Danny Leguízamo 21 de abril de 2020
@DannyLeguizamo
El
dramático colapso del West Texas Intermediate (WTI) en Nueva York ha sacudido
al mercado este lunes. Y aunque el colapso no durará para siempre y el mercado
tenderá a un equilibrio, para la golpeada economía venezolana, el hundimiento en
la cotización del WTI es gasolina para un incendio que empezó con la caída de
la producción y que se agravó con el endeudamiento. La cesta venezolana
cotizó la semana pasada en apenas 18 dólares por barril, un margen de
precios que hace inviable generar flujo de caja para el chavismo.
Los
futuros del petróleo para entregas en mayo, cotizaban durante la jornada de
este lunes, por primera vez en su historia, en territorio negativo, alrededor
de -37 dólares por barril.
Sí: los productores de petróleo, en la práctica, pagan
por deshacerse del commoditie, en
un contexto de sobresaturación de los inventarios y caída de
la demanda como consecuencia del coronavirus: la cuarentena es mundial, aunque
algunos países como Alemania ya asoman una relajación de las medidas de
confinamiento.
Pero la noticia tiene sus letras pequeñas. Los
contratos con entrega en junio seguían cotizándose en 21 dólares por barril, un
precio más cercano al equilibrio, aunque con tendencia claramente bajista.
Ni siquiera el reciente (y también histórico) recorte
de producción de la OPEP ha sido suficiente para detener un colapso en el
mercado que inició con una crisis en Apple, y terminó con el hundimiento de las
bolsas a nivel mundial, lo que ha provocado que la Reserva Federal haya
anunciado paquetes billonarios de estímulos a la economía.
No es el fin del mundo, pero el colapso del chavismo
ya viene desde la Era Chávez
El petróleo protagoniza los titulares de la
prensa. Pero la caída es absolutamente temporal. Tan temporal como
la crisis en Wall Street, pues la cuarentena va a terminar en algún momento y
la demanda volverá a estabilizarse, lo que ocasionará nuevamente el equilibrio
en los inventarios y por ende, en la cotización del crudo.
Y aunque la crisis sea temporal, el cuadro de Caracas
tras 20 años de erradas políticas económicas es agudo:
-Porque la cesta petrolera venezolana cotizó la semana
pasada con promedio de 18 dólares por barril, un precio que no le deja mucho
margen de maniobra al chavismo si hablamos de costos de producción,
que siendo demasiado optimistas, giran en torno a los 12 dólares, aunque
algunas fuentes han señalado que el mismo podría llegar hasta 20 dólares.
-Porque el precio del WTI, que es referencial,
empujará hacia abajo la cesta venezolana.
-Porque dada una recuperación del mercado a
corto plazo, la producción de petróleo de Pdvsa es ridículamente baja,
inferior a los 700 mil barriles diarios.
-Porque el endeudamiento con China y Rusia asfixia la
poca producción disponible, y en consecuencia, la producción neta para
generar cash-flow (flujo de caja) de caja es nula.
-Y porque aunque el efecto rebote de los precios esté
próximo, el chavismo tiene un problema mucho mayor: el desastre
generalizado de su industria petrolera, golpeada hasta la náusea desde la
Era Chávez, cuando fueron despedidos más de 20 mil trabajadores: La
industria jamás se recuperó.
El colapso del WTI perjudicará al chavismo
gobernante, ávido de flujo de caja para maniobrar bajo cualquier
circunstancia. Los venezolanos seguirán sintiendo los coletazos de la
crisis, que ya acumula seis años de recesión y dos de hiperinflación, en
un contexto de elevada dependencia de las remesas y un sistema de transacciones
comerciales dolarizadas, además de una pérdida pronunciada de puestos de
trabajo tras la culminación de la cuarentena.
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