Maria Isabel SANCHEZ 17 de enero de 2019
La
oposición venezolana retomó en los últimos días la ofensiva para sacar del
poder al presidente Nicolás Maduro, abogando por quebrar el decisivo apoyo
militar, reactivar las protestas y estrechar el cerco diplomático y económico
internacional contra el gobierno.
Encabezados
por Juan Guaidó, jefe del Congreso, de mayoría opositora, los adversarios del
gobierno socialista tratan de golpearlo en varios frentes, aprovechando la
creciente presión de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y gran parte de
América Latina, que no reconocen el segundo mandato que inició Maduro el 10 de
enero.
El
Parlamento declaró al mandatario "usurpador" de la presidencia,
prometió "amnistía" a militares que no lo reconozcan y pidió a la
comunidad internacional congelar activos y cuentas de Venezuela.
Sus
decisiones son consideradas nulas, sin embargo, por el Poder Judicial, de línea
oficialista, que lo declaró en desacato en 2016.
Como
parte de su hoja de ruta, Guaidó llamó a manifestaciones el 23 de enero en
respaldo a un "gobierno de transición", ante lo que el oficialismo
convocó una contramarcha. Será el primer gran pulso en la calle tras las
violentas protestas que dejaron unos 125 muertos entre abril y agosto de 2017.
Para
el centro de análisis de riesgo Eurasia Group, aunque el aislamiento
internacional del gobierno se profundiza, "una ruptura interna no es
inminente".
"La
oposición relanzó su estrategia, pero falta mucho más que una base
constitucional para lograr el cambio. Hace falta un apoyo más determinado de la
comunidad internacional y que las protestas obliguen a la Fuerza Armada y al
aparato represivo a ceder", dijo a AFP Diego Moya-Ocampos, del IHS Markit
(Londres).
Objetivo militar
Ingeniero
de 35 años, Guaidó, quien tomó la jefatura legislativa el 5 de enero, dio un
paso al frente el pasado viernes cuando se dijo dispuesto a liderar una
transición, pidiendo apoyo popular y militar.
De
inmediato obtuvo respaldo de Luis Almagro, secretario general de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), quien lo llamó "presidente
interino", y el aplauso de países como Estados Unidos y Brasil.
"Pero
la clave es la Fuerza Armada, dirigida por una cúpula que teme perder su
influencia política y económica, y un cambio de gobierno" porque tiene
cuentas pendientes "por corrupción y violaciones de derechos
humanos", observó Moya-Ocampos.
Apuntando
a ello, el Legislativo aprobó el martes un acuerdo en el que se compromete a
"decretar una ley de amnistía" para "funcionarios civiles o
militares que colaboren" para establecer un gobierno de transición que
convoque elecciones.
"Los
estamos esperando", dijo este miércoles Guaidó, dirigiéndose a los
uniformados.
La
breve detención del líder parlamentario por el servicio de inteligencia (SEBIN)
el domingo último fue interpretada por el diputado y otros sectores como una
señal de descontrol en el aparato de seguridad y fisuras en el gobierno, que
aseguró que los agentes actuaron por su cuenta.
Doce
efectivos del SEBIN fueron enviados a prisión, informó una fuente judicial.
El
Congreso pretende igualmente cerrarle el grifo financiero a Maduro en momentos
en que el país vive la peor crisis económica de su historia reciente.
La
víspera, el Parlamento pidió a 46 países de América, Europa y Asia, incluidos
Rusia, China y Turquía, aliados de Maduro, prohibir el manejo de fondos,
cuentas y activos del Estado venezolano.
Ya
Estados Unidos ha advertido que podría endurecer sus sanciones contra Venezuela
y su petrolera PDVSA.
Por
ahora, Washington ha prohibido a sus ciudadanos y empresas negociar nueva deuda
del país y han impuesto sanciones individuales a Maduro y decenas de jerarcas
oficialistas.
Superar las divisiones
El
perfil de Guaidó se elevó con su detención. El vicepresidente estadounidense,
Mike Pence, dialogó con él por teléfono el martes para elogiar su
"valiente liderazgo" y prometió el "apoyo continuo" de Washington.
Pero
sus desafíos se antojan enormes con una oposición fracturada, con muchos de sus
líderes en el exilio o encarcelados, y desprestigiada incluso entre una parte
de sus seguidores.
"El
reconocimiento internacional generalizado y persistente del Parlamento y el
apoyo a Guaidó también podrían hacer de la oposición un actor más relevante en
una transición política. Aún así, sigue estando profundamente dividida, con
poca capacidad para afectar el cambio político", advirtió Eurasia.
Para
el analista Luis Vicente León, “es fácil para la oposición articularse
circunstancialmente alrededor de demandas de salida de Maduro”, pero el
“verdadero reto” es unirse en torno a una “estrategia real, un plan de acción y
un liderazgo único”.
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