Luis Manuel Esculpi 28 de abril de 2020
@lmesculpi
En
algunos países europeos se ha venido estudiando la variación de los hábitos de
consumo desde los inicios de la presencia del Corona Virus, así han establecido
que en la primera semana los productos más demandados eran alimentos enlatados
y aquellos dedicados a la higiene personal, llamó especialmente la atención el
requerimiento excesivo de papel toalet.
A
partir de la segunda semana se modificó el comportamiento inicial, adquiriendo
equipos para ejercitarse desde los domicilios que han pasado a ser los
solicitados en primer instancia, situación comprensible a partir de la realidad
de esos países, radicalmente distinta a la que confrontamos en el nuestro.
Estamos
convencidos que, de realizarse investigaciones semejantes en Venezuela, nuestro
comportamiento mostraría una constante durante toda la cuarentena. La mayoría
sale a buscar la manera de obtener algunos ingresos, para así poder adquirir
los alimentos imprescindibles. Incluyendo a los empleados públicos que con sus
modestísimos sueldos les resulta imposible resolver las necesidades básicas de
sus familias.
Entre
tanto la hiperinflación sigue haciendo estragos, junto al alza violenta del
dólar y la escasez de la gasolina, han agudizado aún más la grave crisis que ya
veníamos arrastrando y que imposibilita el cumplimiento estricto del
“aislamiento social”. La intensificación de las protestas durante la semana
pasada, en diversas regiones del país, son manifestaciones claras del hambre
que está azotando a millones de venezolanos.
Los
anuncios de, régimen de Maduro de la ocupación por ciento ochenta días de la
empresa COPOSA, en el estado Portuguesa, el denominado mecanismo de ventas
supervisadas de alimentos Polar, Plumrose y el matadero de Turmero, junto a la
regulación de veinte y siete productos, en lugar de operar como un paliativo,
agravará la situación y sus consecuencias serán nuevamente la escasez y la
reaparición de los bachaqueros.
La
regulación de los productos en dólares constituye el reconocimiento de una
realidad; ya el bolívar no es la referencia para el intercambio comercial, con
su devaluación ha dado paso a la moneda norteamericana. En una economía
distorsionada igualmente el salario mínimo, el monto de las pensiones o
jubilaciones y los sueldos de la mayoría de los empleados del Estado, (por esa
razón se viene produciendo numerosas deserciones de el personal técnico y
profesional en Corpoelec, el Metro etc…) nuestra moneda dejó de ser desde hace
mucho tiempo una medida para calcular los costos de los alimentos y de los
bienes y servicios en general.
Para
ser coherentes si mantienen la política de anunciar aumento de sueldos y del
salario mínimo, a propósito de la conmemoración del Primero de mayo, en esta
oportunidad deberían ser efectuados en dólares, para eliminar esa inmensa
brecha existente entre el salario mínimo mensual, que no alcanza los dos
dólares, mientras el más barato de los productos regulados ronda la unidad de
la divisa norteamericana.
Para
nosotros, lamentablemente, no habrá regreso progresivo a una supuesta
“normalidad”, antes de la pandemia ya lo que vivíamos no podía ser definido de
esa manera. Ahora si añadimos la disminución de los precios del petróleo, la
escasez de gasolina, las recientes medidas del régimen y la existencia del
Corona Virus, por más que no lo deseamos, el panorama luce cada vez más triste
y sombrío.
Existe
una alternativa sobre la mesa: la conformación de un Gobierno de Emergencia y
Unidad Nacional, para poder abordar acorde con las exigencias planteadas los
graves problemas que confrontamos, agravados por las serias dificultades que se
avecinan, si no estuvieran tan aferrados a conservar el poder a como dé lugar,
procederían a dar un paso lateral, para facilitar una transición lo menos
traumática posible
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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