Fabiana Ortega 04 de noviembre de 2020
@Fabianaortegatv
Desde
2019 la pareja venezolana vive en Asia. Ella regresó en enero a Venezuela para
tramitar su pasaporte y quedó atrapada por la pandemia. La noticia de su
embarazo los tomó a los dos en la distancia
«¿Qué hago?, ¡No sé qué hacer!», fue lo primero que
solté. «El apego, Mayra. ¡Pégatelo al pecho!», me dijo mi doula.
Aquella noche del domingo 27 de septiembre de 2020,
Mayra se convertía en madre por primera vez. Su experiencia: un trabajo de
parto de 17 horas que inició en la casa de sus papás, donde vivió todo su
embarazo. Las contracciones se extendieron desde las cuatro de la madrugada
hasta las ocho de la noche cuando decidió ir a una clínica en Caracas. Su
esposo, David, también estaba presente, pero desde la pantalla del celular en
otro huso horario, en otro continente.
“Yo
ese día me llevé trípode, extensión, le metí saldo suficiente al teléfono,
ligando que en el quirófano hubiese buena señal. Me cercioré para que él
estando en el teléfono tuviese un buen ángulo. Siempre estuvo conectado
conmigo. Yo no lo escuchaba. Solo lo veía”, cuenta hoy mientras Mateo, su bebé,
duerme.
Mayra y David se casaron por la Iglesia en diciembre
de 2019. Ya en agosto, habían formalizado su unión por el civil. Pero por
compromisos laborales, él, como deportista, debía irse a principios de
2020 a cumplir compromisos laborales. Por tal razón, Mayra, decidió también
viajar para visitar a familiares y amigos y así no volver sola a Hong Kong,
región de China donde ambos ya se habían residenciado desde meses atrás cuando
a David le ofrecieron un cargo para desempeñarse en uno de los programas de
tenis más prestigiosos de Asia.
Aunque se desconoce la cifra exacta de venezolanos en
el continente asiático, David y Mayra son dos de los más de 26.000 migrantes
que están en Hong Kong, según el reloj de población Countrymeters.
La población actual en la región es de 7.613.917 ciudadanos.
“En Hong Kong el parto no hubiese sido así”,
dice Mayra de 29 años de edad. “Hubiese sido más frío, de seguro”, agrega. “Yo
no quería cesárea pero no había opción para parto natural. Lloramos. No dejaron
entrar a mi mamá. Este año todo ha sido diferente para mí”, suelta con
determinación.
En los planes de ambos no estaba aún convertirse en
padres. Tampoco lo estaba estar separados al menos diez meses, incluidos, por
supuesto, los nueves del embarazo.
“Estamos acostumbrados a no vernos. Pero lo máximo
había sido tres meses porque él viaja mucho, ahora como coach y antes como
tenista”, señala Mayra mientras admite que lo más difícil de lo que vivió fue
el estar sola durante el embarazo, sentir los dolores y tomar las decisiones.
“Nunca nos vimos llorar delante del otro. Yo sabía que
él la estaba pasando duro y él también pensaba en mí. Pero yo sentía que él la
estaba pasando peor que yo. Yo sentía que tenía que estar bien, por él, por mi
bebé y por mí. La única vez que lloramos fue un día antes del parto. Pero yo le
dije: ‘Yo no quiero que cuando nazca Mateo sea una tristeza. Creo que somos muy
fuertes y vamos un paso adelante para prepararnos mental y espiritualmente a lo
que podamos enfrentar’”, cuenta hoy día Mayra al tiempo que confiesa que fue el
temple y carácter de David lo que la inspiraron a ser fuerte. “El no cae ante
las adversidades”, dice hoy día Mayra.
Una vida en Hong Kong
La diferencia horaria entre Venezuela y China son 12
horas. Desde que están separados se las ingeniaron para acortar la distancia de
16.356 kilómetros que separa Hong Kong de Caracas y ajustar las rutinas de
ambos, incluso los malestares propios del embarazo. “Mientras él dormía, yo lo
superaba y ya está. Yo siempre estaba hablando con él. Lo acompañaba a comer, a
hacer mercado. Mientras él estaba desayunado yo estaba cenando. Nos tocó ser
fuertes solos. Cuando uno caía, el otro estaba ahí. Trabajamos siempre en
motivarnos”, dice Mayra.
Aquél 29 de enero, estando ella en Argentina y él en
Hong Kong, un test rápido de embarazo fue el primer giro de sus vidas; luego el
reto sería otro.
“Ese día le envié una foto con el resultado de la
prueba. Él estaba impresionado pero estaba contento. Le alegró mucho, más que a
mí. Yo estaba confundida”, dice Mayra.
En medio de la sorpresa, ella, graduada en Ciencias
Políticas de la Universidad Central de Venezuela, acordó con su esposo que por
la cercanía geográfica aprovecharía pasar por Venezuela para renovar su
pasaporte, antes de regresar a su nuevo hogar, en el continente asiático.
“Yo vivo en Hong Kong. Me vine a hacer la renovación
de pasaporte. Yo no podía estar allá con el pasaporte vencido. Se me vencía en
julio y en agosto cumplía un año en Hong Kong. Yo estaba solicitando pasaporte
porque el mío ya no tenía hojas. El procedimiento era anular y pedir pasaporte
nuevo para regresar con mis papeles en regla”, explica.
“Mi cita para el pasaporte fue el 9 de marzo. El costo
del trámite fue unos 200 dólares el pasaporte. Ese día me dijeron que en 15
días lo tendría. Cuatro días después, el 13 de marzo, decretaron la pandemia”.
Desde entonces, el nuevo reto fue buscar la manera de
rescatar su documento y poder viajar, ahora con Mateo en su vientre.
Actualmente miles de venezolanos alrededor del mundo,
y en Venezuela, padecen lo que es no tener pasaporte. Desde mediados
de marzo, el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería
cerró operaciones por la pandemia del Covid-19, aunque inclusive meses atrás
usuarios denunciaban fallas y deficiencias en la atención.
Las opciones
“Ha sido duro porque desde que nos enteramos de que
Mayra estaba embarazada ya empezamos la lucha para poder renovar y recibir su
pasaporte. Ya ella había hecho los trámites y estaban bastante avanzados cuando
nos enteramos del cierre de vuelos en Venezuela. Lo único que faltaba era la
impresión y que se lo entregaran. Así que fue un poco complicado. Buscamos la
manera para que le entregaran el pasaporte. Lo intentamos hasta finales de
agosto cuando ya decidimos que era muy tarde para viajar porque el embarazo ya
estaba muy avanzado. Desde ese momento empezamos a evaluar otras alternativas:
¿iría yo a Venezuela? Eso no se dio porque no había vuelos, porque
lamentablemente las fronteras siguen cerradas. Es increíble que uno ni siquiera
pueda regresar a su país”, señala David, exjugador profesional de tenis, de 28
años de edad.
“Estudiamos todas las alternativas. Incluso evaluamos
para que David viniera por los vuelos que se toman desde República Dominicana,
pero oscilan entre 4 mil 5 mil dólares”, recuerda Mayra.
“Venezuela cambió muchísimo, después de la pandemia.
Era todo tan incierto e inestable que hasta los mismos gestores no podían hacer
nada. Además, estaban cobrando hasta tres mil o cuatro mil dólares”, agrega
Mayra.
La apuesta
Cuenta David que después de que nació Mateo, aquél 27
de septiembre, ambos solo esperaban por lo que se solucionara primero. “Si los
papeles de Mayra, lo cual era complicado porque ahora no solo eran los papeles
de Mayra sino los del bebé también, o la posibilidad de tomar un vuelo humanitario,
por enlace con el Ministerio de Deportes”.
Lo
último fue que lo que se concretó. David, como tenista Junior, alcanzó el
puesto número 10 del ranking mundial en el año 2009 y como profesional alcanzó
la posición número 208 de la Asociación de Tenistas Profesionales. Representó a
Venezuela en Copa Davis desde el año 2010. Aunque en 2015 oficializó su retiro,
dos años después volvió a las canchas. Ahora se desempeña como Director de Alto
Rendimiento de la Academia de Tenis Bruguera, una academia española con base en
Hong Kong. Sus logros y trayectoria en el mundo del tenis, más sus razones de
peso para viajar a Venezuela, fue el aval para abordar ese vuelo humanitario.
“Para poder optar a este vuelo tuve que viajar a Roma
y hacerme todos los test y todos los trámites pertinentes para asegurar que no
tenía el Covid-19 y así poder entrar a Venezuela y finalmente conocer a mi bebé
y luego comenzar con la próxima lucha: recuperar los documentos de Mayra, que
deben estar extraviados en algún lugar y sacarle los papeles al bebé para poder
regresar a Hong Kong, que es lo que nosotros queremos”, señala David
quien al momento de hacerse la PCR en Italia coincidió con al menos 114
venezolanos más.
“Eran venezolanos de todo el mundo. Varados
principalmente en Europa: Italia, España… venezolanos que estaban en países
europeos y que tuvieron la oportunidad de tomar ese avión. El vuelo
Roma-Caracas no tiene costo. Pero cada pasajero cubre gastos de estadía. Yo me
pagué mi vuelo Hong Kong-Roma y mi estadía en Roma”, explica.
Actualmente Venezuela es de los pocos países que hasta
finales de octubre no había retomado los vuelos comerciales. Las restricciones de vuelos internacionales aún prevalecen,
en principio, hasta el 2 de diciembre, según un comunicado emitido este 2 de
noviembre por el Instituto de Aeronáutica Civil.
David llegó a Maiquetía el 17 de octubre. Tres días
después, cuando la prueba que le hicieran en Venezuela también saliera
negativa, pudo cargar, por primera vez a su hijo mateo y abrazar, después de
casi diez meses, a su esposa Mayra. Ahora, los tres, sí se disfrutan como
familia.
Sin embargo, David admite que la ilusión de su
primogénito fue su foco durante estos diez meses, aunque no niega que lo más
difícil fue estar lejos de su esposa y manejar la frustración de no poder hacer
nada. “Para llevar estos momentos me apoyé en el pensamiento que iba a ser
papá, que soy padre y que todos los esfuerzos que estaba haciendo eran por mi
hijo, que lo mejor que podía hacer ante una situación que no podía cambiar era
seguir trabajando con la mejor actitud posible para ahorrar, para poder
brindarle el mejor futuro que se pueda y trabajar lo mejor posible con la mejor
actitud. Eso fue lo que me mantuvo con la mente limpia para levantarme cada día
con motivación y buena actitud: intentar poner todo en un poco de perspectiva.
Todo pasa; todo cambia”.
“No podría hacer una analogía con un partido de tenis
si gané o perdí. Pero sin duda podemos decir que fue un torneo en el que hubo
momentos difíciles, derrotas, y en el que me llevo un gran aprendizaje que me
va a servir para el futuro, para la vida. “El haberme perdido de lo que me
perdí, no lo voy a poder cambiar, simplemente ahora a disfrutar de Mateo y
saber que me queda una vida por delante, con nuevos desafíos, y esta
experiencia difícil que tuvimos seguro va a servir de motor para hacer las
cosas mejor. Al final el deporte es como la vida, se gana, se pierde, se
aprende. Y eso es lo que ha tenido este año: se ha ganado, se ha perdido, y
principalmente se ha aprendido. Con eso me quedo”, sentencia David.
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