Por Luis Ugalde S.J.
Dentro de una semana
Venezuela amanecerá sin presidente electo democráticamente. Vivimos una enorme
y creciente tragedia, pero el usurpador está empeñado en no cambiar y hacer
irreversible esta criminal hiperinflación, que en 2019 pasará de 10.000.000%,
con el salario pulverizado, los servicios públicos destrozados y la economía
productiva por los suelos.
Urge una pronta salida y
redemocratización. Nadie del régimen –medianamente informado y sensato– puede
pensar que el país tiene futuro con el actual gobierno y política. Lo sensato
es la renuncia de Maduro o su retiro obligado, seguido de una transición lo más
rápida y unitaria posible. Salir del dictador, restituir la violada
Constitución, tomar medidas inmediatas para frenar la hiperinflación, rescatar
los servicios públicos colapsados y organizar un plan gigantesco de emergencia
humanitaria. Nada de esto es posible sin una fuerte ayuda externa,
refinanciamiento e inversiones, que no vendrán con el usurpador Maduro.
Juramentaciones. El
próximo sábado 5 se juramenta la Directiva de la legítima Asamblea Nacional.
Por acuerdos previos le corresponde presidir a Voluntad Popular que propone a
su joven diputado Juan Guaidó, acompañado en las vicepresidencias por
representantes de AD y Un Nuevo Tiempo. La coherencia obliga a los
representantes de los países democráticos a estar presentes en la toma de
posesión de la AN democráticamente elegida. También la Iglesia debe expresar su
apoyo a la legítima AN y su firme voluntad de abrir cuanto antes la puerta a la
reconciliación y reconstrucción.
El jueves 10 será la
juramentación del dictador (aunque hay extraños rumores de que sería el 1 o el
8). De 2013 a 2018 Maduro se deslegitimó por su ejercicio violatorio de la
Constitución, en adelante también carecerá de la legitimidad de origen y será
un usurpador que no debe ser respaldado por los países solidarios y
comprometidos con la superación de la tragedia venezolana y recuperación de la
Constitución y de la democracia. Los representantes internaciones democráticos
(incluido el nuncio) no deben asistir a ese acto anticonstitucional, si la
juramentación es ante la ANC; tampoco si es ante el TSJ, pues este fue constituido
por el Ejecutivo en diciembre de 2015, entre gallos y media noche, para anular
a la legítima AN y todas sus decisiones y leyes, usurpar sus atribuciones como
la aprobación de los presupuestos etc., y judicializar la persecución política
de los partidos y de la oposición.
No nos parece conveniente la
ruptura de relaciones de los países democráticos con el “nuevo” gobierno de
facto, aunque pudieran reducir el nivel de su representación. Necesitamos en
Venezuela países testigos, defensores y amigos del restablecimiento
democrático.
La clave y fuerza para salir
de la dictadura está en la unión constituida por la protesta popular, por la
inmensa mayoría de los venezolanos dentro y fuera del país, por las democracias
amigas, por los dirigentes políticos, económicos y sociales; ninguno por sí
solo, sino juntos y decididos a restaurar la democracia en torno a la legítima
AN. Esta –seguramente de acuerdo con el TSJ legítimo en el exilio– debe dirigir
la rápida transición, decidiendo la forma más inteligente, realista y eficaz de
hacerlo.
Negociación. Un cambio
de esta magnitud y la muy compleja reconstrucción no podrán hacerse sin la
unión de todos los decididos a salir del actual infierno y restablecer la
democracia. Es indispensable sumar fuerzas de origen diverso para una
negociación firme con el claro objetivo de salir de la dictadura y su desastre
socioeconómico. Sería fatal caer en linchamientos, persecuciones,
enfrentamientos armados, y ejecuciones que dejarían al país sin salida ni
posibilidades de reconstrucción. La política y la economía venezolanas deben
nacer de nuevo para la paz (superando la actual persecución). En adelante la
renta petrolera no podrá mantener la economía (como en los 100 años
precedentes), ni alimentar la política clientelar reparticionista, ni generar
empleo productivo para 14 millones.
Política renacida. En el
reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el papa Francisco dice que
no es posible alcanzar la paz sin renovar la política con
la “caridad y virtudes humanas para una política al servicio de los
derechos humanos y de la paz” y sin “un programa con el que pueden estar
de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural o religiosa
que deseen trabajar juntos por el bien de la familia humana” (n.° 3).
Luego señala con claridad
“los vicios de la política”. “Estos vicios, que socavan el ideal de una
democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la
paz social: la corrupción– en sus múltiples formas de apropiación indebida de
bienes públicos o de aprovechamiento de las personas–, la negación del derecho,
el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento ilegal, la
justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la
‘razón de Estado’, la tendencia a perpetuarse en el poder, la xenofobia y el
racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra…”. Parece un retrato de la
degradada política venezolana. Son vicios multiplicados por el régimen actual,
pero que están en la “cultura política” de millones que los aplauden siempre
que repartan algo, aunque roben mucho. Esta degradación no es una fatalidad y
necesitamos superarla para la reconstrucción nacional. El Papa propone
las bienaventuranzas del político, que fueron escritas por el fallecido
cardenal vietnamita François Xavier Nguyen Van Thuan, que durante 13 años
(1975-1988) fue preso del régimen comunista. Mencionamos solo 3 de las 8:
“Bienaventurado el político
cuya persona refleja credibilidad”.
“Bienaventurado el político
que realiza la unidad”.
“Bienaventurado el político
que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical”.
Frente a la dictadura,
Venezuela entera tiene que hacer de 2019 el año del rescate de la política y de
la democracia constitucional. Esperamos que la Iglesia católica, junto con
otros líderes religiosos, guíe a sus comunidades y nos marque un verdadero
camino de la política como bien común.
03-01-19
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