Ismael Pérez Vigil 12 de septiembre de 2020
Las cartas y declaraciones se han convertido en el
medio fundamental de comunicación entre los políticos; ellos no se hablan, se
“cartean”, se dicen “públicamente” –antes por la prensa, hoy día por las redes
sociales–, lo que suponemos que se deberían decir en privado. No hablan entre
ellos, hablan para que los demás los oigamos; no es un diálogo, es un monólogo
en público. A menos que en su contenido se establezca un método concreto para
salir del mal que nos agobia y una fecha en la que estará logrado ese objetivo
–obviamente lo más pronto posible–, me temo que ninguna carta de las que se
dirigen unos a otros nos va a gustar.
Una de la ultimas que tenemos, dirigida también a Juan
Guaidó, procede de otro líder importante, hay que decirlo, de la oposición del
país: María Corina Machado (MCM). Con el contenido de esta carta tenemos
completo el menú de opciones –sin contar “alacranes” ni oportunistas– en las
cuales se desgrana y desangra la oposición democrática: no participar el 6D,
participar, una intervención externa.
La carta de MCM y el contenido de la misma, no son
ninguna sorpresa y no hay nuevas propuestas de su parte; recoge sus
planteamientos de otras misivas y declaraciones y claramente, de manera
frontal, como era de esperar viniendo de ella, establece sus diferencias con lo
propuesto por Juan Guaidó; solo lamento que no responda a algunos de los puntos
de la interpelación que hizo el Presidente Encargado a varios líderes
importantes del país; que si bien no hay nada que los obligue a responder a esa
interpelación directa, a todos nos interesa mucho cuales podrían ser las
respuestas.
En resumen, MCM le reitera a Juan Guaidó que no cree
en la unidad que él propone, porque cree solo en la que ella propone, como
todos los líderes políticos; le reitera que ella no cree en el voto, aunque ya
Juan Guaidó, los partidos democráticos y la AN han anunciado que no concurrirán
al evento electoral del 6D; MCM no cree en el diálogo propuesto por Juan Guaidó
e iniciado con el régimen, de espaldas al país, agrega, y mucho menos para
construir un “gobierno de emergencia nacional”; MCM ha dicho que no cree en la
insurrección militar de los militares venezolanos, que son una estructura
mafiosa e infiltrada por gobiernos extranjeros (Cuba, Rusia) y por eso solo
cree en construir una opción de fuerza con apoyo internacional, en la
conformación de una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz
y Estabilización en Venezuela (OPE). Yo sé que suena fuerte decir que MCM
plantea una intervención militar y algunos de sus exegetas y traductores tratan
de edulcorarlo, haciendo interpretaciones de sus palabras, suavizándolas,
explicándolas; pero, por mucho que ellos y MCM misma traten ahora de recoger
sus palabras, ella misma se encarga de reafirmar esa posición y baste como
ejemplo, su reacción a las declaraciones más recientes de Elliot Abrams, en las
que Abrams se refirió a su propuesta.
Con todo esto, de lo que cree y no cree y que viene
repitiendo desde hace algún tiempo, tengo mis diferencias (https://aperturaven.blogspot.com/2020/06/ineludible-deslinde-por-ismaelperez.html
) que ya he expuesto y no repetiré, pero hay dos temas que sí vale la pena
resaltar.
Uno, es la consulta al pueblo venezolano que propone
Juan Guaidó y que MCM rechaza. Razones para rechazar esta consulta hay muchas,
que no viene al caso referir ahora; pero la razón que expresa MCM es que el
pueblo ya fue consultado: “…el 16 de Julio de 2017; allí está un mandato
incumplido. Lo que hay que hacer es cumplirlo.”, sentencia MCM. Pero yo creo
que lo que está detrás es el significado que se le quiere atribuir a la
consulta del 16 de julio de 2017 (16J). Muchos han intentado, entre ellos MCM,
convertir lo ocurrido el 16J en una especie de “efeméride” de la sociedad
civil. El evento del 16J fue un acontecimiento, que demostró el vigor y la
capacidad de la sociedad civil opositora y los partidos políticos, al recoger
casi ocho millones de firmas en Venezuela y el exterior. No fue ninguna
trivialidad en ese momento, ni lo sería ahora.
Lo ocurrido el 16J fue una forma de decirle a la
dictadura –y a muchos en la oposición de hoy en día– que no somos soldados,
dispuestos a batirnos en las calles con palos y piedras contra los fusiles,
tanquetas y demás armas letales de la dictadura, que somos ciudadanos, que
queremos expresarnos con medios ciudadanos o con eventos en los que podamos
participar masivamente.
Lo lamentable es que no se haya podido dar continuidad
a lo ocurrido ese día, que hubiera sido, por ejemplo, un triunfo de la
oposición en las elecciones de gobernadores que se realizaron tres meses
después. Pero volvamos al tema de lo que algunos pretendieron y aun pretenden
con ese evento del 16J: convertir ese supuesto “mandato” de la mayoría en un
arma para pasarle una factura política a la Asamblea Nacional o a sus rivales
políticos, ideologizando y manipulando el significado cívico y ciudadano de la
tercera pregunta.
Quienes firmamos el 16J expresamos con la tercera
pregunta –la cual reproduzco textualmente en negrillas– que queríamos y
queremos: “que se proceda a la renovación de los poderes públicos de
acuerdo a lo establecido en la Constitución”, es decir, “la realización
de elecciones libres y transparentes”, y lograr “la
conformación de un Gobierno de unidad nacional para restituir el orden constitucional”.
No había en la tercera pregunta un lapso para hacerlo ni una fecha de
ejecución, que además era absurdo definirla bajo una dictadura que hemos visto
dispuesta a todo por mantener el poder. Pero lo que sí está claro es que había
en la pregunta un “modo”: renovando poderes, de acuerdo a la Constitución,
mediante elecciones; y una finalidad, un “mandato”, para usar la palabra que
les gusta a algunos: conformando un gobierno de unidad nacional. Es decir, por
decisión de la mayoría y que se incluya a todos en ese proceso. Ese gobierno de
unidad nacional o de emergencia nacional, como lo denomina hoy Juan Guaidó, y
que incluya a todos, es lo que rechaza MCM.
El segundo punto que vale la pena destacar en la carta
de MCM, es lo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, que
debe, según ella dice, invocar la AN, por orden de Juan Guaidó y a quién ella
responsabiliza de manera directa por no hacerlo.
MCM sabe que el TIAR no es un acuerdo automático, que
basta con que lo invoque Juan Guaidó o la Asamblea Nacional, para que se forme
una fuerza internacional que actúe en Venezuela; ella sabe –porque además se lo
han dicho, entre otros el embajador ante la OEA, a quien ella se refiere en su
carta– que en el marco de este acuerdo se han realizado dos reuniones en la OEA
en el año 2019 –la última el 3 de diciembre– que han rechazado esa
propuesta de conformar una fuerza internacional interventora; MCM sabe que de
nada sirve la discusión teórica-filosófica-jurídica del numeral 11 del artículo
187 de la Constitución – el que permite “…el empleo de misiones militares …
extranjeras en el país”–; y del papel que juega el principio de
responsabilidad de proteger (R2P) de la ONU, porque la cosa es mucho más
elemental; es simplemente que nadie está dispuesto, hoy, a llevar a cabo una
intervención militar en Venezuela. No es tan simple como levantar el teléfono y
llamar a alguno de los presidentes de un país amigo y pedirle que mande tropas
a Venezuela para “liberarla”; ella sabe que eso no es como llamar para pedir
una reunión con el Presidente de los EEUU y reunirse con él en el jardín de la
Casa Blanca.
Y si MCM sabe todo esto, ¿Por qué lo hace? ¿Qué
necesidad hay de resaltar un argumento contra Juan Guaidó con este tema si ella
sabe que el Presidente Interino está atado de manos al respecto? Y la respuesta
para mi es simple: En este oscuro momento por el que atraviesa la oposición y
su liderazgo, como otros líderes emergentes, lo que buscan MCM es decir que
ella “es” esa líder. Lo que busca también es diferenciarse, marcar una posición
y tomar distancia de un barco que ella considera que escora furiosamente y
amenaza con irse a pique.
Sí no hay que consultar al pueblo venezolano y sí es
necesario recurrir a fuerzas externas, caben algunos interrogantes: ¿Cree MCM
en la capacidad del pueblo venezolano para superar esta situación? ¿Cómo
podremos estar seguros que esas “fuerzas externas” estarán dispuestas a
entregar el poder a los civiles venezolanos, que no pudieron o no supieron
despojarse por sí mismos de la opresión? ¿Estaremos preparados para pagar el
precio que pidan esas “fuerzas externas” por librar al país con las mayores
reservas petroleras del mundo? Pero, al menos en esta carta MCM no nos anuncia
que al régimen solo le quedan días.
Analizar las cartas de MCM y la de Capriles, en esta
entrega y la semana pasada, con relación a la propuesta de Juan Guaidó es
importante, más allá de la polémica política. Cuando un tonto se equivoca en
sus análisis y propuestas, no tiene mayores consecuencias; a lo mejor confunde
a su cónyuge, novio o novia y a unos pocos amigos despistados; pero cuando él
que se equivoca es inteligente, un líder y carismático –como los mencionados–
arrastran tras de sí a miles de personas.
Ismael
Pérez Vigil
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