Por Mercedes Malavé González
Aunque lo primero que
habría que preguntarse es qué porcentaje de venezolanos están pendientes de las
próximas elecciones en los Estados Unidos, lo cierto es que la opinión
publicada -sea de política, farándula, deporte, gastronomía, tecnología, etc.-
gira obstinadamente alrededor de los asuntos internos de los norteamericanos.
Ambos grupos están
completamente convencidos de que su candidato va a ganar. Esperan con ansias el
resultado para salir a espetar insultos a quienes aseguraban el triunfo del
adversario. Sólo por esto ya podemos decir que Trump ganó; logró imponer
su estrategia de polarización “ad hominen”, que lleva a posiciones cuasi
existenciales y moralistas frente a ambos candidatos.
Respecto al caso de
Venezuela, cabe recordar que demócratas y republicanos han decidido enfrentar
al régimen de Maduro con sanciones y bloqueos. No reconocerán elecciones sin
una lista de condiciones que el régimen se niega a conceder porque significarán
su derrota. Además, todo parece indicar que el conglomerado cívico-militar que
preside Maduro, no piensa entregarse ni por escrutinio, ni por presiones, ni
por negociaciones, mucho menos por invasiones. Su agenda es la resistencia
civil y armada: atravesar este período especial mediante maniobras de
supervivencia, aunque en el camino padezcan muchos venezolanos; arreciar el
control social con intimidación, persecución, detenciones arbitrarias y
promoción de la abstención. El modelo cubano se impuso en el chavismo, aunque
muchos internamente no lo compartan. El deterioro físico y moral de nuestro
país refleja el tránsito hacia un autoritarismo hegemónico con rasgos
totalitarios.
La comunidad
internacional, que promueve la abstención y las sanciones, insiste en la
necesidad de generar presión interna. Es como pedirle a un asfixiado que corra.
Ante semejante contrasentido, urge un movimiento de unión nacional que enfrente
tanto el modelo cubano como el sistema de sanciones, bloqueos y abstenciones
que sólo favorece a un grupo opositor cada día más reducido, desacreditado y
orientado hacia el exilio. Es Venezuela y los venezolanos quienes tenemos que
generar un cambio a partir de un gran movimiento de unión nacional. Somos
responsables de nuestro destino y debemos buscar una solución interna a la
crisis política, económica y social, ideológica y moral, que vivimos.
Si estamos frente a un
régimen que no ofrece alternativas de negociación, ni de escrutinio, ni de
concesiones mediante presiones y amenazas, lo lógico es enfrentarlo con las
armas que ofrece la ciudadanía organizada: esa grande y abrumadora mayoría que
quiere cambio pero se siente desesperanzada frente a la ausencia de alternativas
a este desastre. En otras ocasiones lo hemos experimentado: frente a la
trampa, el ventajismo y el secuestro institucional, una oferta electoral
unitaria, organizada y dispuesta a participar masivamente en elecciones,
renueva e impulsa la lucha democrática de los venezolanos. Ése es el
camino de la presión interna y, hoy lo podemos decir con plena certeza, es el
único camino que ha dado resultados favorables.
Parece también
fundamental que un grupo de chavistas se desprendan del proyecto hegemónico de
Miraflores, y rechacen, como lo vienen haciendo, la supremacista ley
anti-bloqueo. El camino de la satanización política instaurada por Hugo Chávez
ya no es opción para quienes pretenden preservar el llamado “legado” de su
líder.
Nada de esto lo va a
resolver el triunfo de uno u otro candidato norteamericano. Ojalá que después
de la cuenta regresiva volvamos a ocuparnos de lo que nos tenemos que ocupar.
02-11-20
https://talcualdigital.com/cuenta-regresiva-por-mercedes-malave-gonzalez/
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