Por Tulio Ramírez
En los países serios y de
pantalones largos por esta época del año se comienzan a escuchar las
predicciones para el ídem. Todos tienden a estar atentos a estos anuncios para
poder tomar las mejores decisiones personales y familiares. En las Salas
Situacionales de cada hogar se evalúan estos indicadores por formar parte de
los riesgos y contingencias a considerar al momento de planificar viajes,
inversiones, bodas, divorcios, mudanzas, cambios de empleo, apuestas, entre
otras actividades propias de la vida cotidiana.
En esos países las
probabilidades de acierto son siempre muy altas, por lo que hay confianza en la
certeza de esas predicciones. Se confía en las encuestas, en los pronósticos
meteorológicos, en las revistas hípicas, en los adivinos y nigrománticos. Solo
recuerden las acertadas predicciones del pulpo Paul en el Mundial de Suráfrica
de 2010. Los españoles siempre estuvieron confiados en que el crustáceo no se
equivocaría. “Si un descerebrado animal lo hace, imagínense lo que no hará un
adivino estudiado”, así decía mi abuelita fanática de la furia roja.
En la Venezuela chavista y
revolucionaria estos adivinos de oficio siempre se caen de una mata de coco. Ni
los videntes del gobierno ni de la oposición dan pie con bola. Y no me refiero
solo a los brujos, babalaos, tarotistas, lectoras de tabaco, revoluciones
astrales o borra del café que pululan o pululaban en los medios, también a encuestadores
y analistas políticos que, con sesudos análisis, prescriben lo que sucederá en
el país.
Es que no pegan una ni con
cola. Se repetirá lo mismo del año anterior: que si Maduro saldrá en 6 meses;
que si este año seremos potencia; que ahora sí habrá perniles para todos; que
con el revocatorio el mandado está hecho; que aumentará la producción
petrolera; que Ilan Chester se retira; que santificarán a José Gregorio; que la
invasión si va; que La Guaira será campeón, que si esto, que si lo otro, y termina
el año y nada.
Pero no crean que la falta
de seriedad sea exclusiva de este período revolucionario. Recuerdo al profeta
aquel que predijo que un presidente socialcristiano en ejercicio fallecería en
determinada fecha del año. Pues ese presidente murió de viejo muchos años
después y el astrólogo fue a parar a la cárcel por unos días. Hasta la policía
sabía que no era alguna conspiración, sino una mamadera de gallo.
Así las cosas, el venezolano
se acostumbró a no pararle ni medio milímetro a estos anuncios de comienzo de
año. Se ha asumido que Venezuela no se deja adivinar y por eso han fallado
desde profetas brasileros, santeros cubanos, adivinas devenidas en artistas de
televisión, hasta la muy famosa y consultada, ahora en el exilio, Bonifacia la
Bruja de Casalta. Esto explica por qué un pronosticador de fama internacional
al ser interrogado en Maiquetía sobre lo que sucederá en Venezuela el 10 de
enero, solo atinó a decir: “Lo único que les puedo anunciar con mucha certeza y
confianza es que el 10 de enero, lo más seguro, es que quien sabe”.
07-01-19
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