Por Simón García
El coronavirus suspendió la
actividad política. Pausó las conversaciones sobre la elección de un nuevo CNE.
Los partidos no hicieron sus reuniones de los lunes. La taima alcanzó la pugna
entre los diputados de la AN sobre su directiva. La política se fue al
encierro.
Esperemos que las nuevas
tecnologías permitan temas para mejorarnos socialmente, así como asuntos de
importancia para el país puedan ser tratados en la cuarentena, entre ellos
debería incluirse ahora el apoyo a las medidas del gobierno y a las iniciativas
de diversas organizaciones que actúan en el campo de la salud. Es lo menos que
puede pedirse a los políticos.
No hay nada que pueda
colocarse por encima de la defensa de la vida de los venezolanos, amenazada por
esta pandemia tan agresiva y contagiosa. Si nos miramos en el espejo de países
tan afectivamente nuestros, como Italia o España, no puede dejar de
estremecernos la tragedia que viven. Un horror que debe reencontramos en la
alta voluntad de impedir que este inmenso mal nos derrote con sus funestas
cifras de muerte.
En medio de la crisis
general creada por el gobierno en la economía y en las instituciones aparece la
pandemia. Maduro, como muchos otros gobernantes, enfrentó el dilema de velar
por la economía o proteger a la gente. Se decidió por lo segundo, con mano
drástica y sin dilaciones. Hay que reconocerlo.
Por su parte, entre islotes
de inconciencia, la población ha comenzado a manejar bien su pánico. El
nerviosismo, más que justificado por la situación de los hospitales y la
insuficiencia de unidades de cuidados intensivos, comienza a ceder ante la
esperanza de vencer el virus.
La mortalidad, pese a la
desconfianza hacia el uso oficial de cifras, se mantiene por debajo de los
indicadores internacionales.
Existen razonamientos
mezquinos como los que tocan la tecla para inducir repulsa hacia el pueblo
chino. En la oposición extremista apuestan ciegamente al fracaso del gobierno,
indiferentes al incremento de las víctimas. Hay quienes aplauden que el FMI le
haya negado el crédito a Venezuela.
La oposición democrática,
comprometida con la suerte de la gente, debe exigir y respaldar con propuestas
un plan de asistencia integral a la población en cuarentena y a los
funcionarios que cumplen labores de auxilio; proteger a personas y sectores que
como pensionados y jubilados, trabajadores por cuenta propia o pymes necesitan
apoyo. Trabajar aceleradamente para crear nuevas salas de cuidados intensivos
respiratorios.
El plan debe contemplar
acuerdos entre productores para suministrar productos para la emergencia a bajo
costo y subsidio especial directo al bolsillo de la tercera edad. En educación
primaria y secundaria instrumentar un sistema mínimo de aprendizaje virtual en
el hogar.
La pandemia crea
oportunidades para ejercer valores cívicos y experimentar modos de enfrentar
junto a otros, sus embates. Hay que comenzar por cuidar a la familia,
cualquiera sea su forma de integración, porque ella sigue siendo el núcleo
básico para aprender a ser humanos con afecto, responsabilidad y solidaridad.
22-03-20
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