Carlos Romero Mendoza 07 de enero de 2019
@carome31
El año
está concluyendo y las expectativas de Venezuela no son precisamente las
mejores, pues llega enero 2019 con la definitiva ruptura del orden
constitucional y del orden democrático, que han calificado como la prolongación
de la usurpación de funciones del Presidente de la República.
Creo
que es muy claro que el 10 tendrá un significado político significativo, en la
medida que la sociedad civil logre demostrar organización y efectividad para
hacer sentir que comprende el momento político que representa ese 10 de enero
de 2019, de lo contrario, será sólo una fecha más, de las tantas que ya existen
en la historia política reciente del país.
Es
indudable que a partir del 10 de enero la visión de la comunidad internacional
sobre realidad política, social y económica de Venezuela, logrará encontrarse
con la denuncia que por años ha venido realizando la sociedad democrática
venezolana.
En ese
marco, la presentación de una parte del “Plan País. El día despúes”, el pasado
18 de diciembre, representa un importante aporte positivo y esperanzador en el
camino que debe recorrerse para alcanzar niveles adecuados de cohesión social,
en aras de lograr una hoja de ruta sostenible para una futura transición en
Venezuela.
La
desconfianza entre los venezolanos, que según el informe de Latinobarómetro
2017, es la más alta en América Latina y la más dramática fotografía de
Venezuela de estas últimas décadas, podría encontrar en esos lineamientos
generales sobre “el día después”, un aporte concreto para ir recuperando
niveles de confianza. En la medida que aumente el compromiso en aplicar esas
medidas que el país reclama, podremos enfrentar con éxito, desde el punto de
vista técnico-político, el desafío de una transición.
“Cuántas
veces se ha reclamado la falta de
Unidad, pues en este “Plan País. El día después”, se registran no sólo la
visión de la sociedad civil que logró participar en el Congreso Nacional promovido
por el Frente Amplio Venezuela Libre, sino que además, se ve acompañado del
compromiso de los diputados de la Asamblea Nacional.”
Asamblea
Nacional y los distintos sectores de la sociedad civil han logrado encontrarse
en función de unos compromisos generales, concretos y además, urgentes para
abordar la situación venezolana. Si ese
“Plan País, El día después”, logra profundizar los vínculos y lazos sociales
entre distintos actores políticos para asumir la hoja de ruta hacia una
transición, claramente se estaría aportando un extraordinario valor a la
necesidad de restaurar niveles básicos de cohesión social.
Precisamente
la confianza es uno de los elementos claves para lograr hablar de cohesión
social, de allí se puede entonces empezar a tejer redes y con mayor facilidad,
impuslar acciones unitarias orientadas a un mismo fin.
Según
información pública, se hizo una primera presentación del Plan País, que cubrió
el aspecto económico y social; asumiéndo sus promotores el compromiso de hacer
una segunda presentación en enero, que abordará
propuestas en el área de seguridad y soberanía territorial,
abastecimiento y seguridad alimentaria, servicios públicos y justicia,
instituciones y democracia.
Esa
primera presentación recorre las redes sociales y se introduce como el Acuerdo
político, de 42 puntos, para rescatar a Venezuela de la crisis social y del
colapso económico.
Que
importante sería, a los fines de contribuir con la necesidad de restaurar la
cohesión social en Venezuela, que ese Acuerdo presentado, fuera el documento
base para el debate parlamentario a los fines de aprobarlo de manera
institucional como un Acuerdo Político-Social, previo a una consulta ciudadana,
que le brinde al mismo la legitimidad necesaria y reivindique las atribuciones de
la Asamblea Nacional en el marco de la Constitución.
El
valor cohesionador de ese “Plan País. El días después”, dependrá de la
capacidad real, tanto de la Asamblea Nacional, como de los demás actores de la
sociedad civil, de divulgar, debatir y comprometer a los venezolanos con esas
líneas generales.
No se
necesitan grandes maquinarias para ello, basta activar los grupos y redes
sociales que existen en cada municipio y que cada una promueva un espacio para
su análisis y valoración, que concluya con una manifestación expresa y
simbólica de respaldo al mismo.
Ese
compromiso simbólico puede servir de antídoto contra la desesperanza y la
desconfianza y además, servir de motivador para reorientar las fuerzas sociales
hacia una unidad superior, que se mantiene en compromisos concreto en un objetivo común: lograr el cambio político que el país reclama
Carlos
Romero Mendoza
@carome31
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