Por Luisa Pernalete
Con todas las críticas
y observaciones que podamos hacer sobre esa carrera de obstáculos que fue el
año escolar pasado, hubo mucho aprendizaje que conviene recoger. Creo que todos
aprendimos algo: los estudiantes, los padres, los docentes, espero que los
funcionarios y creo que los comunicadores sociales, pues bastante que se ha
escrito sobre educación durante este año.
1. No sabíamos casi
nada de educar a distancia, así que tuvimos que recurrir a los sí eran
expertos, ya fueran conocidos o buscar por otros medios. Tengo que decir que me
siento menos analfabeta digital y no se trata sólo de elementos tecnológicos.
“Profe: queremos que participe en un forochat”. Gracias a Dios no podían ver mi
cara de susto, porque ni idea de lo que eso significaba, y de ahí en adelante,
con humildad y preguntando, fuimos aprendiendo. Y tengo que decir que el
interés que yo personalmente puse en aprender, lo vi en muchos docentes tanto
de escuelas públicas como de privadas y subvencionadas.
2. Educación a
distancia no es igual que presencial. Parece una tontería, pero muchos docentes
tuvieron que entender en la práctica que no se trataba de calcar lo que antes
se hacía con los estudiantes al frente ahora hacerlo con un micrófono o con un
teléfono inteligente. El producto para el estudiante tiene que estar
suficientemente claro para que no requiera que su mamá se convierta en maestra,
algo para lo cual no está preparada. Tampoco se trataba de “imponer” 5 horas de
trabajo remoto al chico. ¿No se cometieron estos errores? Añadamos aquí el tema
de las tareas. No por muchas más tareas se aprende más. Y no se buscaba que los
chamos odiaran las tareas sino que fuera algo divertido o interesante. Agrego
en este apartado la importancia de trabajar más por competencias que por
contenidos, todavía es más importante a distancia. Se requieren pues
herramientas para educar a distancia y los docentes no las tenían.
3. Educación a
distancia no es sólo la que necesita internet. Esa, on line, es sólo una
modalidad, pero educación a distancia existe desde el siglo XIX, pues por
correspondencia se ha trabajado en educación de adultos desde entonces. Luego
en el siglo XX, con la radio y la televisión, se enriqueció. En Fe y Alegría,
por ejemplo, desde que se creó el IRFA –Instituto Radiofónico Fe y Alegría,
para adultos, hace más de 3 décadas– se han dado clases por radio, con
reuniones semanales con los estudiantes. Luego, a partir de la década de los
años 80, cuando el internet se fue masificando, se incorporó esa herramienta a
la educación sobre todo en educación superior. Así que por “papelitos”, por
papelógrafos en bodegas y puertas de los planteles, por grupos de WhatsApp…
mientras no exista el ámbito físico para el proceso de enseñanza aprendizaje,
todo eso es educación a distancia (ED).
4. La educación
emocional, el acompañamiento psicoafectivo, es súper importante. No se trata de
una relación impersonal. Los estudiantes, de la edad que sean, pero más si son
niños o niñas, necesitan sentirse importantes para sus maestros. Muchos
maestros se dieron cuenta de que antes de preguntar por las tareas, era
conveniente preguntar cómo se sentían… sólo esa pregunta cambiaba el tono de la
“clase”. Y eso resultó válido también para la relación con las madres y la
relación entre directivo y el personal. El lazo afectivo, necesario en
educación. Añadimos aquí la importancia del acompañamiento tanto para
los padres como para los docentes.
5. Todos nos
necesitamos. Esto fue un aprendizaje en doble dimensión: el padre, la madre,
revalorizó el rol del educador, y este revalorizó el rol de la familia. ¿Cómo
se podía garantizar la atención del chico si los padres no garantizaban una
rutina en casa?
6. No se necesitaban
zapatos. No es un chiste. Una directora me dijo que antes de la cuarentena le
estaban faltando muchos alumnos por el tema de los uniformes y los zapatos. A
distancia no eran necesarios ni unos ni otros y ello amplió la participación en
su escuela.
7. Monitoreo
indispensable. Dado que se estaba ensayando, ir monitoreando lo que se hacía,
qué funcionaba, a cuántos se llegaba por radio, a cuántos por WhatsApp, a
cuántos con guías… cómo llegar a más… los datos, los registros, la sinceridad y
la humildad, todo ello se volvió muy importante.
8. La escuela reduce
desigualdades. Eso ya lo sabíamos, pero en esta cuarentena se vio más claro. Un
alumno puede no tener en su casa un lugar para hacer sus tareas, pero en la
escuela tiene un pupitre, una maestra que le ayuda, los más vulnerables, los
más pobres ven esas desigualdades reducidas.
9. Las brechas
tecnológicas, el problema de la electricidad. Se pusieron en evidencia en esta
cuarentena. Sin equipos, para muchos, sin electricidad para miles y miles, no
valía ninguna modalidad a distancia. Y ello no dependía de los docentes. Ambos
problemas incrementaron la brecha entre atendidos y excluidos.
10. En educación
presencial o en educación a distancia, sin maestros no hay escuela. Sin
docentes, aunque no estuvieran 100% preparados para el reto, no hubiera sido
posible llegar a ningún estudiante. Por eso la insistencia en recordar que el
educando merece educación de calidad (artículo 103 de la CRBV) y el maestro
requiere un salario que le permita vivir con dignidad (artículo 91 de la CRBV).
Todo esto en
medio de la importancia de prevenir los contagios. Cuidar y cuidarnos, como
algo transversal.
Me encantaría
seguir recuperando aprendizajes, pero espero que al menos estos sirvan para
enmendar errores para el próximo año escolar.
29-08-20
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