Por Bernardo Kliksberg
El Papa Francisco, la
ONU, y el Foro de Davos, han denunciado las grandes desigualdades actuales.
Crean pobreza, congelan la movilidad social, destruyen la cohesión social,
incentivan la corrupción y la criminalidad, e impiden un desarrollo sostenido.
Vienen creciendo aceleradamente. El 70% de las personas viven en países en
donde han aumentado. Hoy 26 personas tienen más que 3.800 millones, el 50% de
la población mundial de menores ingresos. El 87% de la población de los países
desarrollados está conectado a internet. En los países en desarrollo es solo el
19%.
Algunos de los problemas mayores de la humanidad se derivan de las extendidas
desigualdades.
Hambre. El mundo produce más proteínas y calorías per cápita que hace 30 años
gracias a las nuevas tecnologías. Con la producción actual se podría alimentar
a 12.000 millones de personas, mucho más de los 7.700 millones que tiene la
humanidad actualmente. El hambre debería haber desaparecido. Sin embargo,
existen 830 millones de hambrientos. A ellos deben agregarse otros 2000
millones que tienen “hambre silenciosa”. Muchos son niños. No reciben los
micronutrientes imprescindibles. Cuando más alimentos se produzcan mejor, pero
el hambre es ante todo una cuestión de acceso a los mismos. Muchas familias
pobres no pueden adquirirlos con sus miserables ingresos.
Los determinantes sociales de la salud. Según la Organización Mundial de la
Salud, el 80% de las causas de las enfermedades están ligadas a déficits
sociales previos. Entre ellos la mala situación socioeconómica, el
hacinamiento, la baja escolaridad, la carencia de agua potable, y de
instalaciones sanitarias. Las brechas en determinantes sociales llevan en
América Latina, la región más desigual, a diferencias agudas en años de vida.
La vulnerabilidad frente a la pandemia. La pandemia desnudó las profundas
desigualdades. Afecta a todos, pero su impacto ha sido mucho más alto en las
zonas pobres. Ello está sucediendo en los países con más casos, como EEUU,
donde las infecciones son el doble en las poblaciones de color y los latinos, y
los fallecimientos el triple, o en Brasil donde la incidencia es mucho mayor en
las favelas, y en los indígenas, o en zonas deprimidas de la India. Los pobres tienen
precondiciones en sus determinantes sociales de salud que favorecen su
diseminación, y obstruyen el distanciamiento social, el lavado de manos, y el
acceso a mascarillas. Está incrementando sustancialmente las desigualdades
preexistentes.
Cambio climático. Como lo plantea el Papa Francisco en su
visionaria Encíclica Laudato Si, el cambio climático está golpeando en
primer lugar a los más humildes. Los campesinos pobres dependen totalmente de
la tierra. Su deterioro destruye sus modestas economías. Los pobres están en
los lugares más afectados por los huracanes, las inundaciones, y las sequías.
Las frágiles viviendas de los marginales urbanos son arrasadas por los
desastres. En el 2019 hubo 1900 catástrofes naturales. Incidieron en una cifra
récord de exilados climáticos, 24 millones. Buscaron desesperados adonde migrar
ante la pérdida de su hábitat.
Vivimos en un mundo muy desigual donde las inequidades están siendo agravadas
por la pandemia y el cambio climático. Sin embargo, hay países que las han derrotado,
como los nórdicos, con políticas universales de educación y salud de buena
calidad y gratuitas, fuerte protección social e igualdad de oportunidades.
Muestran junto a otros como Canadá, Holanda, Nueva Zelanda, Costa Rica, y
Uruguay, que la desigualdad no es un destino ineluctable.
(*) Asesor de diversos organismos internacionales.
kliksberg@aol.com
02-09-20
https://www.eluniversal.com/el-universal/79254/desigualdades-indignantes
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