Por Luisa Pernalete
“Profe, estoy
cansadísima. Ya evaluamos a los alumnos, pero ahora estamos en formación
virtual”, me comentaba hace unos días María Gabriela, “maestra emergente,
temporal” de una escuela de Fe y Alegría de Catia. Se lo creo y la entiendo.
Este año escolar no ha sido fácil para nadie, sin embargo, en medio de las
dificultades, hay logros que debemos recoger y valorar, sin dejar de ver los
vacíos y los retos.
Me gusta siempre
recordar que los problemas de la educación venezolana no comenzaron con la
cuarentena. Llevamos años con un “educación en emergencia”: problemas de
exclusión, inasistencia por diversas razones, renuncias de docentes debido a
los bajos salarios, falta de alimentación necesaria para que los niños y niñas
aprendan, problemas serios de infraestructura y servicios… en fin, rutina
escolar perdida. Con la pandemia, y su respectiva cuarentena prolongada,
ninguno de esos indicadores mejoraron, todos agravaron.
¿Qué supuso la
educación a distancia para los alumnos, para los maestros, para más familias? A
todos nos agarró de sorpresa y tuvimos que aprender sobre la marcha.
Fe y Alegría,
movimiento de educación popular integral, que tiene en el país 176 centros
educativos, presentó hace unos días algo así como su “memoria y cuenta” de su
educación en cuarentena. ¿Cómo pudimos pasar del 43% de cobertura, a mediados
de abril, a 81% finales de junio? ¿Cómo se logró que el 90% de sus maestros
participaran en esta coyuntura tan difícil?
Resumo de manera
apretada
Algo que comentó en
dicha reunión la profesora Noelbis Aguilar, directora nacional del Programa
Escuela de Fe y Alegría, es que se diseñó un programa de contingencia
educativa, pues como bien aclaran los expertos en educación en emergencia, es
que en este contexto no se puede seguir como si no pasara nada. Y no se trataba
sólo de incluir toda esa información sobre la COVID-19, como prevenirlo, cómo
cuidarse… eso también, pero se trata de mucho más que eso. Por ejemplo dar importancia
a la educación psicoafectiva, cosa que no se suele ni mencionar de manera
regular.
También ayudó el estar
consciente de la necesidad de estrategias multimodales. Dada la precariedad de
la infraestructura tecnológica, de la baja y mala conectividad, de la escasez
de equipos tanto en alumnos como en docentes, no se podía amarrar la
institución a una sola vía. Se aprovechó la experiencia que por más de 3
décadas tiene Fe y Alegría en educación radiofónica, desde que abrió su
Instituto Radiofónico (IRFA) y su red de emisoras educativas, 23, y si bien esa
experiencia había sido en educación de adultos, se pudo integrar un equipo
entre gente de radio y docentes de escuelas, en tiempo récord. A escasos 10
días de haberse decretado el estado alarma con la suspensión de clases
presenciales incluida, salió al aire un programa diario por radio con clases
para educación inicial y educación primaria: la escuela en la radio, que se
transmite en dos horarios.
Pero las emisoras no se
oyen en todas partes, así que hubo que combinar trabajo con teléfonos
inteligentes, para bachillerato y para la primaria; alianzas con otras
emisoras… Se elaboraban semanalmente guías pedagógicas que cada centro recibía,
y que a su vez los maestros hacían llegar a sus alumnos por diversas vías… En
fin, se hizo todo lo que se pensaba que podía contribuir a llegar a más
alumnos.
Para no cansarles. Cada
semana se monitoreaba el trabajo para ver cómo se enfrentaban las debilidades.
A mi juicio, lo del monitoreo del impacto fue vital, pues se pueden tener
debilidades y aciertos, pero si no se conocen, o no se reconocen, no se pueden
enfrentar.
Cuando se informó que
el año escolar terminaría con educación a distancia, se vio la necesidad de
acompañar a los docentes también, pues como apuntamos arriba, esta cuarentena
no estaba en la agenda de nadie en el mundo, y además eso de educar a distancia
a niños, niñas y adolescentes es una novedad en todo el mundo. Así que
comenzaron iniciativas diversas de formación para que el docente mejorara sus
herramientas. El “Centro de Formación e investigación Padre Joaquín”, de Fe y
Alegría, comenzó entonces sus Conversatorios pedagógicos los viernes, con foro
chat dirigidos a docentes. Buscó alianzas con expertos de universidades
nacionales así como expertos de otros países parte de la Federación
Internacional de Fe y Alegría. Por dar ejemplos, gente de la USB, del UPEL, de
Fe y Alegría Ecuador, de Fe y Alegría de República Dominicana… cada viernes
esos foros chats se llenaron de docentes interesados en dar respuesta a sus
preguntas e inquietudes.
Pero no se quiso dejar
por fuera a las familias y a las madres en particular. Consejos para padres y
madres, micros radiales para llegar también a madres que no sean de escuelas de
Fe y Alegría, mensajes para redes sociales, #FamiliaEsFamilia es la etiqueta y
también espacios formativos para ellas.
Sabemos que no pudimos
llegar a todos. El director nacional, el padre Jaime Aristorena, reconoció que
se quedó por fuera un 20% y no deja de recordar que los docentes siguen ganando
muy mal y eso pone en riesgo la educación, pues sin ese 90% de educadores
haciendo grandes esfuerzos, no se hubiera podido saltar tantos obstáculos.
¿Retos? Seguir
aprendiendo, buscar a los que se fueron quedando, disminuir la brecha entre
atendidos y excluidos… Insistir en la necesidad de mejorar el salario de los
docentes, así como dotarles de equipos que les ayuden a llegar a más alumnos.
Exigir mejora en los servicios públicos, entre ellos la electricidad y el
internet. Preparar el retorno, la transición. También es un reto lograr
consenso nacional a favor de la educación inclusiva. Ese derecho no puede
dejarse para después.
31-07-20
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