudad y esa parte de la ciudad también vive. Allí
se hacen cosas y se inventan también.
Hoy, en el país y en alma del
ciudadano, está presente un pesimismo subyacente. No acertamos a dar con las
respuestas que nos ayuden a salir de esta melancolía y desesperanza que se
hacen realidad en nuestras acciones más cotidianas. La desolación persiste y
cada día que pasa pareciera que se amplía. Pero en momentos como los presentes
se hace necesario detenernos por un momento, volver sobre sí, acudir a los
textos y descubrir lo que la lectura provoca en el intento de darnos
explicaciones. Nos lo decía Monsiváis en alguna parte: “Un buen lector siempre
se rinde a la evidencia: si el libro vale la pena, el autor o la autora son mis
semejantes”. O lo que expresaba Jorge Luis Borges: “El libro puede estar lleno
de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero
todavía conserva algo sagrado, algo divino, no con respeto supersticioso, pero
sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría”.
Llegó el momento. La
Universidad Católica Andrés Bello no es solo un espacio para la formación en
sus aulas o para la investigación en sus centros e institutos, es también un
espacio para la fiesta de lectores y de libros, de espectadores e internautas,
de cinéfilos y videófilos, de teatreros y de audiencias, de personajes y de
consumidores, de asombros y de ciudadanos. Con ese contexto al frente se abre,
desde el 27 de noviembre al 3 de diciembre, la II Feria del Libro del Oeste de
Caracas (FLOC 2017).
III
La Segunda Feria del Libro del
Oeste de Caracas
Decía el escritor suizo
Friedrich Dürrenmatt: “¡Oh, qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo
que es evidente!”. Yo diría: ¡Qué tiempos estos en los que hay que justificar y
dar explicaciones para lo que se hace o se deja de hacer, o lo que se quiere
hacer! Es el intento de imponer la fuerza de la razón sobre la razón de la
fuerza.
Así, estos últimos caracteres
intentan dar razones para explicar el por qué de una feria en la Venezuela de
estos tiempos. Alguien pudiera decir que estamos chiflados
por empeñarnos en seguir produciendo libros,
por empeñarnos en hacer una feria del libro y por darnos a la tarea
de invitar a la comunidad ucabista, a nuestros vecinos de esta parte de la
ciudad de Caracas, y a la otra parte que convive de la Plaza Venezuela hacia el
este, para que disfruten de este nuestro campus que, desde el 27 de
noviembre al 03 de diciembre, estará repleto de caras distintas a las que
circulan por sus jardines y pasillos, estará repleto de libros, de expositores,
de presentaciones de novedades editoriales, de foros, talleres, de tertulias,
de cine, teatro, de poesía, de exposiciones artísticas, de escritores consagrados
y de jóvenes escritores… en fin, de todo un hecho cultural que encierra y
envuelve la existencia y presencia de una feria del libro.
En ese intento de dar razones,
recuerdo lo que el escritor español Arturo Pérez Reverte, en un estupendo y
breve libro –Territorio comanche– decía ante el horror de la guerra de la ex
Yugoslavia cuando describía que, en medio de lo más brutal de ese conflicto,
“los infelices civiles muertos de hambre, flacos y agotados, salían de sus
casas en medio de la misma guerra, desafiando el fuego cruzado de las partes en
conflicto, intentando salvar los restos de las bibliotecas que eran destruidas
por las bombas de la guerra”.
Recuerdo también, en un
escrito más amable que el de Pérez Reverte, una breve crónica de José Saramago
–escritor portugués y premio Nobel de Literatura 1998– que lleva por
título La Feria. En ese texto, Saramago nos recrea la Feria de Lisboa. Se
ve, como luego nos escribe, que en la edición de 2009 no pudo estar presente y
entonces nos dice que la feria es un espacio animado, a pesar “como si por esos
mundos no se labraran cosas terribles, crisis, pobreza, depresión”. Y remata
expresando que “en épocas de crisis se lee más, y parece que los contables
revalidan esta afirmación. A mí me gusta pensar que en épocas de crisis la
gente quiere saber por qué llegamos a esto y se acercan a los libros como si
estos fuesen fuentes de agua fresca y los lectores personas sedientas”.
Para quienes se empeñan en
convertir al país en un desierto árido como todo desierto, en convertir al país
en un sitio inviable, en un no-país, desde aquí les decimos que tenemos la
voluntad de seguir insistiendo en que sí tiene sentido hacer lo que estamos
haciendo. Que hay razones para volver a empezar y que hay razones de sobra para
volver a encontrarnos con la II Feria del Libro del Oeste de Caracas (FLOC
2017).
Una feria que, como dijera el
rector José Virtuoso, llegó para quedarse. ¡Y se quedó! Así, pues, el 27 de
noviembre se abrirá FLOC 2017. El campus de la Católica amanecerá ese lunes llena
de libros y de libreros, de sueños y esperanzas, de nostalgia por los que se
van y de justicia, de libertad… La idea es que durante siete días reflexionemos
sobre el acontecer y que nos encontremos para conversar sobre lo que nos
preocupa o nos indigna con justa razón, o, como dijo Fernando Savater, “sobre
el gozo de leer y el riesgo de pensar”. Nos veremos en la II Feria del
Libro del Oeste de Caracas.
17-11-17
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